Hablen ahora o callen para siempre

El silencio no es rentable porque a alguien se le ocurrió algo peor: el que calla, otorga. Los mudos, por tanto, no van al cielo.

Determinadas circunstancias obligan a hablar o aconsejan hablar o creen conveniente hablar. Aun cuando sea un empeño riesgoso.

En la rendición de cuentas hubo de todo, y entre sus muchas cosas, puso sobre el tapete una rendición pendiente.

La del peaje sombra, y no por el peaje, sino por la sombra. Lo poco que se sabe y lo mucho que se cobra.

Si el caso fuera a juicio, con lo público, oral y contradictorio haría historia. Revisar y corregir tendría un efecto político parecido al de la mina de Pueblo Viejo.

El populismo no se contendrá y el circo estará regalando taquillas, por lo que las gradas no se aguantarán el morbo, locas por ver cristianos tirados a la arena.

¡Oh Roma, que no te olvidas del precio del pan, pero prefieres el espectáculo, conociendo como conoces los leones frenéticos del ministerio público independiente!

En política, como en los ríos de pueblo, nadie mueve una piedra a menos que sepa que debajo hay cangrejos que hervidos son una ensoñación.

Hablen ahora o callen para siempre.