Los combatientes en la guerra de Yemen respaldan la apuesta de Biden por la diplomacia

Los combatientes en la guerra de Yemen respaldan la apuesta de Biden por la diplomacia
Simpatizantes Huthi piden el fin de la campaña militar saudí en Yemen, este viernes.YAHYA ARHAB / EFE

Los principales combatientes en la guerra de Yemen han reaccionado de forma positiva este viernes al anuncio del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de retirar su apoyo a la intervención saudí en aquel país y reforzar la diplomacia para poner fin al conflicto. Incluso Riad ha expresado su respaldo a encontrar una solución a la crisis, mientras Irán guarda silencio. Más allá de acabar con la asistencia militar estadounidense a la coalición encabezada por Arabia Saudí, la medida inaugura una nueva estrategia de Washington en Oriente Próximo y sacude el precario equilibrio de las alianzas regionales.

“No vamos a ver un desenlace inmediato, pero al menos asegura el interés de la comunidad internacional”, interpreta el analista yemení Mustapha Noman. En su opinión, “ahora depende de los Huthi demostrar su voluntad de participar en el proceso”.

Tal como era de esperar, los rebeldes Huthi, bajo cuyo control se encuentra un tercio de Yemen incluida su capital, Saná, han celebrado el enfoque de la nueva Administración estadounidense. Sin duda supone un giro respecto a la presidencia de Donald Trump quien, en su último día en el cargo, los incluyó en su lista de organizaciones terroristas.

De forma más matizada, también el Gobierno internacionalmente reconocido de Yemen ha subrayado “la importancia de apoyar los esfuerzos diplomáticos”. No obstante, al mismo tiempo expresaba su “compromiso de seguir trabajando con la Coalición en Apoyo de la Legitimidad”. Ha sido el apoyo militar de esa coalición, bajo la égida de Arabia Saudí, la que ha sostenido al presidente Abdrabbo Mansur Hadi desde que los rebeldes se hicieran con el poder en Saná a finales de 2014 y él optara por exiliarse en Riad.

La intervención saudí unos meses después transformó una guerra civil de baja intensidad en la “catástrofe estratégica y humanitaria” a la que se refirió Biden en su alocución. Recién llegado al trono el rey Salmán, su hijo y ministro de Defensa, el príncipe Mohamed Bin Salmán, lanzó una campaña de bombardeos contra los Huthi a la que se achaca la mayoría de las muertes de civiles. El entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aceptó el envite en parte para contrarrestar el malestar que había causado en el Reino del Desierto el acuerdo nuclear con Irán, el archienemigo saudí y cuya influencia sobre los rebeldes yemeníes obsesiona a Riad.

Hoy Yemen está al borde de la hambruna y la guerra ha supuesto un grave desgaste económico y de imagen para Arabia Saudí. Por eso en los últimos años ha buscado una salida a la misma tanto a través de contactos secretos con los Huthi como respaldando los esfuerzos de paz de la ONU. Pero los rebeldes se niegan a desarmarse como les exige la Resolución 2216 del Consejo de Seguridad porque seguir ganando territorio es su única baza negociadora.

De ahí, la reacción saudí. “Celebramos el nombramiento de Timothy Lenderking como enviado especial. Esperamos seguir trabajando con nuestros socios estadounidenses para aliviar la situación humanitaria y encontrar una solución a la crisis de Yemen”, ha tuiteado el príncipe Khalid Bin Salmán, viceministro de Defensa. La noticia no pilló por sorpresa a Riad. Al margen de que Estados Unidos le informara de antemano, Biden había dejado clara su intención durante la campaña electoral.

“La guerra no va a acabar porque cesen las ventas de armas a los saudíes, aunque ayudará”, asegura Nadwa Dawsari, investigadora del centro de estudios Middle East Institute de Washington. La analista advierte en su Twitter de que un arreglo político entre los Huthi y el Gobierno de Hadi no resuelve el conflicto porque excluye a otros grupos yemeníes.

Noman está de acuerdo, pero considera posible un proceso en etapas. “Primero un alto el fuego entre los principales implicados (Huthi, Ejército de Hadi y coalición), supervisado por la ONU y que permita abrir el aeropuerto de Saná y el puerto de Hodeida para aliviar el sufrimiento de la población; en una segunda fase, incorporar a otros actores”, sugiere. Este antiguo embajador, que fue viceministro de Exteriores antes de la guerra, defiende que, en esas negociaciones, además de Arabia Saudí, también debería participar Teherán, tal como ha dicho el nuevo enviado de Estados Unidos para Irán, Robert Malley.

De momento los responsables iraníes parecen estar considerando las implicaciones del realineamiento estadounidense y no han reaccionado. Aunque el cese de la asistencia militar a la coalición resulta positivo para sus aliados Huthi, Biden también dejó claro que va a seguir ayudando a Arabia Saudí frente a los “ataques de misiles, bombardeos de drones y otras amenazas de fuerzas abastecidas por Irán en varios países”. Teherán sabe que la declarada intención del presidente norteamericano de volver al acuerdo nuclear de 2015 (que Trump abandonó en 2018) va a requerir complejas negociaciones. Significativamente, Biden no lo mencionó en su discurso.

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