La élite política de América Latina saltó la línea de las vacunas
Los latinoamericanos ya estaban enfadados por la mala gestión de sus dirigentes en la lucha contra la pandemia. Ahora, una serie de escándalos apodados “vacunagate” en los que los políticos se han metido a las filas de vacunación ha desatado una furia que probablemente impulsará el sentimiento de los votantes cuando comience un nuevo ciclo electoral en la región este año.
“No se trata solo de revelaciones de sobornos y comisiones; se trata de la vida y la muerte”, comentó Michael Touchton, profesor asociado de ciencias políticas de la University of Miami. “Las masas no olvidarán y acudirán a las urnas pensando en estos escándalos”.
Dos ministros en Perú y uno en Argentina renunciaron a principios de este mes después de recibir acceso preferencial a las escasas dosis de vacunas que compartían con familiares y aliados. En Ecuador, el ministro de Salud dimitió el viernes tras las críticas recibidas por su decisión de enviar parte del primer cargamento de vacunas del país directamente a una residencia de ancianos donde viven su madre y otros familiares. En Brasil, se han presentado más de 4 mil 700 denuncias a las fiscalías de todo el país contra quienes se meten a las filas, informó el medio Nueva Herald.
Es posible que la frustración por los escándalos no conduzca inmediatamente a una agitación civil explosiva como la histórica ola de protestas que vivió la región en 2019. Antes de la pandemia, la gente salió a las calles en protestas antigubernamentales a menudo violentas contra todo, desde el fraude electoral y la reforma de las pensiones hasta las tarifas de los autobuses. Ahora, con el encierro y la desaceleración económica que profundizan la división de la riqueza y aumentan las dificultades para millones de personas, los expertos dicen que la ira probablemente se traducirá en votos de protesta en las urnas.
Es probable que la mala gestión de la pandemia desempeñe un papel importante cuando nueve países latinoamericanos celebren elecciones este año, y cinco de ellos (Perú, Chile, Ecuador, Honduras y Nicaragua) elijan a sus presidentes. También habrá elecciones legislativas en Argentina, México y El Salvador, y la temporada electoral continuará en 2022 con elecciones generales en Brasil, Colombia y Costa Rica.
“En los países que no manejaron muy bien la pandemia, que son la mayoría de los países de la región, los titulares probablemente serán expulsados por el voto”, predijo Touchton. “Personas ajenas a la política y nuevos líderes serán muy atractivos para los votantes que perdieron la confianza en sus dirigentes”.
Aunque algunos analistas prevén una nueva oleada de líderes populistas, el “chapucero” manejo de la pandemia por parte de los presidentes de izquierda y derecha del espectro político significa que la realidad podría ser más complicada. Con millones de personas sumidas en la pobreza y años de ganancias en empleo y crecimiento económico aniquilados, los votantes latinoamericanos buscarán candidatos que puedan ofrecer una mejor gobernanza y servicios, según analistas. Esto podría dar lugar a nuevos partidos, tanto de izquierda como de derecha, que desafíen una fácil categorización.
Un hombre muestra un periódico que destaca un escándalo de vacunación temprana que involucró a políticos y altos funcionarios, en medio de la pandemia de COVID-19, en Lima, Perú. ( )
La desconfianza, en su punto más alto
Las estrategias que benefician a las élites políticas de Latinoamérica mientras los países luchan por echar a andar sus programas de vacunación ponen de manifiesto la profunda desigualdad que no ha hecho más que empeorar durante la pandemia.
Los escándalos encarnan una sensación de derecho y privilegio que ni siquiera los grandes escándalos de corrupción como el Lava Jato de Brasil provocaron, dijo Christopher Sabatini, investigador principal de Chatham House, un instituto de análisis político en Londres. Y llegan en un momento en el que la desconfianza hacia la clase política y las élites está en su punto más alto en la región.
Perú, uno de los países más afectados y con una de las tasas de mortalidad más altas del mundo, solo había administrado 0.7 dosis por cada 100 personas hasta el 25 de febrero, según Our World in Data de la Oxford University. En comparación, Estados Unidos había repartido unas 20 dosis de vacunas por cada 100 personas.
En Brasil, donde un tambaleante programa de vacunación ha estado plagado de falta de planificación logística y luchas políticas internas, esa métrica es inferior a cuatro dosis por cada 100 personas, mientras que Argentina y México habían distribuido alrededor de 1.5 dosis por cada 100 personas. Colombia no recibió sus primeras dosis de vacunas hasta la semana pasada y comenzó a aplicarlas en sus tres ciudades más grandes el 18 de febrero. La distribución de vacunas allí es inferior a 0.2 dosis por cada 100 personas.
Es poco probable que esto mejore a corto plazo, ya que los problemas de suministro y distribución están lejos de solucionarse. Mientras tanto, la gente solo se enfadará más, señaló Sabatini.
Vacunas VIP
En Argentina, el hashtag #VacunatorioVIP estalló en redes sociales después de que un periodista revelara que había sido invitado por el ministro de Salud a vacunarse antes de tiempo, ya que el ministerio había recibido tres mil dosis de uso discrecional. Una lista de unas 70 personas mostraba que alcaldes, diplomáticos, legisladores e incluso líderes sindicales cercanos a la élite política argentina habían recibido la vacuna, a pesar de no estar en el grupo prioritario de trabajadores de la salud y ancianos.
El presidente argentino, Alberto Fernández, destituyó al ministro Ginés González García la semana pasada, justo antes de un viaje a México para discutir los esfuerzos de cooperación en materia de vacunas con su homólogo de izquierda, Andrés Manuel López Obrador. El líder mexicano ha criticado con vehemencia lo que denomina “acaparamiento de vacunas” por parte de los países ricos y ha pedido a la Organización Mundial de la Salud que ayude a garantizar una mayor equidad en la distribución.
Brasil, cuya robusta industria farmacéutica podría haber apoyado la producción masiva de una vacuna contra el COVID-19, se perdió en las luchas políticas internas y en la falta de planificación logística del gobierno de Bolsonaro. No fue capaz de asegurar las vacunas y solo comenzó un programa de inoculación irregular el mes pasado, con los estados y las ciudades a menudo negociando sus propios contratos con diferentes proveedores.
El país ha tenido su cuota de escándalos relacionados con las vacunas, que hasta ahora no han revelado irregularidades por parte de funcionarios de alto rango. Aun así, docenas de alcaldes, dirigentes de ayuntamientos y funcionarios de salud de los estados, en su mayoría pobres, del norte y el noreste del país han sido acusados de adelantarse en la fila de las vacunas.