Arabia Saudí libera a la activista Loujain al Hathloul tras pasar 1.000 días en prisión
La activista saudí Loujain al Hathloul ya está en casa después de 1001 días en la cárcel, según ha anunciado su hermana Lina en Twitter. Con el pelo canoso y mucho más delgada, la mujer que se ha convertido en símbolo de la lucha de las saudíes por sus derechos sonríe desde la fotografía que ha difundido su familia. “Lo logramos”, responde Alia, otra de las hermanas en un mensaje en el que da las gracias por el apoyo recibido. Aunque con menor proyección mediática, también ha quedado libre Nouf Abdulaziz, otra activista encarcelada al mismo tiempo que Loujain.
Loujain, de 31 años, fue detenida en mayo de 2018. Un tribunal antiterrorista la condenó a finales del pasado diciembre a cinco años y ocho meses de cárcel por “intentar cambiar el sistema político del reino y promover una agenda extranjera usando internet”. Tanto las organizaciones de derechos humanos como los expertos de la ONU tacharon las acusaciones de “sin fundamento”. Su único delito fue defender el derecho de las mujeres a conducir (antes de que Arabia Saudí levantara la prohibición en 2018) y el fin del sistema de tutela masculina.
El veredicto incluía una suspensión de parte de la condena en aparente atención a su frágil salud tras la huelga de hambre que llevó a cabo el pasado noviembre para reclamar que le permitieran comunicarse con su familia. Así que descontado el tiempo que había pasado en prisión preventiva se esperaba su excarcelación antes de marzo. Sin embargo, tal como su hermana Lina ha recordado, la salida de Loujain de la cárcel no equivale a su libertad.
La activista queda sujeta a numerosas restricciones, ya que la sentencia limita sus movimientos y le prohíbe hablar con los medios de comunicación, el activismo o viajar fuera del país. “Es exactamente lo que ha pasado con las otras pocas [personas] que han sido liberadas. Es como si las movieran de una cárcel a otra mayor”, denunciaba Lina en vísperas del regreso de su hermana. A pesar de ello, algunos observadores quisieron ver en el hecho de que el juez no le impusiera la pena máxima de 20 años que pedía el fiscal, como un gesto de la monarquía absoluta saudí hacia la nueva la Administración Biden. El Departamento de Estado calificó la liberación de la activista de “muy buena noticia”.
Además, el martes, el tribunal de apelación ratificó la decisión del tribunal penal que rechazó sus denuncias de tortura y aceptó la argumentación del juez de que el peso de probar los malos tratos recayera en Loujain, tal como informó Walid, otro de los hermanos. Para el tribunal las declaraciones de la activista no eran suficientes, ya que no había podido identificar a los responsables por encontrarse con los ojos tapados. Según las organizaciones de derechos y su familia, Loujain y otras dos mujeres sufrieron golpes, descargas eléctricas y falsos ahogamientos (waterboarding) entre mayo y agosto de 2018.
Los tres hermanos de Loujain viven fuera de Arabia Saudí (Alia y Lina en Bélgica y Walid en Canadá) lo que les ha permitido hacer campaña para que su caso tuviera visibilidad. De hecho, varios defensores de derechos están convencidos de que su excarcelación es el resultado de la presión internacional sobre el reino. De hecho, otras activistas, como Mayaa al Zahrani y Nassima al Sada, cuyos juicios también se celebraron a finales del año pasado, siguen entre rejas. Las organizaciones de derechos señala que todas ellas deberían quedar en libertad sin cargos ni restricciones.
La pesadilla de Loujain empezó dos meses antes de que las primeras saudíes pudieran ponerse finalmente al volante. La joven fue detenida junto a otra docena de activistas, entre ellas Eman al Nafjan y Aziza al Yusef, al parecer para evitar que se les atribuyera el levantamiento de la prohibición. A partir de ahí, la campaña contra ellas fue brutal. La prensa saudí (bajo control estatal) publicó sus fotos con la palabra “traidora” sobreimpresa en rojo, a la vez que les acusaba de atentar contra la seguridad del reino. El proceder chocaba frontalmente con la voluntad de apertura que expresaba el heredero y hombre fuerte saudí, el príncipe Mohamed Bin Salmán. Varias de ellas aún siguen detenidas.