Putin justifica la invasión de Ucrania como la “única decisión posible para un país fuerte e independiente”
Llegó “la fecha más sagrada para los rusos”, como había calificado el Kremlin el Día de la Victoria sobre los nazis, que se conmemora este lunes, y el esperado discurso de Vladímir Putin fue más una justificación frente a su población de su ofensiva en Ucrania que una pista de sus futuros planes tras dos meses y medio de combates. “Fue la decisión de un país soberano, fuerte, independiente”, proclamó ante sus tropas el mandatario, ataviado con un lazo de la orden imperial de San Jorge frente al mausoleo de Lenin, tapado pese a que se conmemoraba la gran victoria soviética. Pese a la preocupación entre los rusos de que el presidente ordenara más sacrificios para impulsar su campaña militar, el mandatario no anunció la temida movilización.
Putin insistió en que no tenía otra alternativa más que la invasión, pese a que, cuando comenzó su masivo despliegue en torno a Ucrania a comienzos de 2021, aseguró que no iniciaría una guerra. La escalada entró en una nueva fase en otoño, cuando desplazó a sus fronteras más de 100.000 militares de todos los rincones del país. “Rusia rechazó preventivamente la agresión. Fue una decisión forzada, oportuna y la única correcta”, declaró el presidente ruso, que paradójicamente acusó a la OTAN de no haber escuchado sus propuestas meses después de que comenzasen los preparativos bélicos rusos.
“En diciembre del año pasado propusimos cerrar un acuerdo sobre las garantías de seguridad. Rusia llamó a Occidente a un diálogo honesto, a buscar soluciones de compromiso razonables, a tener en cuenta los intereses de cada uno. Todo en vano”, afirmó Putin antes de acusar a Estados Unidos y la OTAN de tener otros supuestos planes. “Estaban en marcha, abiertamente, los preparativos de otra operación punitiva en Donbás, para una invasión de nuestras tierras históricas, incluida Crimea. En Kiev anunciaron la posible adquisición de armas nucleares”, agregó el mandatario.
Putin explotó una vez más unas declaraciones que hizo el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en la Conferencia de Seguridad de Múnich que tuvo lugar pocos días antes de comenzar los ataques, el 24 de febrero. “Si no se garantiza la seguridad de nuestro país, Ucrania tendrá todo el derecho a creer que el Memorando de Budapest no funciona y todo su paquete de decisiones de 1994 está en duda”, dijo entonces el líder ucranio en referencia al acuerdo postsoviético por el que su país se deshizo de las armas nucleares a cambio de que Rusia garantizase su soberanía territorial. Realmente, aquel día Zelenski propuso que su nación recibiese nuevas garantías de seguridad por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, Turquía y Alemania.
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“Es nuestro deber guardar la memoria de quienes aplastaron al nazismo, quienes nos legaron estar atentos y hacer todo lo posible para que el horror de una guerra global no vuelva a pasar”, se justificó Putin. Según su versión de los hechos, Estados Unidos y otros países de la OTAN habían enviado “las armas más modernas” y “cientos de asesores extranjeros” a Ucrania, lo que amenazaba a su propio país. “Todo indicaba que sería inevitable un choque con los neonazis de Stepan Bandera, por quienes apostaron Estados Unidos y sus socios más jóvenes”, añadió con una mención al ultranacionalista ucranio que colaboró con los nazis en la Segunda Guerra Mundial en su lucha por la independencia de Ucrania de la URSS.
Para evitar mostrar a todo el país ninguna protesta espontánea, la señal de la televisión rusa se emitió con varios segundos de retardo. Ello no impidió que una televisión mostrase sus menús alterados con la frase “tenéis sangre en vuestras manos”, según una captura difundida por Reuters, y que unos periodistas del medio proKremlin Lenta publicaran en su web varios artículos críticos con la ofensiva.
Guerra por el ‘Russki Mir’
Vladímir Putin hizo hincapié en que el conflicto de Ucrania tiene una dimensión mayor y es realmente un choque con la globalización y los valores occidentales. “Estados Unidos comenzó a hablar de su exclusividad tras el colapso de la Unión Soviética, humillando no solo al mundo entero, sino a sus satélites. Pero somos un país diferente, jamás renunciaremos al amor a la patria, a la fe y los valores tradicionales, a las costumbres de nuestros antepasados”, señaló el mandatario desde la tribuna de la Plaza Roja.
Esta concepción del mundo ruso es conocida como el Russki Mir, un concepto que va más allá de las fronteras y que legitimiza a los ojos del Kremlin cualquier acción militar donde haya que proteger “un alma rusa”, desde las regiones separatistas de Transnistria, en Moldavia, hasta la georgiana Osetia del Sur, pasando por lo que hasta ahora llama “operación militar especial para la defensa de Donetsk y Lugansk”. Tras la irrupción de sus paramilitares en el este de Ucrania en 2014, Moscú comenzó a entregar cientos de miles de pasaportes rusos en aquellos territorios separatistas, pese a que no los reconoció durante años y solo lo hizo la misma semana que sus tropas entraron en Ucrania.
El mandatario comenzó su discurso enumerando diferentes batallas históricas, desde Borodino, contra Napoléon, a Kiev y Stalingrado, contra Hitler, para subrayar que “así luchan estos días por nuestra gente en Donbás, por la seguridad de nuestra patria, Rusia”.
En las gradas de la Plaza Roja no solo estaban algunos de los últimos veteranos que quedan de la Gran Guerra Patria, sino también el círculo más próximo a Putin. Una de las estampas con más carga simbólica la dejaron el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa y sus dos acompañantes, quienes han figurado alguna vez en la lista de posibles sucesores del mandatario. Kiril, sancionado por la Unión Europea por su apoyo explícito a la ofensiva en Ucrania, estuvo acompañado por el expresidente Dmitri Medvédev, una de las voces del ala más dura del Kremlin, y por el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, cuya popularidad se disparó en Rusia por su gestión del coronavirus y que en esta crisis ha optado por no quemarse al pasar a un discreto segundo plano.
Otras paradas militares
El desfile comenzó con el tañido de las campañas y la llegada de dos banderas, la de la Federación de Rusia y la que conmemora “el asalto al Reichstag en Berlín al final de la Gran Guerra Patria”, como narró la profunda voz del locutor, quien emuló la introducción de la radio soviética que anunció la invasión alemana y su derrota. “¡Habla Moscú!” (Govorit Moskvá, en ruso), proclamó al público. Después, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, pasó revista a las tropas en un coche descapotable ante las tropas. El general, muy criticado por el desarrollo de la ofensiva, felicitó a cada unidad “por la victoria en la Gran Guerra Patria”, como se conoce la Segunda Guerra Mundial en Rusia. Estas respondieron con el tradicional “¡hurra!”, el grito de guerra del ejército ruso, desde la victoria en la batalla al asalto a pecho descubierto contra el enemigo. Uno de los momentos más especiales del desfile fue el paso de algunos militares recién llegados de Ucrania.
Rusia ha celebrado el Día de la Victoria con desfiles militares de un extremo al otro del país, desde la península asiática de Kamchatka al bastión de Kaliningrado, en pleno centro de Europa. Sin embargo, este año han sido más discretos que los anteriores. En el distrito militar occidental, en las regiones más próximas a Ucrania, como Vorónezh, se ha suprimido la presencia de vehículos de combate, muchos de ellos comprometidos en el frente, y solo han desfilado los soldados.
En la capital rusa el acontecimiento también fue menor que en 2021. Por la Plaza Roja de Moscú marcharon 129 vehículos de combate y 10.000 militares, frente a los 191 y 12.000, respectivamente, del 2021. Como manda la tradición, la marcha blindada la encabezó un T-34, el carro blindado que formó la espina dorsal de las fuerzas armadas soviéticas en su Gran Guerra Patria.
Sin embargo, las nubes impidieron dos de las apariciones más esperadas. Por un lado, una agrupación de veteranos aviones de combate Mig-29 que debía dibujar una Z en el cielo, el símbolo pintado en los carros de combate que ha intentado viralizar la propaganda rusa, y por otro un Il-80, “el avión del Juicio Final”. También conocido como “el Kremlin volador”, se trata de un enorme avión equipado con todos los medios necesarios para que el presidente dirija el país desde el aire en caso de guerra nuclear.
Tras guardar un minuto de silencio en medio del discurso, Putin anunció nuevas ayudas para las familias de los militares rusos fallecidos y heridos en Ucrania. No obstante, durante su discurso no mencionó la temida movilización que los rusos comentaban estos días y que el Kremlin había negado repetidas veces estas semanas.
Un supuesto “renacimiento nazi”
El debate estaba en la calle. Además de las declaraciones oficiales del portavoz de Putin, llamó la atención hace unos días la reaparición en la televisión pública del analista Mijaíl Jodarénok, el ex teniente coronel que predijo a principios de febrero que fracasaría una ofensiva total como la emprendida por el Kremlin. En su intervención consideró un sinsentido la movilización a corto y medio plazo. “Si formamos una nueva división blindada, estará lista como mínimo en 90 días y no tendrá armas modernas porque simplemente no contamos con equipamiento actual en nuestras reservas. Enviar tropas con armas de ayer a una guerra del siglo XXI, para luchar contra el armamento de la OTAN, no sería lo más correcto”, afirmó.
Por su parte, los halcones del Kremlin hicieron un llamamiento a sovietizar la economía. El secretario general del Consejo de Seguridad ruso, Nikolái Patrúshev, concedió una entrevista hace un par de semanas al boletín oficial del Kremlin, Rossíiskaya Gazeta, donde instó a que la economía se sometiera a las directrices del jefe de Estado.
El exdirector del Servicio Federal de Seguridad (FSB), una de las personas más influyentes del Gobierno, dibujó un mundo donde Estados Unidos, “acostumbrada a caminar sobre tierra arrasada”, ha declarado una guerra encubierta contra Rusia porque esta “no está dispuesta a renunciar a su soberanía, su conciencia propia y su cultura”, y aseguró que “la historia se repite” y se está produciendo “un renacimiento de las ideas nazis en Europa”.
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