El secretario Blinken, sobre la inmigración irregular: “No hagan ese viaje. Nuestra frontera está cerrada”
La Administración de Joe Biden ha marcado un giro en la política migratoria de Estados Unidos después de cuatro años de recorte de las entradas legales y un discurso rayano en lo xenófobo para las irregulares, pero Washington ha recalcado que los cambios requieren tiempo y, sobre todo, que el cambio de Gobierno en Washington no se traduce en una política de puertas abiertas hacia sur. El secretario de Estado, Antony Blinken, lanzó un aviso claro y meridiano este viernes respecto a las personas que huyen de la pobreza y la miseria en Centroamérica: “A cualquiera que esté pensando en hacer ese viaje nuestro mensaje es: no lo haga. Estamos haciendo cumplir de forma estricta nuevas leyes migratorias y nuestras medidas de seguridad en la frontera. La frontera está cerrada para la inmigración irregular”. Biden y su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sostendrán una videollamada este lunes para continuar el diálogo sobre migración, comercio y cooperación para la pandemia.
Blinken, un veterano de las Administraciones de Obama y Clinton, hizo esta declaración en el marco de una serie de videoconferencias programadas para este viernes con diferentes autoridades mexicanas, en lo que el Departamento de Estado ha calificado como un “viaje virtual” a México y Canadá, los dos grandes vecinos y socios comerciales norteamericanos de Estados Unidos. Con el del sur comparte una frontera de más de 3.000 kilómetros en la que viven alrededor de 15 millones de personas y que en la era de Donald Trump se convirtió en un campo de batalla.
El nuevo inquilino de la Casa Blanca se ha comprometido a reformar el sistema migratorio y ha tomado ya algunas medidas inmediatas, como el desmantelamiento de un programa que el republicano puso en marcha y por el cual enviaba a México a los solicitantes de asilo que llegaban por el sur. Esta semana, un grupo de 27 personas que vivían en un campo de refugiados en Matamoros (Tamaulipas) fue reubicado en Brownsville (Texas) para continuar con su proceso legal. Biden también ha ordenado esta misma semana reanudar la emisión de tarjetas de residencia permanente (conocidas coloquialmente como las green cards) que Trump suspendió durante la pandemia y, de cara al largo plazo, ha presentado en el Congreso una propuesta de reforma que contempla la regularización de los 11 millones de extranjeros sin papeles que se calcula que viven en Estados Unidos.
“El presidente está comprometido en reformar nuestro sistema migratorio y asegurar un procesamiento seguro, ordenado y humano”, señaló Blinken este viernes, pero esos cambios, continuó, “requieren tiempo y Estados Unidos trabajará estrechamente con México para reforzar el imperio de la ley, mejorar la seguridad y hacer que los delincuentes rindan cuentas”. La nueva estrategia de Biden respecto a la inmigración de la región, resaltó el alto cargo estadounidense, consiste en trabajar con los Gobiernos de México y Centroamérica para solucionar “las desgarradoras razones por las que hay gente arriesgando sus vidas y su seguridad para entrar en Estados Unidos a cualquier precio”. “Es peligroso para ellos y va en contra de nuestras leyes”, añadió, tras lo cual avisó a cualquiera “que piense en hacer ese viaje”: “No lo hagan”.
El nuevo jefe de la diplomacia estadounidense se reunió por videconferencia con el canciller de Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard, con la secretaria mexicana de Economía, Tatiana Clouthier, y con distintas autoridades de la frontera, como el alcalde de El Paso, Oscar Leeser, o el de Ciudad Juárez, Héctor Armando Alvídrez, entre otros. “Bienvenido a México”, dijo Ebrard, en el arranque de la “visita virtual” de Blinken. La pandemia dio un tono remoto, futurista y hasta cierto punto surreal al encuentro. El secretario de Estado, por ejemplo, fue parte de un tour virtual por una garita migratoria en la frontera entre El Paso (Texas) y Ciudad Juárez (Chihuahua).
Mientras Blinken se conectaba desde su computadora, frente a lo que parecía un fondo generado por computadora de una oficina, una funcionaria de la patrulla fronteriza le anunciaba que “lo llevaría afuera” para iniciar el recorrido. “¡Vamos!”, dijo el funcionario, mientras la cámara mostraba los cruces de vehículos, el muro que divide a ambos países, los puentes que cruzan miles de personas a diario para ir a trabajar y estudiar. Fue una postal virtual de la frontera más transitada del mundo que inevitablemente se quedó corta en retratar los contrastes, los flujos migratorios, la incertidumbre de los solicitantes de asilo y las inmensas filas que se forman en las horas de mayor bullicio.
Una de las novedades fue que en la agenda de Blinken se incluyera una reunión con Clouthier, que asumió como titular de Economía en diciembre pasado, un mes antes del relevo presidencial en EE UU. El tema principal fue el recién renegociado tratado de libre comercio de Norteamérica (TMEC) y las “áreas de oportunidad” para ambos países tras el acuerdo, que entró en vigor en julio y fue una de las bazas de Donald Trump en la relación bilateral. Se anticipa que los demócratas den más peso a lo estipulado en el tratado sobre la aplicación de la reforma laboral en México, el segundo socio comercial de EE UU, y a temas que habían quedado relegados como el cuidado del medio ambiente.
Tras las conversaciones, el Gobierno mexicano, que afronta críticas por su freno a las renovables, se comprometió a cumplir con sus obligaciones internacionales de reducción de gases de efecto invernadero. “Agradezco su visita virtual para charlar e intercambiar puntos de vista para profundizar la integración productiva y el fortalecimiento de la competitividad de la región”, escribió Clouthier, tras la reunión, en su cuenta de Twitter. “La agenda bilateral incluye temas importantes para ambos países que permitirán fortalecer la relación en materia de desarrollo del sur del país y las condiciones laborales en ambos lados de la frontera”, manifestó la Cancillería mexicana, que empuja que Washington respalde su plan de desarrollo para Centroamérica para contrarrestar los detonantes de la migración en el largo plazo.
La seguridad, un área más espinosa, quedó más relegada que la migración en la agenda común que se discutió, aunque sí se dio seguimiento al tema del tráfico de armas, una cuestión que México ha puesto sobre la mesa en los últimos dos años. Tras semanas de roces por la exoneración del general Salvador Cienfuegos, el Gobierno de López Obrador ha bajado el tono y ha celebrado el nuevo acercamiento a la migración que promete la Casa Blanca, un terreno en el que ambos países sienten que pueden sentarse a negociar para sentar las bases de un nuevo capítulo en la relación bilateral. “Quería ‘visitar’ México en primer lugar para demostrar la importancia que concede el presidente Biden a la relación entre nuestros países”, dijo Blinken, “es difícil pensar en una relación más importante”. Tras las primeras tomas de contacto, sin embargo, el mensaje entre líneas de ambos países es la insistencia de que los cambios tomarán tiempo.