Rusia afirma que ha ralentizado Twitter en su territorio e intensifica la ofensiva contra los gigantes de internet
Rusia ha intensificado su ofensiva contra los gigantes de internet. El regulador de telecomunicaciones ruso, Roskomnadzor, asegura que este miércoles ha empezado a ralentizar el acceso a Twitter en su territorio. El Gobierno acusa a la red social estadounidense de no eliminar durante años contenido que ha considerado ilegal, relacionado con drogas, pornografía infantil o suicidio, y amenaza con bloquear por completo el acceso en Rusia. La medida contra Twitter, que en el país no es una red mayoritaria pero sí muy usada por los políticos opositores, activistas y periodistas de medios independientes, sucede a otros avisos y multas contra esta tecnológica y otras como Facebook, Instagram, YouTube o la red china de vídeos cortos TikTok por su papel en las protestas en apoyo al opositor ruso Alexéi Navalni, en otra acometida del Kremlin, que está ampliando sus maniobras para tratar de controlar la Red.
Roskomnadzor asegura que ha dado el paso para “proteger a los ciudadanos rusos”: “Si el servicio de internet Twitter sigue ignorando las exigencias de la ley, las medidas en su contra continuarán de acuerdo con la normativa y pueden llegar a incluir su bloqueo”, dice en un comunicado el regulador ruso, que afirma que Twitter ha desoído casi 3.000 de las más de 28.000 solicitudes para eliminar contenido. Un portavoz de Roskomnadzor ha comentado a la agencia Interfax que espera que el gigante tecnológico “adopte una postura constructiva” y que de momento lo que se ha ralentizado ha sido el acceso a las fotos, vídeos y audios en todos los dispositivos móviles y la mitad de los ordenadores, a través de los operadores de internet. Twiter, que utiliza el 3% de los rusos, según una encuesta reciente del centro independiente Levada, ha eludido hacer comentarios sobre la medida.
La presión del Gobierno sobre las redes sociales, donde han florecido los medios independientes, al margen del ecosistema controlado por el Gobierno, es cada vez mayor. El Kremlin ha sido paulatinamente consciente del espacio para la libertad de expresión e información que ofrece la Red y se ha esforzado por controlarla. Primero imponiendo a las compañías la obligación de almacenar en Rusia los datos personales de sus usuarios rusos. La negativa a hacerlo deriva de cuando en cuando en multas y llevó al bloqueo en el país euroasiático, por ejemplo, de plataformas como LinkedIn. Y la polémica y el tono del Gobierno se ha ido elevando, apunta por teléfono Mijaíl Klimarev, director de la organización Sociedad para la Protección de Internet. La intención del presidente ruso, Vladímir Putin, de controlar la Red cristalizó hace ya casi dos años con la aprobación de la ley de Internet Soberana, que dispone una infraestructura tecnológica y legal para aislar a Rusia de la Red global.
Y el año pasado, el Parlamento aprobó un paquete de leyes que da a las autoridades rusas más poder para imponer multas a los gigantes tecnológicos por difundir contenido considerado ilegal y les da mayor capacidad para bloquear el acceso a las redes si considera que discriminan a los medios rusos. Moscú considera que el proceso de etiquetado que empezaron las tecnológicas occidentales para luchar contra la desinformación y que supone marcar como tal las cuentas gubernamentales o vinculadas al Estado —no solo de Rusia— busca en realidad boicotear las cuentas pro-Kremlin y son una campaña de “rusofobia”.
Las críticas del Gobierno ruso contra Twitter, Facebook, Instagram YouTube o TikTok —una red social de gran crecimiento también en Rusia— han sido cada vez más agrias y duras. En la oleada de protestas de principios de año en apoyo al opositor, Alexéi Navalni, las mayores en una década en Rusia, las autoridades acusaron a esos gigantes de internet de difundir mensajes que consideraron ilegales porque supuestamente alentaban a menores a participar en las marchas prohibidas por la libertad del activista, arrestado nada más regresar a Moscú desde Alemania, donde se recuperó del grave envenenamiento sufrido en Siberia este verano y condenado a tres años y medio de cárcel en un caso antiguo y considerado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos “arbitrario e injusto”.
“Primer paso”
Aunque de momento la capacidad de impedir el acceso a las redes sociales es limitada, explica Klimarev, lo sucedido este miércoles con Twitter no solo ha mostrado cómo podría, tecnológicamente, bloquearlas o ralentizar su acceso gracias a las “cajas negras” que los operadores de telecomunicaciones han tenido que instalar y que en realidad están controladas por el regulador ruso Roskomnadzor. La presión a Twitter es también “el primer paso” de lo que puede llegar este año, considera la analista Tatiana Stanovaya. Un año clave en el que hay previstas elecciones parlamentarias en otoño a las que el partido del Gobierno, Rusia Unida, no llega en buena posición. En enero, en su discurso en el Foro Económico de Davos, Putin ya dio varias pistas cuando acusó a los gigantes tecnológicos de tratar de “administrar la sociedad a su propia discreción y de manera dura”.
El Kremlin, ha insistido su portavoz, Dmitri Peskov, no busca bloquear completamente las plataformas de redes sociales, pero tiene derecho a actuar contra ellas: “Los rusos deberían poder tener acceso a todos los recursos del mundo. Este es el objetivo principal. Pero es bastante razonable tomar medidas para obligar a estas empresas a cumplir con nuestras leyes”, ha dicho Peskov a la prensa.
Justo cuando Roskomnadzor ha anunciado la medida contra Twitter, su web y decenas más del Gobierno ruso han dejado de funcionar durante un par de horas. Aunque la explicación de las autoridades rusas ha sido contradictoria. El Ministerio de Desarrollo Digital aseguró que el fallo derivaba de problemas con el proveedor de comunicaciones Rostelecom. Sin embargo, Roskomnadzor ha asegurado que el contratiempo se ha originado en un centro de procesamiento de datos en Estrasburgo. Algunos analistas han apuntado que el fallo podría ser en realidad un ciberataque de Estados Unidos que, según publicó hace unos días The New York Times, planeaba acciones de represalia contra Moscú por el gran ataque cibernético del año pasado que penetró en el corazón de la Administración.
Sin embargo, no sería la primera vez que son las propias autoridades rusas las que ocasionan el fallo. En 2018, la maniobra de Roskomnadzor para bloquear la aplicación de mensajería Telegram por negarse a entregar sus claves de cifrado de mensajes, derivó en realidad en el bloqueo de cientos de páginas web. El bloqueo de Telegram ni siquiera funcionó —se levantó el año pasado— y ha seguido siendo una aplicación muy utilizada en Rusia.