Universitarias de Marruecos se plantan frente al chantaje sexual
La justicia de Marruecos ha comenzado a quitarse lentamente la venda de los ojos frente al chantaje o acoso sexual de los profesores universitarios contra sus alumnas. Hasta hace dos meses, la mayoría de los casos que trascendían a los medios de comunicación quedaban sin ningún seguimiento oficial. Pero ahora algunos jueces y funcionarios del Ministerio de Educación han comenzado a tomar cartas en el asunto. Las estudiantes están valiéndose de las redes sociales y utilizan etiquetas como #MetooUniv para sus denuncias. Detrás de ellas aparecen nombres de profesores acusados de pedir sexo a cambio de buenas notas.
El último caso sucedió el 27 de diciembre en la Escuela Nacional de Comercio y Gestión (ENCG) de la ciudad de Uchda, en el noreste del país, en la frontera con Argelia. Una cuenta anónima de Twitter difundió una conversación de WhatsApp entre un docente y una de sus alumnas. La estudiante le pedía que le validara unas pruebas y el profesor le exigió a cambio una “clase de felación”. Decenas de universitarias se manifestaron dos días después pidiendo la destitución del profesor. En Instagram también fue publicada una carta donde una mujer anónima asegura haber sufrido acoso del mismo hombre.
El docente en cuestión negó cualquier acusación y declaró al medio local Tel Quel estar sufriendo una campaña difamatoria. Pero el Ministerio de Educación envió a Uchda una comisión encargada de investigar el caso y ordenó la suspensión de funciones del docente. Mientras tanto, han dimitido el director del centro, el secretario general y la directora adjunta. La fiscalía también investiga el asunto.
Otro caso aún pendiente de sentencia estalló el pasado septiembre, en la ciudad de Settat, a 60 kilómetros al sur de Casablanca. De igual manera que en Uchda, en esta ocasión comenzaron a filtrarse en las redes sociales capturas de pantalla de conversaciones de WhatsApp entre un profesor y tres de sus alumnas, que resultaron ser hermanas.
El profesor era el jefe del departamento de Derecho Público en la universidad Hassan I de Settat. El docente, que solía colaborar con varios medios, explicó que todo se debía a una campaña de difamación. Recurrió a los medios amigos, varios estudiantes hablaron de él como un hombre ejemplar. Pero la policía local comenzó a escuchar a las víctimas, y el ministerio también inició una investigación. Y ahora hay cinco profesores investigados. A cuatro se les acusa de acoso sexual, abuso de autoridad e incitación a la depravación. Y sobre uno de ellos pesa el cargo de “atentado al pudor con violencia”, tipificado con hasta diez años de cárcel.
Latifa el Boushini, de 60 años, profesora en la facultad de Ciencias de la Educación en Rabat explica a este diario que el problema del acoso en la universidad viene de lejos. Recuerda que en el año 2013 asistió a unas jornadas en la Universidad de Mohamed V en Rabat con motivo de la celebración del Día de la Mujer, el 8 de marzo. Y una joven tomó la palabra para señalar la existencia del acoso sexual en las aulas.
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“Expresó alto y claro su malestar en tanto que víctima”, recuerda El Boushini. “Para mí no fue una sorpresa. Porque alrededor de mí una cantidad enorme de mujeres han sido víctimas. Claro que el acoso es más grave cuando lo comete un superior jerárquico, como es el profesor”.
“Gracias a la tecnología”
El Boushini destaca que no todos los profesores son depredadores sexuales. Pero la profesora estima también que no hay una sola universidad en Marruecos donde no haya un profesor que intente chantajear a las alumnas. “El problema radica en que es muy difícil demostrar ese acoso. Porque el que lo comete suele hacerlo en privado”, añade. “Pero esta vez, en los casos de Settat y de Uchda, ha sido posible aportar pruebas gracias a la tecnología. Gracias a que ha habido mensajes, fotos, vídeos… Todo eso ha permitido que los medios de comunicación puedan hablar de esos casos. Y ha hecho posible que las autoridades se tomen en serio este problema”.
El tabú de los chantajes sexuales en la universidad se ha ido rompiendo muy poco a poco en Marruecos. En 2017 fue condenado a un año de cárcel un profesor de la universidad Abdelmalek Essaadi, de Tetuán. Desde entonces, no han dejado de conocerse casos similares de petición de sexo a cambio de notas.
Pero han tenido que pasar cuatro años desde aquella condena en Tetuán para que la universidad Mulai Ismael, en Meknés, crease el pasado 30 de diciembre una célula encargada de acompañar a las víctimas de acoso. Han sido necesarios cuatro años para que tres universidades, las de Meknés, Tetuán y Uchda hayan puesto en funcionamiento esta semana varios números de teléfono y direcciones de correo para atender denuncias anónimas.
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