Por qué algunas personas no se ponen vacunas
«Conforme un estudio de la Agencia Nacional de Salud de los EE.UU. un 7% de la población se niega a poner todas las vacunas necesarias a sus hijos». Y, ¿Por qué unos padres pueden oponerse a dar a sus hijos algo que les va a beneficiar?
- Una primera razón es la memoria corta que tenemos. Las vacunas han tenido tanto éxito controlando y reduciendo las enfermedades que algunas personas las han olvidado llegándose a pensar que las vacunas ya no son necesarias.
- El fanatismo religioso: recordemos, que estos fueron los primeros antivacunas. Porque la ciencia no podía interferir entre Dios y el hombre.
- Otra razón: el desconocimiento. Entonces, es importante que el personal sanitario esté bien documentado para poder dar la mejor información sobre beneficios, riesgos y probables efectos no deseados de las vacunas en un lenguaje sencillo sobre todo frente a la manera tan simple que se ofrece la desinformación.
- Los mitos y falsas creencias que se difunden por las redes sociales que llegan a personas que no pueden distinguir entre qué es verdadero y qué es falso.
Creyentes y no creyentes
Sin embargo, la gran mayoría de la población mundial cree en las vacunas y los pocos que no, su resistencia se limita a las vacunas contra Covid-19 por la rapidez con la que se produjeron, desconociendo que gobiernos y centenas de científicos a la vez, miles de millones de dólares y la experiencia previa de 20 años de investigación con los primeros coronavirus, fueron factores determinantes para producir estas vacunas en tiempo récord.
Un hito en la historia de la investigación y la innovación científica que nadie ha sabido explicar de manera sencilla para que la gente lo entienda. Una tarea pendiente de la comunidad médica y el periodismo de salud responsable, cuando sabemos, que, la desinformación ofrece soluciones simples a problemas complejos.
Desinformación que proviene de gente interesada, y no de personas defensoras de los derechos humanos o del medio ambiente. Y, porque científicamente y por distintas fuentes se ha evidenciado que las vacunas no incorporan microchips, no producen infertilidad, ni autismo, como se dijo y difundió.
Resumiendo: Hay que reconocer que las vacunas han sido víctimas de su propio éxito. Que la desinformación, la manipulación y politización de las vacunas son un riesgo para la salud de todos.
Y que todo ello, está llevando a la comunidad médica a un gasto de tiempo, recursos y energías, para justificar lo que no necesita justificación.