Los libaneses en mi alforja
Corrían los años 50, mi familia había regresado a la casa donde nací, Martin Puche 5, construida por mi padre en 1940 para fundar hogar en un nuevo sector, ensanche oeste cercano al barrio de San Carlos. En el cual tuvo un rol el empresario constructor francés George Louis Gazón Rave, dueño del Hotel Francés de la calle Mercedes con Arzobispo Meriño y padre del genial arquitecto Henri Jean Gazón Bona (egresado de la Ecole de Beaux Arts), quien edificó como su morada la emblemática Casa Vapor de la Francia con Dr. Delgado en la que todos los muchachos soñábamos navegar. En especial cuando la habitaban en vacaciones las hermosas mellizas Gazón que estudiaban en Norteamérica, insuflándole un especial encanto que se sumaba a la simpatía deportiva de su apreciado hermano Henri, as fenomenal del tenis.
Nuestro sector congregaba un mosaico representativo de la sociedad de la Era. El hogar acogedor del ingeniero italiano Guido D´Alessandro Lombardi, constructor del Palacio Nacional, y doña Carmen Tavárez Mayer, con sus hijos Armando, Yuyo, Niní, Aldo, Eda, Alfredo, Leonardo, casi ocupaba una cuadra.
Ubicado frente a la mansión de Alma MacLaughlin Simó, una dulce dama hija de la francomacorisana Zaida Simó Clark y el coronel norteamericano Charles MacLaughlin, presidente de la Compañía Dominicana de Aviación, novia paciente de Negro Trujillo, finalmente matrimoniada en Palacio en 1959 para convertirse en Primera Dama. El coronel Veras Fernández, antiguo jefe policial padre de Horacito, y el coronel MacLaughlin, esquinaban a Alma en sendos chalets.
Más arriba, en la Dr. Delgado, se hallaba el Dr. José Enrique Aybar, dentista líder de la Guardia Universitaria, muerto por los marines en 1965 en incidente confuso. La familia Cambiaso descendiente de Juan Bautista Cambiaso, genovés armador de la primera flotilla naval dominicana artillada. El general retirado Fernando Sánchez y doña Julieta Otero, la diva generosa madre de Freddy Miller y Tunti Sánchez, abuela de Rossy, Jeannette y Julie. Los Villalona, reposteros. La iglesia y los colegios Don Bosco y María Auxiliadora.
Dominando mi calle Martin Puche con San Juan Bosco levantó su vivienda el coronel puertorriqueño Tomás Flores, hermano del compositor Pedro Flores, muy respetado. En el otro extremo, el show room de la Reid & Pellerano, distribuidora del todoterreno británico Land Rover y los autos Austin. En las dos cuadras se asentaban las familias Pimentel, Leites Campos, Ricardo Reyes, Collado Damirón, Román Fernández (Tatá, hermana de Pupo), Arbaje Echenique, Cruz García, Stamers, Núñez Keppis, Olmos Vidal, Ortiz, Pérez, Bonilla, Mangual, de Peña Tactuk, Bonetti, Ceballos Pérez, Gross y Cohen Seijas. El boricua Pedro Sanjurjo y la mexicana Victoria Hernández (luego los Frías Seijas), Morales Medina. En la Cachimán, Oviedo Landestoy, Pimentel Valenzuela, Martínez Ramírez, Alix, Munnigh, Billini. En la San Juan Bosco, Goico Castro, García Alecont, Febrillet. Girando la San Francisco, los Tirado, Casado, Cruz, Carlo, Vásquez, Rodríguez, entre otros.
Al doblar la Francia, José Ángel Saviñón, los Ortega Peguero, Suncar Heredia, Defilló Ricart, Rímoli Villavizar, Pichardo Rodríguez, Tongo Sánchez, Juan Francisco «Pancho» García, Pumarol (luego Guillo Pérez), Casado Soler, Güemez Naut, Candito Torres, Fernando Aznar, Virgilio Hoepelman, Simó Clark, Vidal Soto, Saneaux, Martínez Espaillat. Tancredo Aybar Castellanos, Pupo Cordero, Juan Medina, Schotborgh Nadal, Nadal Sánchez, Caro, Aybar Castellanos Sánchez, Catrain Bonilla, Valdez Albizu, Monina Solá y Lajara Burgos, Rímoli.
En ese sector tan singular –una suerte de frontera entre Gascue, San Carlos, San Juan Bosco- el apuesto Elías Arbaje Ramírez, nacido en la comunidad sureña Las Matas de Farfán –quien residía junto a su esposa Rafaela Echenique Batista y sus hijos Alicia y Junior- salía puntual todas las mañanas temprano rumbo a su cita laboral, en la primera cuadra de El Conde a la vera de la ría del Ozama. Sede de los talleres tipográficos y las prensas rotativas, la sala de redacción y las oficinas administrativas del matutino líder de la prensa diaria de la época, El Caribe, fundado por el norteamericano Stanley Ross en 1948. Muy apreciado por su don amable y corrección, ejercía como administrador de la Editora del Caribe. Periodistas de la talla de Germán Ornes Coiscou, Rafael Herrera, Francisco Prats Ramírez y Mario Álvarez Dugan encabezarían su dirección.
Don Elías y familia se mudaron de la Puche. En su itinerario laboral se desempeñó en funciones administrativas en Radio Caribe, Caribbean Motors Co., en la empresa importadora de Nassim Diná, la Delta Comercial de Enrique Peynado, así como en el Banco Central y en el Indotec, una dependencia del BC, ocupando también funciones directivas en el Club de la institución. Grata sería mi sorpresa al encontrarlo de nuevo en los 90 ligado al Banco Central. Querido y respetado como un veterano servidor público que le otorgaba valor agregado a la función, prestigiando su desempeño. Un ejemplo de lo que antes se denominaba «un hombre decente, eficiente y probo». Coincidimos en la puesta en circulación de las memorias de don Cucho Álvarez Pina, en los salones del Hotel Santo Domingo, acompañado de su esposa y de su hija Alicia, quien laboraría en tareas ejecutivas en la Suprema Corte de Justicia bajo la presidencia de Jorge Subero Isa.
En la Feria del Libro Histórico del 2018 dedicada a Marcio Veloz Maggiolo, un evento anual que con acierto viene celebrando el Archivo General de la Nación bajo la conducción renovadora del historiador Roberto Cassá, me encontré con un álbum conmemorativo del Gran Desfile Nacional del 16 de Agosto de 1958. Editado en la parte técnica por el querido vecino de la Martin Puche 9 altos, don Elías Arbaje Ramírez, quien laboraba a la sazón en la administración de la Editora del Caribe, impresora del matutino El Caribe, que junto a La Nación y La Información de Santiago constituían los diarios del país.
El Gran Desfile Nacional se trata de un interesante compendio de los preparativos para ese «magno acontecimiento» de reafirmación de la adhesión cívica trujillista, a propósito del 25 aniversario del otorgamiento del título vitalicio de Benefactor de la Patria que le concediera el Congreso al generalísimo Trujillo. Que incluye secuencias ilustrativas del desfile, cuatro charlas del Instituto Trujilloniano dictadas en el Alma Mater de la Universidad por cuenta del vicepresidente de la República Joaquín Balaguer y los intelectuales funcionarios públicos Víctor Garrido, Carlos Sánchez y Sánchez, y Manuel María Guerrero. También, textos en prosa y poesía galardonados en un concurso literario.
Todo un despliegue de loas al «Ilustre Jefe», incluidas la del Nuncio Apostólico de Su Santidad, Salvatore Siino, en forzados o espontáneos gestos. Sin dudas, una valiosa fuente para estudiar la dinámica política y los fenómenos de masas instrumentados en esos desfiles para generar entusiasmo y sellar adhesión.
Adquirí el Gran Desfile Nacional de un expositor independiente, para engrosar mi biblioteca de cientos de títulos trujillistas, junto a la biografía Un Estadista de América de Fabio A. Mota. Mientras que por courier me llegaba la obra crítica Trujillo Little Caesar of the Caribbean, de Germán E. Ornes, impresa en 1958.
Conforme ficha genealógica elaborada en 2008 por el ingeniero civil y catedrático universitario Sinecio Ramírez Suárez –a quien conocí en el antiguo supermercado Dominicano de la Máximo Gómez como distribuidor de quesos sanjuaneros de Punta Caña-, los inmigrantes libaneses portadores del apellido Arbaje se radicaron en Las Matas de Farfán y desde allí se irradiaron a otras comunidades como El Cercado y el municipio cabecera San Juan de la Maguana. Descendientes de Salomón Arbaje, oriundo de Karm Asfour (Akkar), Líbano, y su esposa Elena Neum, quienes procrearon a Abraham, Miguel, Jorge y Youssef José Arbaje Neum.
A su vez, los hijos de Abraham (1893-1974) con su cónyuge Alicia Ramírez Romero, de Loma Bellaca, Las Matas de Farfán, habrían sido: Abraham, Salomón, Elías, Isaías, Moisés, Clodomiro, Victoria, José Ramón, Seneo Milagros, Ligia Elena, Wilson Antonio y Adolfo. Doce vástagos gestados con dicha dama. Con Fredesvinda Rivera, el prolífico Abraham habría ampliado su huella genética a otros seis miembros de este núcleo: José, Adela, Yolanda, Emma Guillermina, Elena Lucelys, Wolfo Salomón. Para una descendencia computada de 18 vástagos.
Otros miembros de la familia troncal, como Miguel Arbaje Neum con la dama de Karm Asfour Hanna Andrews, habrían formado núcleo propio: Soraya, Naim, Miguel y Juan Arbaje Andrews. En tanto Jorge Arbaje Neum con Olga Jacob, habría procreado a Saquia, Habib, Abdalah, Zacarías, Manuel, Domingo y Salma Olga Arbaje Jacob. Asimismo, Youssef José Arbaje Neum y Hanna Sarraf, tuvieron descendencia en Salim Arbaje Sarraf.
De estas ramas del árbol plantado por el vigor de Salomón se han prodigado los Arbaje queridos que han celebrado en los últimos tiempos en el Club Libanés Sirio Palestino los aniversarios 110 y 120 de su presencia fecunda en tierra dominicana.
Entre ellos Vilma Arbaje Khoury, antigua vecina en Fernández, especialista en derecho económico egresada de la UNPHU con postgrado en relaciones internacionales en España. Actual viceministra de comercio exterior del MICM. Su hermana Margarita, experimentada en microcirugía ocular, jefa del departamento de Glaucoma del Hospital Elías Santana de Los Alcarrizos, ex presidenta de la Sociedad de Oftalmología y de la Asociación de Glaucoma.
Una grata relación con esta laboriosa familia la viabilizó Arbaje Soni, anclada en el corazón de Piantini, fundada por don Elías Arbaje Farah y doña Margarita Soni Curi, con atención esmerada de Raquel, Mónica, Eduardo y del fenecido Ricardo.
A éste nos unió L´Epicier de l´Orient, con sus maravillosos bocadillos. Arbaje Tours, de los esposos Armando Cuello y Linette Arbaje, nos ha puesto a volar. Abraham Arbaje Sido, de 89 años, vino a los 4 años en 1938 junto a sus abuelos en el retorno del 4to viaje que estos hacían al Líbano. Arturo Arbaje Tapia, descendiente de Moisés, honra la amistad.
Nuestro sector congregaba un mosaico representativo de la sociedad de la Era. El hogar acogedor del ingeniero italiano Guido D´Alessandro Lombardi, constructor del Palacio Nacional, y doña Carmen Tavárez Mayer, con sus hijos Armando, Yuyo, Niní, Aldo, Eda, Alfredo, Leonardo, casi ocupaba una cuadra.