Conte supera la primera votación en el Parlamento
El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, compareció el lunes en la Cámara de Diputados para pedir el apoyo de los parlamentarios y someterse a la primera votación de confianza (la siguiente será hoy en el Senado). El Gobierno se encuentra pendiente de un hilo tras la retirada del apoyo del partido de Matteo Renzi, Italia Viva. “¿Había necesidad de abrir una crisis política en esta fase? No. Hemos cumplido cada esfuerzo para intentar que esta crisis explotase”, afirmó el primer ministro con amargura durante su primera intervención.
La votación en la cámara era un trámite. La superó con mayoría absoluta: 321 a favor y 259 en contra. Pero se buscan paracaidistas que rescaten al Ejecutivo. Conte aseguró que “no se puede borrar lo sucedido”. “Hay que pasar página”, lanzó cerrando la puerta a una reconciliación con Renzi. A pesar de ello, intentó defender la obra del Ejecutivo, tratando de poner en valor el trabajo realizado estos meses para seducir a nuevos aliados. Parecía olvidar Conte en algunos momentos que no se trataba de un balance de legislatura, sino de la defensa numantina de un ataque dispuesto a tumbarle si no logra sustituir a Renzi. Fue uno de los discursos menos hilados de cuantos ha realizado en el Parlamento durante estos tres años.
El europeísmo fue la llamada a la responsabilidad que lanzó a la desesperada el primer ministro para convencer a los llamados “constructores” —tránsfugas de otros partidos— a participar en una empresa de apoyo al Ejecutivo para mantenerlo en pie. “Necesitamos hombres y mujeres capaces de huir del egoísmo de la tentación de mirar a lo personal. Hombres y mujeres disponibles para mantener elevada la dignidad de la política. Este es el momento justo para contribuir a esa prospectiva [la de la construcción del país]”, lanzó. “Pido un apoyo líquido, transparente. A todos los que tengan a Italia en el corazón os pido: ayudadnos”.
Una súplica insólita y melodramática en el Parlamento italiano, que delata la falta de resultados de las promesas, llamadas e intercambios de los últimos días en el intento de reunir una nueva mayoría. Si le apoyan, además, prometió que seguiría combatiendo “los soberanismos” —Conte gobernó sin ningún problema con Matteo Salvini durante un año—, abandonar el control de los servicios secretos, como le pedía durante tiempo el propio Renzi, y un compromiso público con los ciudadanos para terminar de completar su proyecto político si logra superar la tormenta: “Yo estoy dispuesto a hacer mi parte”, terminó. Por la tarde, en el turno de réplica continuó en la misma línea, algo desesperada: “Es una llamada transparente y clara en la sede más representativa que es el Parlamento. Para construir juntos el futuro”.
La votación en la Cámara fue positiva para Conte. El martes, en cambio, deberá pasar por el Senado con una previsión mucho peor. Los números no anuncian nada bueno, y en el Ejecutivo ya comienzan a filtrar que podrían gobernar con una mayoría relativa. Una idea que debería sostener el presidente de la República, Sergio Mattarella, pero que parece arriesgada en un país de la fragilidad política de Italia.
Puentes rotos
Los puentes con Renzi están rotos, aseguró el primer ministro. “No se puede ya pensar en recuperar aquel clima de confianza para trabajar todos juntos en el interés del país. Este país merece un Gobierno cohesionado dedicado al bienestar de los ciudadanos para favorecer un relanzamiento de la economía. Es urgente”. Además, el premier italiano criticó fuertemente la oportunidad y los supuestos motivos del líder de Italia Viva para llevar al país hasta el borde del precipicio político. “Es una crisis en plena pandemia. Muchas familias que nos ven están sufriendo por la pérdida de sus queridos. Confieso que tengo un cierto malestar. Vengo a intentar explicar una crisis para la que los ciudadanos y yo mismo no vemos ni un solo fundamento”.
La ruptura con Renzi no quiere decir que Conte descarte pescar en el grupo parlamentario de Italia Viva. De ahí algunas de las concesiones que hizo de cara al futuro, como la renuncia al control de los servicios secretos. Conte remarcó que el Ejecutivo había hecho todo lo que Renzi pedía para solucionar la crisis. Especialmente las correcciones en el plan de recuperación que debe gestionar los fondos europeos. Pero no sirvió porque, según dio a entender el primer ministro, ese no era el objetivo.