Amanda Gorman, la poeta que infunde esperanza en el futuro

Amanda Gorman, la poeta que infunde esperanza en el futuro

Amanda Gorman se convirtió a sus 22 años en la poeta más joven en participar en la investidura de un presidente de Estados Unidos. El hito es anecdótico con lo que realmente consiguió con The Hill We Climb (La colina que subimos, en su traducción al español), el texto que declamó en los primeros minutos de la era de Joe Biden. Fue un elocuente retrato, cincelado con la cadencia de las palabras, que dibujó el país dividido que dejó la furia de Donald Trump. Un testimonio sobre la luz y la esperanza que llegan para los olvidados por el republicano, gente como ella: una afroamericana criada por una madre soltera en un barrio multicultural de bajos recursos.

Gorman fue galardonada en 2017, cuando tenía 19 años. Obtuvo en Nueva York el primer premio National Youth Poet, entregado por la organización Urban World, que se enfoca en el trabajo literario y artístico para los jóvenes. La poeta, originaria del sureño barrio de Watts de Los Ángeles (California), fue reconocida por su labor como activista en su comunidad, donde organizó un recorrido por las librerías del condado y da clases de escritura creativa para jóvenes como ella.

La autora es hija de una madre soltera que trabaja como maestra de sexto año en Watts, un barrio lleno de negros y latinos de bajos recursos al sur de la ciudad californiana. “Me ha dotado del valor de la educación. No solo para mí sino para los otros… Me sirvió para llevar mi educación a otro nivel”, ha contado Gorman sobre su crianza. En Watts solo el 3% de sus habitantes tienen estudios superiores.

La joven ha dicho que siempre comienza sus cursos haciendo dos preguntas a sus alumnos de los talleres de poesía: ¿en los hombros de quién estás parado? ¿Qué es lo que te mueve? Después, ella comparte las tres oraciones que conforman el mantra que se repite cada vez que está por declamar su poesía. “Soy hija de escritores negros/ Que descendieron de luchadores por la libertad/ Que rompieron sus cadenas y cambiaron al mundo”.

“La poesía es un arma, un instrumento para el cambio social”, dijo la mañana del miércoles Gorman a la cadena nacional CBS. Sus poemas están llenos de los problemas que agobian a su generación, la marginalidad de las minorías, el cambio climático, la inequidad económica y el racismo. Su estilo es el de alguien dispuesta a superar obstáculos. Ha reconocido que tiene algunas dificultades de habla, al igual que el presidente Biden, y que en sus declamaciones siempre tiene problemas con la dicción de la r. Para practicar, ensayó una y otra vez la canción Aaron Burr, Sir -repleta con la letra-, del musical superventas basado en uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Alexander Hamilton. Como guiño, metió una referencia a la obra de Broadway en su poema del miércoles, que concluyó la noche del 6 de enero tras ver horrorizada el asalto al Congreso: “En esta verdad, en este hecho confiamos/ Porque mientras tenemos los ojos en el futuro/ La Historia tiene los ojos puestos en nosotros”.

Gorman se convirtió en una estrella nacional en cuanto se confirmó su participación en la investidura de Biden. Solo tiene un libro de poemas, The One For Whom Food Is Not Enough (Aquel para quien no es suficiente la comida, en español), autopublicado en 2015. Su próximo será uno ilustrado para niños que pretende recordarles “que tienen el poder de transformar al mundo”. El libro será publicado en septiembre, pero ya tuvo una alta demanda de ejemplares en su preventa tras la actuación en el Capitolio.

Gorman se une a un puñado de poetas que han embellecido con palabras las crudas formas del poder. En 1961 Robert Frost cambió de planes para John F. Kennedy, el primer católico que llegó a la Casa Blanca (Biden es el segundo). Frost declamó de memoria una obra suya, obligado por los fuertes vientos que le impidieron leer del atril el texto que escribió para la ocasión. La joven californiana también sigue la estela de Maya Angelou, quien en 1993 declamó En el pulso de la mañana, hace exactamente 27 años, durante la investidura de Bill Clinton. Gorman también leyó los textos de Richard Blanco y Elizabeth Alexander de las ceremonias de la era Obama.

En una de las muchas entrevistas que Gorman ha dado en su meteórico ascenso, la poeta-activista contaba su primer recuerdo político. No fue ningún mitin o protesta. Se trató de un recuerdo de infancia en el que su madre la obligó a memorizar la Advertencia Miranda, el aviso que la policía debe dar a los detenidos. “Mi mamá quería asegurarse de que estuviera preparada para crecer con la piel negra en este país. Ese fue mi primer despertar al clima político en el que vivíamos”, respondió.

Y ese es el país que digirió para su obra, con miras al futuro: “Hemos aprendido que la tranquilidad no siempre es paz/ En las normas y nociones de lo que es justo no siempre es justicia”, dijo al arranque, en un reflejo de la voluntad de cambio que muchos vieron representado en una joven afroamericana californiana de 22 años.

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