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La tensión bélica también castiga la economía rusa

La tensión bélica también castiga la economía rusa

La tensión bélica también castiga la economía rusa

El redoblar de los tambores de guerra en el este de Europa no solo está desgastando psicológicamente a infinidad de personas que temen desde hace meses ser víctimas de una contienda armada. La tensión también se está llevando por delante la paciencia de los inversores rusos, que ven cómo sus acciones se diluyen desde que comenzó en noviembre esta nueva partida de ajedrez entre el Kremlin y la Casa Blanca. El enorme despliegue militar ruso y la advertencia de EE UU de que impondrá las sanciones más duras que ha visto nunca Moscú han hundido las Bolsas y devaluado el rublo a la espera de que se aclare qué pasará con Ucrania. Pese a que el barril de petróleo está a un precio enorme, la divisa rusa no se fortalece, sino que apenas aguanta.

El nerviosismo de los inversores se ha disparado tras las infructuosas negociaciones de la OTAN y Rusia tras la Navidad. Ninguna de las partes ha cambiado de postura en las reuniones que se han sucedido en las últimas semanas entre los responsables del Gobierno ruso con EE UU y la OTAN. Tras la cita del pasado viernes entre el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo estadounidense, Antony Blinken, el Kremlin subrayó que espera una respuesta por escrito de Washington esta semana. “Si la contestación es decepcionante, el presidente [Vladímir Putin] tomará decisiones políticas serias”, advirtió el viceministro de Exteriores, Serguéi Ryabkov.

Mientras, esta cuenta atrás pasa factura a los propios mercados rusos. Pese a su ligera recuperación de ayer, el índice bursátil RTS, basado en dólares, ha perdido un 30% de su valor —de 1.867 a 1303 puntos— desde que el 2 de noviembre del pasado año la agencia Bloomberg publicase que la inteligencia estadounidense conocía el rearme ruso junto a Ucrania. En el caso del índice MOEX, establecido en rublos, ha perdido en ese periodo un 24%, al pasar de 4.235 a 3.218 puntos.

La divisa rusa tampoco es ajena a la tensión. Cotizaba a 83 rublos por euro en noviembre, justo antes de conocerse el despliegue, y ayer se situó oficialmente en 88,7 rublos por euro, aunque algunos de los principales bancos del país compraban la moneda europea a más de 90.

“Solo el final de las tensiones geopolíticas podrá cambiar los mercados. Después, las acciones se moverán hacia precios con fundamentos sólidos”, afirma Antón Prokudin, jefe de macroeconomía de la sociedad de inversión Ingosstraj-Investitsi. “El riesgo país se ha triplicado en dos meses para los mercados”, afirma el analista, que destaca que los mercados atribuyen a la deuda rusa el mismo nivel de peligro de impago que a Brasil pese a que el rating del país latinoamericano es “tres o cuatro niveles inferior al ruso”.

Pese a la estrategia del Kremlin para sustituir las importaciones por producción nacional desde que comenzaron las sanciones en 2014, el país depende de los mercados exteriores. Y la devaluación del rublo agrava aún más la presión inflacionista sobre los consumidores y las empresas, como reconoció el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, que admitió que los precios actuales “no son aceptables para nadie en Rusia”. Y en pleno enfrentamiento con Estados Unidos, los mercados rusos están pendientes no solo de su propio banco central, sino también de la reunión de esta semana de la Reserva Federal de EE UU (Fed), que podría subir los tipos de interés y provocar una mayor huida de capitales del país eslavo.

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“Los inversores temen que, debido a la alta inflación, la Fed se vea obligada a endurecer la política monetaria más de lo esperado”, escribe Bogdan Zvárich, analista de la sociedad de inversión Banki. “Si persiste una inflación elevada, los mercados pueden ver hasta cinco subidas de tipos, un factor negativo para los activos de riesgo”, agrega Zvárich. Y hoy por hoy, con la guerra de Ucrania en el aire, los mercados rusos parecen un sector de mucho riesgo para el inversor.

A falta de conocerse la lista definitiva de sanciones en caso de un recrudecimiento de la guerra de Ucrania, EE UU y la UE no solo contemplan castigar a la élite rusa —incluido Putin—. También está sobre la mesa cerrar los mercados occidentales a Rusia, suspender la compra de gas y petróleo, desconectar su banca del sistema bancario Swift o —un golpe aún más duro— prohibir las operaciones en dólares con las empresas y ciudadanos rusos.

Según el fondo Ingosstraj-Investitsi, el cambio actual de la divisa rusa con el dólar incluye una prima de sanciones de unos cinco o siete rublos. “No sabemos qué tipo de sanciones se impondrán contra Rusia, pero creemos que la opción del embargo está excluida y que otras sanciones no darán una prima de más de cinco o siete rublos extra”, afirma Prokudin.

El efecto de las sanciones es visible en la devaluación rusa: el 1 de marzo de 2014, semanas antes de la anexión de Crimea, el dólar y el euro se cambiaban a 36,6 y 48,8 rublos, respectivamente, con el barril de crudo a más de 100 dólares. Entrada la guerra del Donbás, el 1 de enero de 2015, el cambio era de 60,2 rublos por dólar y 70,6 por euro. La divisa rusa cotizaba ayer a 78,7 rublos por dólar y 88,7 rublos por euro.

Barriles de petróleo

El tipo de cambio actual es cercano a la devaluación de mayo de 2020. Pero hay una diferencia notable: el precio de los hidrocarburos, la principal fuente de ingresos del Gobierno ruso, se había hundido entonces. En aquella época ya había comenzado la pandemia del coronavirus y, con todo el mundo encerrado en casa y sin vacunas, el barril de petróleo brent cotizaba a unos 30 dólares, un tercio de los 88,4 dólares que vale hoy.

“Los precios altos del petróleo ya no impiden la caída del rublo, sino que solo frenan ligeramente su colapso”, afirma el popular economista Ígor Nikoláyev en su canal de YouTube. “¿Qué pasará con el rublo si el precio del crudo también cae? La conclusión es obvia”, se pregunta retóricamente antes de predecir que esto puede ocurrir en cuestión de unos meses a dos años. “Los precios de los hidrocarburos han subido porque la economía mundial está en la fase inicial de la transición energética y por la enorme inversión en combatir la covid-19, pero esto es un fenómeno temporal. El barril de petróleo comenzará a abaratarse en un futuro”, advierte Nikoláyev.

En 2019, justo antes de la pandemia, el crudo y el gas suponían un 19,2% del producto interior bruto de Rusia, según la agencia estatal de estadísticas Rosstat. Según Goldman Sachs, el barril costará unos 100 dólares este año, aunque la Agencia de la Energía de EE UU estima que bajará a 75 dólares. De quién acierte dependerán los presupuestos del Kremlin.

Contener la devaluación del rublo es una prioridad para el Gobierno ruso. El pasado lunes, el banco central suspendió por tiempo indefinido la compra de divisas extranjeras “para reducir la volatilidad en los mercados financieros”. Este organismo, que trata de contener una inflación que el año pasado alcanzó oficialmente el 8,3%, ha dejado de cumplir así una regla fiscal que le obliga a adquirir monedas extranjeras cuando los ingresos del petróleo superan los 44 dólares por barril.

“Si el riesgo de conflicto disminuye, el tipo de cambio volvería a unos 75 rublos por dólar. El horizonte de 2022 parece difícil para los mercados financieros”, afirma Natalia Orlova, jefa de análisis de Alfa Bank. Y en opinión de Oleg Kochétkov, de MTS Banka, “el rublo está dominado por la geopolítica. Si acaban las tensiones, tendrá una fuerte revalorización”.

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