Boris Johnson acusa a Sunak de poner en riesgo el Brexit con el acuerdo alcanzado con la UE
Boris Johnson ha sido incapaz de resistir a Boris Johnson. Apenas tres días después de que el actual primer ministro, Rishi Sunak, anunciara un acuerdo con la UE sobre el difícil encaje de Irlanda del Norte en la era post-Brexit, el principal causante de aquel problema ha decidido reventar la fiesta de su sucesor.
“Soy consciente de que no me van a dar las gracias por decir esto, pero creo mi trabajo es hacerlo: debemos ser claros sobre lo que está sucediendo”, anunciaba Johnson al intervenir este jueves en el congreso Global Soft Power, que se celebraba en Londres. “Lo que se ha logrado no es que el Reino Unido recupere el control [take back control, el lema con el que triunfó la campaña del Brexit en el referéndum de 2016]. Y aunque haya habido algunas mejoras, se trata simplemente de una versión de la solución que se le propuso a Liz Truss cuando era mi ministra de Exteriores”, ha despreciado el ex primer ministro lo acordado esta semana en Windsor entre el Reino Unido y la UE. “Se trata de la Unión Europea doblegándose con elegancia para permitirnos hacer lo que queramos en nuestro territorio, pero no con nuestras leyes, sino con las suyas”, remataba.
El momento escogido por Johnson es especialmente delicado para Sunak. Después de anunciar el pasado lunes, junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen —quien quiso desplazarse a tal efecto hasta el Reino Unido para reforzar el mensaje triunfalista del primer ministro—, el llamado Acuerdo Marco de Windsor, buscaba a lo largo de la semana ir acumulando apoyos, y acorralar cada vez más al Partido Democrático Unionista (DUP, en sus siglas en inglés). Voces relevantes del campo de los euroescépticos conservadores, como Steve Baker o David Davis, habían elogiado el pacto alcanzado por Sunak, que ponía fin a dos años de agrio enfrentamiento con Bruselas. El primer ministro había incluso indicado su voluntad de impulsar el pacto y someterlo a votación en la Cámara de los Comunes, aunque Jeffrey Donaldson, el líder del DUP, no acabara dando su visto bueno.
Shankill Road, la calle principal de la zona protestante de Belfast, es un buen indicativo de la presión que recae sobre los hombros de Donaldson. Carteles con el eslogan “Paz o Protocolo” [en referencia al protocolo para Irlanda del Norte firmado con la UE por Johnson, y recompuesto ahora por Sunak] dan una idea clara de lo caldeados que están los ánimos. La parte más dura y recalcitrante del unionismo sigue considerando el protocolo, o la enmienda que supone el nuevo Acuerdo Marco de Windsor, una traición de Londres. Si el DUP, que mantiene bloqueadas las instituciones de autogobierno norirlandesas desde hace casi un año, da su brazo a torcer y acepta el nuevo pacto alcanzado con Bruselas, el Sinn Féin —durante años el brazo político de la organización terrorista IRA— ocupará el puesto de ministro principal del Gobierno Autónomo, después de su histórica victoria electoral de mayo de 2022.
El mensaje lanzado por Johnson da un respiro, y cierta escapatoria, a un unionismo que ya estaba muy acorralado. “Me va a resultar muy difícil votar a favor de este acuerdo, porque creo que podríamos haberlo hecho de un modo muy diferente, sin que hubiera debido importarnos los desperfectos que provocáramos en Bruselas”, ha dicho Johnson.
Sunak se ha comprometido a someter a votación en la Cámara de los Comunes el acuerdo alcanzado con la UE, pero todavía no había fijado fecha para ese debate parlamentario. Las palabras de Johnson, que sigue contando con un buen puñado de seguidores, pueden alentar la rebelión que el primer ministro estaba intentando apaciguar esta misma semana.
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Johnson se aferra a un argumento endeble para oponerse al acuedo. El actual Gobierno se ha comprometido con la UE a dejar morir la tramitación parlamentaria de la ley que permitía a los ministros británicos contravenir unilateralmente partes fundamentales del Protocolo de Irlanda. Fue una idea surgida precisamente durante el mandato de Johnson, y alimentada por su sucesora, Liz Truss. Irritó considerablemente a Bruselas, que interpretó el desafío como una declaración de guerra y puso en marcha su propio mecanismo de respuesta legal en forma de futuras sanciones. Sunak y Von der Leyen acordaron enterrar el hacha de guerra. Y ahora Johnson, el principal responsable del desaguisado del Protocolo de Irlanda —lo firmó sin pestañear, a cambio de sacar adelante su anhelado Brexit—, acusa a Sunak de haber renunciado, al dejar morir una ley tan provocadora, a una importante baza negociadora para el futuro.
A nadie se le escapa, ni entre sus rivales ni entre sus aliados, que los motivos que impulsan a Johnson son menos nobles de los que pretende aparentar. El político más popular del Reino Unido de las últimas décadas no ha renunciado a la idea de volver a la primera línea, a pesar del humillante modo en que fue expulsado del liderazgo del Partido Conservador y de Downing Street por sus propios compañeros de filas. Y, sobre todo, no soporta la idea de que triunfe ahí donde él fracasó precisamente Sunak, el joven prometedor a quien él incorporó a su Gobierno como ministro de Economía, y cuya dimisión fue clave para que Johnson cayera.
Los conservadores siguen aferrados al poder, a pesar de que ya van por su tercer primer ministro, gracias a la victoria electoral de diciembre de 2019. A lomos del Brexit, Johnson obtuvo unos resultados históricos, y arrasó incluso en feudos tradicionalmente laboristas del centro y norte de Inglaterra. “Este es un Gobierno del Brexit, pero el Brexit no será nada si no hacemos las cosas de otro modo en este país”, ha dicho este jueves el ex primer ministro, que se reivindicaba de ese modo, sin decirlo abiertamente, como el guardián de unas esencias que Sunak, según su mentor, habría olvidado.
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