Miles de personas protestan contra la anulación de las elecciones presidenciales en Rumania tras las sospechas de injerencia rusa
Alrededor de 20.000 personas protestaron este domingo en Bucarest contra la decisión del Tribunal Constitucional de anular las elecciones presidenciales de diciembre, canceladas dos días antes de la segunda vuelta por supuesta injerencia rusa y financiación irregular. Convocados por el partido extremista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), que aumenta la cifra de asistentes, la columna de manifestantes vociferó “Libertad”. La marcha discurrió pacífica desde la emblemática plaza de la Universidad —lugar donde germinó la revolución rumana que acabó derrocando a la dictadura comunista de Nicolae Ceausescu en la Navidad de 1989—, hasta el palacio presidencial, pasando por la sede del Gobierno.
“Apoyamos la reanudación de las elecciones y el retorno a la democracia. Normalmente esto se haría retomando la segunda vuelta de las elecciones presidenciales”, espetó George Simion, líder de la formación ultranacionalista que quedó segundo, con el 18% de los votos, en las elecciones legislativas del pasado 1 de diciembre, en las que se reeditó la coalición de Gobierno compuesta de socialdemócratas, liberales y la minoría húngara.
l ultraderechista avisó de que las protestas continuarán la próxima semana hasta que se anuncie que se va a continuar con el proceso de las presidenciales y dimita el actual presidente, Klaus Iohannis, cuyo mandato se extendió hasta la convocatoria de los próximos comicios, previsiblemente los días 4 y 18 de mayo. “En una Rumania normal, un paso sería que a finales de esta semana el presidente presente su dimisión; en ese caso, regresaremos al marco institucional y respetaremos la voluntad del pueblo rumano”, aseveró Simion, que ya ha asegurado que apoyará a Calin Georgescu, candidato independiente y prorruso —ganador de la primera ronda el 24 de octubre— si se vuelve a presentar a las presidenciales y la justicia se lo permite.
“Nos han puesto la etiqueta de radicales, pero solo queremos recuperar nuestra democracia capturada por los partidos tradicionales, que lo único que han hecho ha sido repartirse la riqueza de los ricos recursos del país”, cuenta María, una abogada de 35 años, que trabaja por cuenta propia. “Necesitamos unos gobernantes que escuchen a los ciudadanos y mejoren nuestra calidad de vida tan deteriorada por la lacra de la corrupción”, clama Catalin, un empleado público de 43 años de una importante institución estatal, contrario a apoyar a Ucrania, que sostiene que los hijos de las familias ucranias reciben más ayudas que los de las rumanas.
La inopinada victoria de Georgescu ha polarizado aun más a un país cada vez más escéptico con los políticos por su endeble lucha contra la corrupción. Precisamente, el pasado viernes, miles de simpatizantes del emergente ultranacionalista, aupado por su campaña en la red social china TikTok, se citaron frente al Tribunal Constitucional. Exigieron que se retracte para que se pueda celebrar las segunda vuelta de las presidenciales, en la que partía como favorito contra la candidata de centroderecha, Elena Lasconi, una alcaldesa que también ha lamentado la anulación de la contienda final. Georgescu, que viajó el jueves a un destino desconocido fuera del país, recurrió ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) para que fuerce a la instancia judicial y retome el proceso electoral.
“Se supone que los servicios secretos han desclasificado unos documentos que aseguran la interferencia de un actor estatal —probablemente Rusia—, pero no han enseñado las verdaderas pruebas de que se haya producido ese hecho, así que espero que la justicia europea dé la razón a Georgescu y recuperamos la democracia, que tanto nos costó conseguir hace 35 años”, remarca Raluca, de 45 años, una vendedora de productos cosméticos que ha viajado junto a su esposo desde Plymouth, Reino Unido, para unirse a sus compatriotas.