El reto de los embarazos adolescentes
En nuestro país, el embarazo en adolescentes es un gran desafío con serias implicaciones emocionales, sociales y de promiscuidad sexual. El deterioro creciente de la estructura familiar, la inexistente o deficiente educación sexual en las escuelas. La pornografía y los mensajes alienantes que están llegando a nuestros niños y niñas y una autoridad que mira para otro lado, nos pintan un panorama tan triste y desconcertante que nos obliga como pueblo a empoderarnos y a tomar acción.
“Los datos oficiales disponibles indican que el 22% de las niñas entre 12 y 19 años se han embarazo alguna vez. Lo que llama la atención en un país que, como la República Dominicana, ha experimentado avances significativos en el crecimiento económico y mejoras en muchos de sus indicadores sociales” (PNUD, El embarazo en adolescentes: un desafío multidimensional… diciembre, 2017).
El 4% del PIB que se está entregando al Ministerio de Educación, es tanto dinero que la población espera una mejor calidad del desayuno y el almuerzo escolar, el mejoramiento y contratación de más docentes de calidad, y una adecuada y permanente educación sexual de las niñas y adolescentes más pobres y vulnerables. Acciones que todavía están por verse.
Una buena educación sexual en las escuelas, va a compensar lo que no pueden dar muchos de nuestros hogares por razones que conocemos y va a evitar el embarazo precoz, condición que predispone a enfermedades de transmisión sexual y la deserción de las aulas y los estudios. Causa fundamental del subdesarrollo que todavía nos arropa, no solo en lo económico, sino también en el conocimiento de nuestros deberes y derechos.
Hay que enseñar a nuestros niños y niñas a retardar en lo posible el inicio de las relaciones sexuales para un tiempo más adelante, que es un esfuerzo que vale la pena. Y si no es posible por la razón que sea, que estén capacitados para evitar las enfermedades de transmisión sexual y que conozcan los métodos más inocuos para evitar el embarazo.
Hay que educar en lo sexual y en todos los órdenes, y la autoridad está obligada a jugar su rol. Porque si seguimos en este desorden, viendo, oyendo y haciendo todo lo que se nos permite ver, oír y hacer, el futuro que estamos construyendo a nuestros hijos y nietos no será más ni menos que un gigante con pies de barro.