Las cárceles dominicanas
Vuelve el tema de la corrupción en las cárceles. Lo hace de manera cíclica sin que llegue a ser noticia. Y si lo es… sin que avance realmente hasta una conclusión. Del tema de la fibra óptica encontrada en un recinto, por ejemplo, nada más se ha sabido.
Suele decirse que de la situación de las cárceles se deducen datos sobre la salud democrática, el respeto a los derechos humanos y la institucionalidad que retratan el desarrollo de un Estado de una manera rápida y bastante certera.
El país no sacaría buenas notas. Mientras se discuten responsabilidades o se cesan funcionarios ocasionalmente, el avance, pese a los esfuerzos teóricos es lentos. Lo raro es que no haya más motines dado el hacinamiento, el intolerable número de presos preventivos, las condiciones de salubridad, la deficiente alimentación, la presión a que se somete a los familiares para tratar de que los presos pasen su condena sin desesperarse. Se utiliza el término “privados de libertad” y parece que las condiciones son mejores.
Pero no, falta mucho para que se respete la vida dentro de las cárceles. Combatir la corrupción sería lo primero.