Navalni desafía a Putin y vuelve a Rusia
Pese a las amenazas de arresto, Alexéi Navalni se dispone a regresar a Rusia. El destacado opositor ruso, que llevaba cinco meses en Alemania, donde se trató del grave ataque con una neurotoxina de uso militar que sufrió este verano en Siberia, ha embarcado este domingo en un vuelo de Berlín hacia Moscú, donde le esperan duras medidas de seguridad y la advertencia de que puede ser detenido en cualquier momento.
Navalni, a quien aguardan cientos de personas en el aeropuerto moscovita de Vnukovo pese a las restricciones de las autoridades, está acusado de infringir los términos de una polémica sentencia anterior que le imponía una condena suspendida y libertad condicional. El Servicio Penitenciario Federal le acusa de no presentarse a las revisiones y reclama sustituir la pena en suspenso por una real. Ya en Rusia, el líder opositor se enfrentaría también a las recientes acusaciones de fraude a gran escala con las que asegura que el Kremlin suma activos para acallarle.
Era la advertencia de prisión o el exilio. Y desde que recuperó la consciencia, Navalni, uno de los críticos más visibles contra el presidente ruso, Vladímir Putin, al que acusa directamente del envenenamiento que casi le cuesta la vida, siempre había asegurado que su intención era regresar. “Están haciendo todo lo posible por asustarme, pero no me importa. Rusia es mi país, Moscú es mi ciudad. Lo echo de menos”, escribió hace unos días en las redes sociales. “Van a intentar meterme en la cárcel porque no morí”, ha insistido. Su equipo, también en la diana de las autoridades, asegura que el activista teme que el arresto sea inminente.
El regreso de Navalni y la actitud del Kremlin puede elevar la creciente escalada de represión de las autoridades contra opositores, medios de comunicación y las organizaciones civiles. La sincronización es complicada: se produce pocos días antes de la toma de posesión de Joe Biden como presidente de Estados Unidos, lo que podría desencadenar un conflicto inmediato con la nueva Administración demócrata. Sin embargo, tampoco la idea de nuevas tensiones con Occidente ha torcido el brazo al Kremlin. La Unión Europea ya sancionó en octubre a destacados funcionarios del círculo íntimo de Putin por el envenenamiento de Navalni. Bruselas destaca que el envenenamiento con una sustancia como el Novichok no pudo ser posible sin el conocimiento del Gobierno, y más cuando agentes de la inteligencia rusa seguían al opositor.
Con la popularidad en horas bajas y señalado por Occidente, el Kremlin, que ha negado cualquier participación en el envenenamiento, trata de impedir un recibimiento multitudinario a Navalni, que vuela en la aerolínea de bajo coste Pobeda (Victoria, en ruso). Las autoridades se han empleado a fondo, han cercado el aeropuerto y prohibido la entrada al recinto, aludiendo a la pandemia de coronavirus; también a la prensa. Además, advirtieron de que una concentración se considerará un “acto político” no autorizado y por tanto, ilegal. Ya hay varios detenidos.
Arrestos
En San Petersburgo, Moscú y otras ciudades rusas, la policía ha arrestado este domingo por la mañana a varios colaboradores del activista que planeaban acudir a su encuentro, cinco meses después de que tuviera que abandonar Rusia para recibir tratamiento en Berlín.
El Kremlin y su entorno no cesan de elevar la presión sobre el destacado opositor, que se ha hecho muy conocido por sus investigaciones sobre la corrupción de las élites políticas y económicas de Rusia. A finales de diciembre, el Servicio Penitenciario Federal le dio un ultimátum para que se presentara al cabo de unas horas en Moscú, y al no hacerlo le acusó de violar las condiciones de una sentencia de 2014, que dictaba una condena condicional de más de tres años de prisión en un controvertido caso considerado “arbitrario” por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.