El opositor ruso Navalni comparece ante la justicia mientras crece la condena de Occidente por su arresto
En la comisaría de Jimki, una ciudad satélite al norte de Moscú, Alexéi Navalni pensó que iba a encontrarse con su abogado, después de permanecer toda la noche allí detenido. Sin embargo, lo que aguardaba este lunes por la mañana al destacado opositor, arrestado este domingo nada más regresar a Moscú desde Alemania, donde se recuperó del envenenamiento que casi le cuesta la vida, fue una vista judicial improvisada. Las autoridades rusas trasladaron al centro policial a la juez en otro paso que muestra el nerviosismo del Kremlin hacia el crítico más visible del presidente ruso, Vladímir Putin. “Esto es una anarquía al más alto nivel. Lo que está pasando aquí es imposible”, remarcó Navalni, según un vídeo difundido desde la sala. Mientras, las críticas internacionales por su arresto aumentan.
La detención del destacado opositor ha sido recibida con una condena uniforme por parte de los Gobiernos occidentales. Varios países de la Unión Europea amenazaron con imponer más sanciones si el Kremlin no libera al activista, que está acusado de vulnerar los términos de una sentencia anterior que le había impuesto una pena de cárcel suspendida y libertad condicional. El Servicio Penitenciario Federal asegura que Navalni ha faltado a los controles periódicos, reclama que cambien esa sentencia suspendida por una real y había dado orden de arresto. Las autoridades han pedido este lunes a la juez 30 días de arresto para el activista anticorrupción hasta otra próxima vista, esta ya para determinar la supuesta violación de la pena. En la sala donde se celebró la vista improvisada, entre las fotografías históricas, se podía ver una de Guénrij Yagoda, jefe de la policía secreta de la URSS y comisario del pueblo para Asuntos Internos.
Navalni, de 44 años, decidió regresar a Rusia pese a las amenazas. El opositor había permanecido cinco meses en Alemania, donde le trasladaron, en coma, el pasado agosto, después de ser atacado en la ciudad siberiana de Tomsk con un agente nervioso de uso militar desarrollado por la Unión Soviética. Un gravísimo ataque por el que Navalni señala a Putin y tras el que, según una investigación periodística, están los servicios de inteligencia rusos. Le arrestaron en el aeropuerto de Sheremetevo, al norte de Moscú. Allí, en el control de pasaportes, le esperaba la policía que apenas le dio tiempo a que le sellaran el documento para marcar su llegada a Rusia.
La Unión Europea, que ya impuso sanciones a un grupo de funcionarios del círculo más cercano a Putin por el envenenamiento del opositor, destacó que el ataque con una sustancia del tipo que se empleó (novichok) no pudo hacerse sin el conocimiento del Kremlin, cuando además sus servicios secretos seguían al opositor.
Pero esas medidas de castigo de Bruselas —que son fundamentalmente la prohibición de viajar y bloqueo de bienes— no son suficientes para algunos Estados miembros. Tomas Petricek, ministro de Relaciones Exteriores de la República Checa, dijo que propondría un debate sobre posibles sanciones en una reunión de ministros de la UE y acusó a Moscú de “violar los tratados internacionales de derechos humanos”.
También Lituania, a través de su ministro de Exteriores, Gabrielius Landsbergis, afirmó que plantearía una respuesta europea común al “arresto y persecución” del opositor y nuevas sanciones. “Parece que Navalni, que se atrevió a desafiar al Gobierno [ruso], ha cometido otro de los más lamentables errores. Ha sobrevivido “, dijo Landsbergis.
“La detención de oponentes políticos está contra los compromisos internacionales de Rusia”, ha remarcado Úrsula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, que ha reclamado su liberación. También lo ha hecho el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que criticó la “inaceptable” detención de Navalni en un tono duro. Similar al empleado por el ministro de Exteriores de Alemania, Heiko Maas. “Es completamente incomprensible que las autoridades rusas lo arrestaran inmediatamente después de su llegada”, dijo. “Rusia está, a través de su propia constitución y de sus obligaciones internacionales, vinculada al principio del Estado de derecho y la protección de los derechos civiles. Por supuesto, estos principios también deben aplicarse a Alexéi Navalni. Debería ser puesto en libertad de inmediato”.
La condena por la detención de Navalni, que puede enfrentarse a una pena larga, también llegó desde Estados Unidos, donde la Administración saliente, y los asesores del presidente electo, Joe Biden, criticaron la decisión rusa. “Los líderes políticos confiados no temen las voces en competencia, ni ven la necesidad de cometer actos de violencia o detener injustamente a los oponentes políticos”, escribió Pompeo en Twitter. El arresto del opositor puede inaugurar una de las primeras crisis entre Moscú y la nueva Administración de Biden.
“En lugar de perseguir a Navalni, Rusia debería explicar cómo se llegó a utilizar un arma química en suelo ruso”, remarcó también el secretario de Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab.
Airado, el Gobierno ruso ha criticado las reacciones occidentales al arresto de Navalni. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha asegurado este lunes en su rueda de prensa anual que los comentarios sobre el opositor eran una pantalla de humo para distraer de sus propios problemas. “Los políticos occidentales ven esto como una oportunidad de desviar la atención de la crisis profunda en la que se encuentra el modelo de desarrollo liberal”, ha afirmado.
El equipo de Navalni denuncia que el opositor no pudo ver a sus abogados hasta esta mañana, cuando los encontró en la vista judicial en comisaría. Amnistía Internacional ha declarado al crítico con el Kremlin “preso de conciencia” y ha resaltado que fue “privado de su libertad por su activismo político pacífico y por ejercer la libertad de expresión”.