Álvaro Uribe cuestiona el fallo de la jueza que le encamina a un juicio por fraude procesal
Álvaro Uribe no da su brazo a torcer en el caso que hay abierto en su contra por presunta compra de testigos y fraude procesal. El expresidente, la figura política más trascendental de Colombia en los últimos 20 años, ha esperado hasta el domingo por la noche para reaccionar de forma contundente contra la resolución de una jueza que hace cuatro días, en contra del criterio de la fiscalía, aprobó que la investigación siga su curso. Uribe, de 69 años, se encamina a enfrentar un juicio que tendría una enorme repercusión en el país, enfrascado en este momento en una dura campaña presidencial. Su sombra es una constante en la historia moderna colombiana.
Uribe no parece querer que el caso se quede al margen de la contienda electoral. El comunicado que leyó e hizo público se titula Expropiaron mi reputación. Sus asesores aseguran que no es una referencia velada a Gustavo Petro, pero cuesta creerlo. El candidato de izquierdas y Uribe, poseedor de grandes extensiones de tierra en la región caribeña de Córdoba, han polemizado en el pasado sobre la utilidad de los terrenos. Petro, meses antes del inicio de campaña, propuso que los grandes latifundios no explotados puedan ser comprados por el Gobierno y puestos a trabajar para producir alimentos que no haya que importar. Se refirió directamente a las fincas de Uribe, que no se lo tomó nada bien y le acusó de querer expropiarle lo que es suyo.
Suena demasiado casual que ahora haya usado ese verbo para cuestionar el fallo de la jueza. Uribe y Petro, que en su época de congresista destapó las relaciones entre el paramilitarismo y la política, mantienen una relación tensa desde hace años. Aprovechan cualquier coyuntura para enzarzarse. Petro visitó el sábado pasado Montería, la capital de Córdoba, y dio un mitin junto a una de las fincas de Uribe y sus hijos. Se refirió a ellos constantemente, para diversión de los presentes. El expresidente le ha contestado ahora de manera oculta aunque evidente.
Uribe lleva enredado desde 2018 en este caso que le trae continuos dolores de cabeza y que ha interrumpido su carrera política. La Corte Suprema de Justicia dictaminó hace cuatro años que había suficientes pruebas para asegurar que algunos testigos recibieron compensaciones de enviados suyos para favorecerlo en un caso judicial. En el momento en el que eso ocurrió era senador y debía enfrentarse a la Corte. Para no hacerlo, renunció a su escaño para caer en manos de la fiscalía, controlada por alguien cercano al presidente Iván Duque, delfín de Uribe.
La jugada funcionó. La fiscalía desestimó pruebas como llamadas telefónicas y grabaciones en la cárcel para pedir el archivo de la causa. Iván Cepeda, el senador de izquierdas al que Uribe supuestamente trató de entrampar, recurrió el cierre del caso y, después de varias vueltas en el intrincado sistema judicial colombiano, el asunto cayo en manos de una jueza. El miércoles contradijo a la fiscalía y pidió que la investigación siguiera en marcha.
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El expresidente ha enumerado 40 contradicciones en la causa, que en un principio era una denuncia de Uribe contra Cepeda. La Corte archivó el caso contra él y en su lugar le abrió una a Uribe. De perseguidor a perseguido. Según la versión que ha dado ahora, hay un gran número de evidencias que prueban que nunca ordenó buscar testigos sino corroborar información que le llegaba. “Jamás tomé la iniciativa de ofrecer un beneficio, ni autoricé ni supe previamente de giros de dinero, ni pasó por mi cabeza pedir que mintieran u ocultaran la verdad”, expuso en una intervención que difundió en directo por redes sociales. Al final, aseguró que él no ha sido más que un servidor público honesto y consagrado. En la versión escrita, en ese párrafo escribe la frase sobre la expropiación en letras mayúsculas, las únicas de todo el texto.
Uribe puede ahora recurrir la decisión de la jueza. Su futuro corre en paralelo al del país, nada extraño. En la ecuación ahora entró Petro, que en realidad nada tiene que ver con este asunto, pero que, como le ocurría a Uribe, al final acaba en medio de todas las discusiones. Dos planetas sobre los que orbita gran parte de la actualidad colombiana.
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