El coronavirus arrasa en los feudos ultras alemanes
No es raro ver a políticos ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD) protestar contra la obligatoriedad de llevar mascarilla en lugares cerrados o criticar las restricciones que aplica el Gobierno alemán para frenar el avance de la pandemia, como el cierre de los comercios no esenciales o de la hostelería. Alguno incluso ha acudido al parlamento regional del Estado de Hesse cubierto con una mascarilla con la leyenda “el burka de Merkel”. Las zonas con mayor proporción de voto a la extrema derecha de AfD son también las que tienen mayor incidencia de coronavirus, una correlación estadística que lleva semanas despertando la curiosidad de analistas y medios de comunicación. Ocurre especialmente en los estados del Este donde AfD consiguió porcentajes del voto de entre el 25 y el 35% en las elecciones generales de 2017. ¿Casualidad? Al menos para un miembro del Gobierno de Angela Merkel, no. El comisionado para asuntos del Este, Marco Wanderwitz, vinculó ayer ambas cosas y aseguró que quienes rechazan las medidas de contención contribuyen a la difusión del virus.
El Instituto de Estudios sobre la Democracia y la Sociedad Civil de Jena examina los datos para ver si es posible llegar a la conclusión de que las consignas de AfD provocan contagios al propiciar determinadas actitudes y comportamientos. Su director, el experto en ultraderecha Matthias Quent, asegura que la correlación estadística es “muy clara”. Pero avisa: “Correlación no es causalidad”. Otros factores podrían explicar que precisamente donde triunfa la extrema derecha haya explotado la segunda ola de la pandemia, como la renta de los habitantes de esas zonas, la distribución de la población o la calidad y accesibilidad de los servicios sanitarios. Hay que tener en cuenta todos esos factores, y comprobar si, excluyéndolos, sigue quedando en pie el voto a la extrema derecha como causa.
Wanderwitz está convencido de que la relación es de causalidad. “Naturalmente nadie se contagia por votar por AfD”, aseguró ayer en una entrevista con varios medios regionales del grupo RND recogida por la agencia Efe. Pero según su razonamiento, si los votantes y simpatizantes del partido de ultraderecha siguen sus consignas y no respetan las restricciones, están facilitando que se produzcan más contagios. Además de AfD, Wanderwitz mencionó otros grupos negacionistas como los Reichsbürger (Ciudadanos del Reich), un movimiento ultraderechista y antisemita que no reconoce la legitimidad del Gobierno alemán, y a círculos esotéricos. “Si rechazan las medidas, en última instancia están ayudando al virus a extenderse”, afirmó. El comisionado también relacionó la tendencia a negar la realidad que, en su opinión, se aprecia en algunas regiones de la extinta RDA, con lo que ocurrió en Estados Unidos con los votantes de Donald Trump en la campaña electoral de 2016.
El verano pasado varios miles de personas se manifestaron en Berlín para protestar contra las medidas de prevención frente al coronavirus bajo el lema “El fin de la pandemia, día de libertad”. Lo hacían convocados por Querdenken (pensamiento lateral), un movimiento nacido en Stuttgart que aglutina a contrarios a las vacunas, libertarios, conspiranoicos y ultraderechistas que buscan desestabilizar aprovechando la crisis del coronavirus. Cuando se produjeron las protestas, en Alemania no había habido confinamiento —ahora sí lo hay, aunque no es domiciliario: está cerrada la restauración, el ocio, el deporte, la cultura, el comercio no esencial y los colegios— y los servicios sanitarios habían aguantado bien la primera ola. Desde el verano, AfD está multiplicando los mensajes de rechazo a las medidas contra la pandemia.
“Es muy difícil probar una hipótesis así. Necesitaríamos observar el comportamiento de cada persona durante la pandemia y tendríamos que saber qué piensa. Casi imposible”, asegura el sociólogo Alexander Yendell, de la Universidad de Leipzig. “Pero creo que es muy plausible que el apoyo a AfD vaya asociado a la negación del peligro del coronavirus, a no comportarse de manera solidaria y por tanto muy probablemente a extender el virus en mayor medida que personas que votan a otros partidos”, añade. Yendell recuerda que los votantes de AfD sienten que las restricciones les afectan especialmente —el 56% dijeron en una encuesta reciente de Forsa que las restricciones eran “excesivas”— y que infravaloran la letalidad del virus o creen que no existe.
El investigador de la Fundación Konrad Adenauer Jochen Roose publicó en diciembre pasado un trabajo en el que compara la penetración de las teorías de la conspiración justo antes de la pandemia y en septiembre pasado. En general, la población alemana no es más conspirativa ahora que antes de la llegada del coronavirus, concluye el estudio, realizado a partir de casi 4.800 entrevistas. Sin embargo, entre los votantes de AfD sí había aumentado la creencia en que poderes ocultos controlan el mundo. En la segunda ola de la encuesta los entrevistadores preguntaron por el coronavirus. A la pregunta de si la pandemia “es un pretexto para reprimir a la ciudadanía”, un 24% de quienes habían votado a la extrema derecha contestaron que “seguro que sí” y otro 41% que “probablemente sí”. La media de los votantes de todos los partidos fue del 5% para la primera respuesta y el 9% para la segunda.
Las regiones que han tenido más casos de covid se encuentran en los Estados de Sajonia y Turingia. En Sajonia, los distritos fronterizos con Polonia y República Checa (Görlitz, Bautzen, Erzgebirgskreis…) acumulan más de 5.000 casos de coronavirus por 100.000 habitantes desde el inicio de la pandemia y son las regiones donde AfD cosechó mejores resultados en las elecciones, con más de un 30% del voto. En algunos distritos de Turingia donde el partido obtuvo alrededor del 25% de las papeletas, como Hildburghausen, la incidencia del virus también es muy elevada.