Mélenchon apremia a la izquierda francesa a cerrar un acuerdo para las legislativas
La imagen de todos los dirigentes de la izquierda francesa marchando tras una sola pancarta el 1 de mayo hubiese sido contundente en el primer gran pulso social contra el presidente, Emmanuel Macron, reelegido hace justo una semana. Sobre todo, de cara a las elecciones legislativas de junio, donde la izquierda busca una mayoría de diputados que le permita contener el nuevo quinquenio macronista. Una vez más, no pudo ser. Ante el estancamiento de las intensas negociaciones de la última semana para unir fuerzas tras la plataforma Unión Popular del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, este urgió el domingo a las demás formaciones de izquierda a pactar de inmediato y, en una amenaza velada, dio a entender que no piensa permitir que las conversaciones se eternicen.
“Si las discusiones no acaban esta noche, no acabarán jamás”, advirtió el también líder de Francia Insumisa en un mitin improvisado al comienzo de la tradicional marcha por el día internacional de los trabajadores en París. “Estamos a milímetros de entendernos”, aseguró. “Pero no nos prestaremos a una comedia interminable”, amenazó.
Con el 21,95% de los votos en la primera vuelta de las presidenciales, lo que lo dejó a las puertas de la segunda ronda, Mélenchon fue el candidato de izquierdas más votado, muy por delante del ecologista Yannick Jadot (4,6%), del comunista Fabien Roussel (2,3%) y de la socialista Anne Hidalgo (1,7%). Bajo ese argumento, los mélenchonistas han llamado a los demás partidos a unir fuerzas en torno a su plataforma, Unión Popular, y su programa. Mélenchon incluso ha lanzado ya su propaganda electoral, llamando a los votantes a votarle como primer ministro, es decir, a darle la mayoría de diputados en la Asamblea Nacional que le permitiría ser elegido como jefe de un gobierno de cohabitación con Macron.
Si bien ninguna formación discute la ventaja mélenchonista y las prerrogativas que esta supone, la insistencia de las fuerzas insumisas a que se acepte un “acuerdo estratégico” y no meramente electoral, asumiendo los principios de una “izquierda de ruptura”, se ha topado con la resistencia de los demás partidos, que temen quedar diluidos.
El primer secretario del Partido Socialista, Olivier Faure, marchó el domingo en París tras una pancarta propia. Aun así, se topó con Mélenchon y ambos se saludaron ante las cámaras. Poco antes, el responsable socialista ―principal impulsor de las negociaciones con los mélenchonistas pese a la dura oposición de una parte minoritaria, pero influyente, de su partido― aseguró que las conversaciones “continuarán” en las próximas horas, pero rechazó cualquier ultimátum. “No hay deadline [fecha límite], hay que conseguirlo y vemos que no estamos lejos de un acuerdo. Seguiremos hablando”, aseveró en declaraciones recogidas por la Agencia France Presse.
Un abrupto parón
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Las aceleradas discusiones para llegar a un acuerdo sufrieron un parón abrupto el viernes. Ese día, el PS envió una propuesta a los mélenchonistas asumiendo la mayor parte del programa del candidato de la izquierda populista, incluso el cuestionamiento de “ciertas reglas” de la Unión Europea. Sin embargo, horas más tarde, el equipo negociador socialista suspendía las conversaciones, instando a sus interlocutores a “romper con toda lógica hegemónica y aceptar la pluralidad”. Entre medias, el propio PS amenazaba con implosionar ante el rotundo rechazo al acuerdo de una corriente minoritaria, pero poderosa. Entre ellos hay históricos del partido como François Hollande o Jean-Christophe Cambadélis, predecesor de Faure, que este domingo llamó a los líderes socialistas a “oponerse” al acuerdo con Mélenchon y a “coordinarse para resistir y refundar” el partido. Entre los críticos al pacto también hay fuerzas emergentes como la presidenta de Occitania, Carole Delga. Para este sector, el acuerdo con los insumisos, que muchos altos cargos socialistas denuncian que no les ha sido consultado, supone una “rendición”, que cruza muchas líneas rojas de la formación europeísta y podría significar el “fin” del partido.
Mientras, los ecologistas y también los comunistas congelaron este fin de semana las negociaciones con los mélenchonistas. “Tras varios días de intercambios, constatamos que las propuestas de Francia Insumisa, que tiene la primera responsabilidad de forjar la unión, no han permitido en estos momentos lograr nuestro objetivo compartido de una nueva mayoría de izquierda”, declaró el comité nacional ejecutivo del Partido Comunista de Francia (PCF) en un comunicado. El texto reclama “una coalición de fuerzas sin hegemonía y una etiqueta común que refleje nuestra diversidad”. Por su parte, los mélenchonistas dicen no comprender las reticencias y aseguran que, “sobre el papel”, todo está negociado y que ellos han aceptado las propuestas de sus interlocutores.
Mientras los líderes de la izquierda se lanzaban mensajes a través de las cámaras, decenas de miles de personas desfilaron este domingo 1 de mayo en varias ciudades del país en la primera gran manifestación laboral desde la reelección de Macron, cuyo primer mandato estuvo marcado por fuertes protestas sociales, especialmente las de los chalecos amarillos, también presentes este domingo. Aunque las manifestaciones fueron en su mayor parte pacíficas, en París un grupo minoritario provocó disturbios y daños en varios comercios que llevaron al todavía ministro del Interior, Gérald Darmanin, a denunciar una “violencia inaceptable” y la detención de al menos 45 personas.
La promesa renovada de Macron de aumentar la edad de jubilación a los 65 años ha indignado a la mayoría de sindicatos, que habían llamado a hacer una demostración de fuerza este domingo. “La movilización del 1 de mayo debe ser lo más masiva posible. Más allá de los sindicatos, los ciudadanos deben salir a la calle para que las exigencias sociales y medioambientales sean escuchadas bien fuerte”, dijo Philippe Martinez, secretario general de la CGT, uno de los principales sindicatos del país. “No podemos darle un cheque en blanco” a Macron, insistió el líder sindical. Según la CGT, más de 210.000 personas se manifestaron el domingo en toda Francia, 50.000 en París. Un recuento independiente en la capital para la prensa francesa cifró en 21.000 los participantes en la protesta parisina. El año pasado, recordaba AFP, Interior fijó en 106.650 el total de manifestantes en Francia (170.000, según los organizadores), entre ellos 17.000 en París.
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