El caos de tránsito no presenta visos de solución
El tema del tránsito trasciende ya a planificadores, urbanistas y políticos al cargo. Sin exagerar, estamos a nivel de que antropólogos sociales analicen lo que pasa para poder entender cuál sería una solución futura.
Si los motoristas están explícitamente autorizados a saltarse los semáforos en rojo. Si circulan impunemente por las aceras. Si las ciclovías han sido trazadas en vías de transporte público y de alta circulación tensando el tráfico. Si los tapones ya afectan seriamente la productividad y se combaten a bocinazos. Si ya ante choques menores nadie se detiene porque acaban o en pelea o en pérdida de tiempo. Si… ponga usted su experiencia propia. ¿Cuál es la autoridad llamada a manejar la situación? ¿Alguien tiene un plan y no lo sabemos?
Ayer un lector escribía en Diario Libre sobre la necesidad de que el Ayuntamiento haga un balance de las ciclovías, que a todas luces han sido una solución fallida y que han creado problemas que no había sin solucionar los existentes. ¿Revertirá el Ayuntamiento una medida que anunciaba como uno de sus ejes prioritarios? En otro diario Francina Hungría reflexionaba sobre la “violencia vial” que se soporta (y se practica) en la sociedad dominicana y no duda en utilizar términos como “carnicería” al hablar de los accidentes mortales.
La situación es crítica porque poco a poco se aleja la posibilidad de controlar este caos en el que nos sumergimos cada día. Las consecuencias para la salud mental son obvias: estrés, ansiedad, irritación… Peor suerte tuvieron las 2.771 personas que fallecieron en 2020 en carretera. Y eso que fue un año de pandemia y confinamiento.
Y no confíen en las bienintencionadas campañas de educación. Hace tiempo que sobrepasamos ese punto.