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Grilletes, capuchas, inyecciones y malos tratos: un recorrido por los pasillos y celdas de un centro de reeducación de Xinjiang

Grilletes, capuchas, inyecciones y malos tratos: un recorrido por los pasillos y celdas de un centro de reeducación de Xinjiang

Grilletes, capuchas, inyecciones y malos tratos: un recorrido por los pasillos y celdas de un centro de reeducación de Xinjiang

Los archivos policiales de Xinjiang, la filtración que ha desvelado decenas de miles de documentos que ratifican la campaña de represión sistemática del Gobierno de Pekín contra la minoría musulmana uigur, han retratado por primera vez el modus operandi de la policía china en los llamados “campos de reeducación”. Una colección de fotografías tomadas en uno de estos centros en Tekes, en la prefectura de Ili Kazakh (Xinjiang), muestra a agentes armados mientras trasladan a internos o interrogatorios de reclusos en las denominadas sillas tigre, asientos preparados para encadenar a los detenidos e interpelarlos durante muchas horas —incluso días—. La crudeza de las imágenes evidencia la violencia del sistema carcelario que opera en los campos de reeducación, en los que China ha internado a entre uno y dos millones de uigures, y contradice la versión de Pekín, que sitúa estas instalaciones como centros de formación bajo el emblema de “transformación a través de la educación”.

Las fuertes medidas de seguridad que rodean estas instalaciones, que cuentan con muros, cercas, torres, sistemas de vigilancia y estaciones de policía armada, ya eran conocidas gracias a las imágenes satelitales. También filtraciones anteriores contenían documentos gubernamentales que exigían protocolos para impedir la fuga de los internos —es decir, no pueden marcharse libremente, como asegura Pekín— y la compra de equipo policial para armar a los funcionarios. Pero además de las fotografías de Tekes, la filtración, a la que ha tenido acceso EL PAÍS y que fue obtenida por una fuente exterior y anónima que pirateó los sistemas informáticos de la policía china, incluye documentos internos sobre los reglamentos de actuación policial de un centro de reeducación de Konasheher, en la prefectura de Kashgar, también en Xinjiang. La combinación de los dos grupos de archivos, el de las fotos de Tekes —con metadatos que las sitúan entre abril de 2017 y septiembre de 2018, al igual que el resto de las decenas de miles de archivos—, y el de los documentos de Konasheher, permite conocer las fuertes medidas de seguridad y las prácticas de maltrato policial que tienen lugar en los campos de reeducación en los que son internados los uigures.

1. Inyecciones forzosas y detenciones violentas

12:27:47
22 ago. 18

La imagen que encabeza este artículo, en la que un hombre mayor recibe una inyección, tomada el 25 de agosto de 2018, refleja los esfuerzos en la vigilancia de los detenidos, incluso cuando van a recibir tratamiento médico. El hombre está esposado y rodeado de agentes que portan bates. Según un informe de Amnistía Internacional, antiguos internos en centros de reeducación han confirmado que han recibido inyecciones sin su consentimiento. La fotografía certifica las pautas de seguridad que figuran en uno de los documentos filtrados de Konasheher, según el cual los detenidos que necesitan atención médica solo pueden ser enviados a un hospital si llevan un estricto control de seguridad. En concreto, deben ser escoltados por al menos cuatro personas (dos policías, un funcionario y un miembro del personal médico) y se debe limitar su movilidad con esposas o grilletes.

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La segunda imagen, que precede a este apartado, evidencia la dureza de las detenciones. Un hombre está siendo inmovilizado, con la intervención de cinco policías y dos funcionarios, que llevan garrotes de madera y esposas.

2. Arresto e interrogatorio en una ‘silla tigre’

16:28:58
25 sep. 18

16:31:35
25 sep. 18

16:32:42
25 sep. 18

Entre la primera fotografía de la serie de este apartado, captada el 25 de septiembre de 2018 por un funcionario de un centro de detención de Tekes, y la tercera, solo han transcurrido cuatro minutos, según los metadatos de los archivos. Pero esos cuatro minutos encierran el testimonio visual de un proceso de detención: un hombre, con la cabeza tapada con una capucha negra, camina con las manos y los pies esposados mientras varios policías armados con equipo antidisturbios lo rodean. Le están acompañando a la sala de interrogatorios, donde será sentado en una silla tigre mientras otro funcionario le hará preguntas. El uso de sillas tigre ha sido señalado en un informe de Amnistía Internacional como prueba de maltrato a los detenidos, que pueden llegar a pasar encadenados días enteros en este tipo de asientos.

3. Uso de grilletes, esposas y capuchas

12:09:14
30 sep. 18

12:10:55
30 sep. 18

El Gobierno de Pekín ha defendido que los denominados “centros de reeducación” son una especie de residencias donde los estudiantes, que según demuestran Los archivos policiales de Xinjiang pueden llegar a superar los 70 años, tienen libertad de movimiento. Sin embargo, estas dos imágenes muestran que los reclusos son tratados como peligrosos criminales, siempre rodeados de fuertes medidas de seguridad. Fueron tomadas el mismo día, el 30 de septiembre de 2018, con un margen de diferencia de un minuto, y en el mismo lugar, tal y como certifican algunos elementos que aparecen en ambas, como las líneas amarillas en el suelo y los colores de la pared. La secuencia es clara: un grupo de policías armados con bates y material antidisturbios rodea a unos detenidos. En la siguiente fotografía se descubre que los arrestados son dos personas que se encuentran en cuclillas con la cabeza cubierta y las manos esposadas, mientras dos agentes parecen manipular los grilletes de los pies.

4. Adoctrinamiento bajo vigilancia policial

11:03:32
29 sep. 17

19:36:27
28 sep. 17

10:44:28
03 sep. 17

La presencia policial es constante en los centros de educación, incluso en situaciones en las que los internos parecen estar siendo adoctrinados. En la primera imagen, un grupo de hombres forman dos filas bajo la atenta mirada de uniformados. “Parece que recitan o cantan algo”, explica el investigador alemán Adrian Zenz, que ha dirigido esta investigación en la que han participado 14 medios internacionales, incluido EL PAÍS. En la segunda, los detenidos miran lo que parece ser una charla televisada de Nurlan Abdumalin, gobernador de la prefectura de Ili Kazakh, según explica Zenz, custodiados también por un grupo de agentes. En la tercera fotografía, que aparentemente está tomada en una sala similar a la anterior, utilizada para la instrucción, los supuestos estudiantes están siendo cacheados.

5. Intervención de fuerzas especiales dentro del centro

12:30:10
14 feb. 18

12:30:22
14 feb. 18

La policía de los centros de reeducación está fuertemente armada. Existe, no obstante, una diferencia entre los agentes con apellidos de la región, a quienes solo les está permitido llevar armas que no sean de fuego, y los agentes han, la etnia mayoritaria en China, que sí pueden llevar rifles o pistolas. En el caso de que los arrestados intenten escapar o “creen problemas” en cualquier tipo de actividad, según aclaran documentos de Los archivos policiales de Xinjiang, se debe movilizar a un “grupo armado de ataque” y “todo el campamento debe ser sellado”. Pese al detalle con el que aparecen las instrucciones, no existe ninguna pauta sobre la recomendación de que el primer intento de frenar una rebelión sea de manera no letal, por ejemplo, con un disparo de advertencia o incluso en las piernas. Esta ausencia de protocolo demuestra la veracidad de la orden dada en uno de los discursos del exsecretario del Partido Comunista Chino (PCCh) en Xinjiang Chen Quanguo, de “disparar a matar” a los reclusos.

Estas dos imágenes de policías armados en lo que, según Zenz, aparenta ser un “simulacro antidisturbios o antifuga”, tomadas el 14 de febrero de 2018 en un centro de reeducación de Tekes, visualizan este proceso de movilización policial. Los agentes aparecen vestidos con ropa verde de combate y portando grandes garrotes de madera, armas de fuego, cascos y escudos, un material que no encaja, una vez más, con la imagen de residencia estudiantil que Pekín atribuye a los centros de reeducación.

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