La represión se agrava en Túnez con la detención de destacados líderes islamistas
Túnez está viviendo estos días escenas que creía ya superadas desde el fin de la dictadura, en 2011. El vicepresidente del partido islamista Ennahda y antiguo ministro de Justicia (2011-2013), Nordín Biri, de 63 años, fue detenido en la mañana del 31 de diciembre por agentes de paisano cuando salía de casa junto a su esposa. Los policías lo introdujeron a la fuerza en un vehículo sin presentar ninguna orden judicial, según denunciaron diversas ONG. Ese mismo día también fue arrestado Fati Baldi, miembro de la misma formación y antiguo funcionario del ministerio del Interior.
Said Benarbia, responsable de la ONG Comisión Internacional de Juristas (CIJ) para el Magreb, indicó a EL PAÍS que Túnez atraviesa su peor momento desde el inicio de la primavera árabe, hace 11 años. “Esto recuerda la época de las desapariciones forzadas, las detenciones secretas, los juicios injustos ante los tribunales militares, y el uso indebido de medidas de excepción y de lucha contra el terrorismo”, afirmó.
El presidente del país, el jurista Kais Said, de 63 años, provocó una gran convulsión en el país el pasado 25 de julio cuando destituyó al primer ministro, Hichem Mechichi, y suspendió las actividades del Parlamento, órgano que seguirá clausurado durante los próximos 12 meses. Said prometió luchar contra la corrupción, derogar la Constitución de 2014 y devolver el poder al pueblo. Pero de momento es él quien se beneficia del mayor uso de poder que jamás obtuvo una persona en Túnez desde que el dictador Zine el Abidine Ben Alí huyó del país el 14 de enero de 2011. La Unión Europea, Estados Unidos, y varias ONG internacionales han alertado sobre la merma de libertades en el país.
El ministerio del Interior no ofreció ningún comunicado sobre las causas de la detención de los dos dirigentes de Ennahda hasta la tarde del viernes 31 de diciembre. En su mensaje aseguró que se había ordenado la detención de dos personas –de las que no se ofrecía sus nombres– “como medida preventiva”, ante la necesidad de “preservar la seguridad nacional”. Por su parte, la formación islamista calificó la acción de un “secuestro” que “marca la entrada del país en el túnel de la dictadura”.
Los familiares permanecieron 48 horas sin saber dónde se encontraba Biri. Al cabo de dos días fueron informados de que el dirigente había sufrido un problema de salud durante su detención y fue trasladado a un hospital de la localidad de Bizerte, a 60 kilómetros al norte de la capital. Finalmente, el pasado lunes 3 de enero, el ministro del Interior, Tufik Charfedín, aludió en una conferencia de prensa a la posible causa de la detención, sin mencionar los nombres de los dos detenidos. El ministro evocó de forma vaga un caso de “sospecha de terrorismo” que se remonta a 2013 y afecta a un asunto de pasaportes en la embajada de Viena en Túnez. Todo parecía demasiado nebuloso.
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Nordí Biri, que padece diabetes y problemas de tensión, se negó en principio a aceptar alimentos y medicinas en el hospital. El presidente Kais Said le acusó de intentar convertirse en una víctima. Biri, finalmente, aceptó ingerir alimentos y se encuentra en estado estable. Pero continúa bajo control de la policía.
Liberación o inculparles con pruebas
Eric Goldstein, director de Human Rights Watch en África y Oriente Próximo, asegura que las autoridades deberían liberar a los dos dirigentes de manera inmediata o inculparles si tienen pruebas de que cometieron algún delito. “Es tan simple como eso”, señaló en un comunicado.
Mientras tanto, el pasado miércoles, la justicia tunecina convocó a 19 dirigentes opositores para el próximo 19 de enero. Se les acusa de cometer irregularidades electorales. Entro ellos se encuentran los principales líderes de la oposición y el expresidente Moncef Marzuki (2011-2014), quien ya ha sido condenado en ausencia el pasado 22 de diciembre por un tribunal de Túnez que le acusa de atentar contra la seguridad del Estado desde el extranjero.
Marzuki, que se encuentra en París, es uno de los personajes que con mayor claridad ha criticado a Kais Said. Marzuki declaró en varias ocasiones que votó por Kais Said en las presidenciales de 2019, pero tras el pasado 25 de julio, cuando Said asumió poderes extraordinarios y comenzó a gobernar por decreto, lo tachó de “golpista” y de “dictador”.
La condena a cuatro años de cárcel de Marzuki despertó críticas en Túnez. Una de las más leídas fue la del periodista y ensayista Mehdi Kattou, quien escribió para sus más de 43.000 seguidores de Facebook que era “una vergüenza” condenar “por sus opiniones” a un expresidente del que él mismo –Kattou– ha sido uno de sus más feroces críticos.
Kattou se muestra muy crítico con el partido islamista Ennahda, que ha gobernado durante gran parte de la última década en Túnez y también con el presidente Said. “La situación es compleja”, asume. “La mediocridad que ha existido durante 10 años en toda la clase política y la parodia de la democracia que ha habido en esta década está empujando a los ciudadanos a hacer concesiones que corren el riesgo de ser irreversibles”. En cuanto a Said, el periodista concluye: “Toda persona que dispone de tales poderes sin contrapeso ninguno cae siempre en el autoritarismo”.
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