Muere a los 96 años Jean-Marie Le Pen, fundador del partido francés de extrema derecha Frente Nacional
El político francés Jean-Marie Le Pen ha muerto este martes a los 96 años, según ha comunicado su familia a AFP. Le Pen fue el fundador del partido francés de extrema derecha Frente Nacional, desde 2011 en manos de su hija Marine y renombrado como Reagrupamiento Nacional (RN). El partido, fundado en 1971 y del que su hija, Marine, le excluyó, no ha dejado de ampliar su base, y se ha convertido en una fuerza clave que condicionó la caída del breve Gobierno de Michel Barnier y que amenaza con volver a tumbar el actual de François Bayrou. Después de décadas de ostracismo, el RN se ha convertido en una fuerza dominante en la política francesa y está más cerca que nunca de alcanzar el poder, algo que nunca consiguió Jean-Marie.
Jordan Bardella, actual presidente del RN, ha confirmado la muerte en un mensaje en X (la antigua Twitter). “Comprometido con el uniforme del ejército francés en Indochina y Argelia, tribuno del pueblo en la Asamblea Nacional y en el Parlamento Europeo, siempre sirvió a Francia y defendió su identidad y su soberanía”, ha escrito Bardella.
Jean-Marie Le Pen est mort.
Engagé sous l’uniforme de l’armée française en Indochine et en Algérie, tribun du peuple à l’Assemblée nationale et au Parlement européen, il a toujours servi la France, défendu son identité et sa souveraineté.
Je pense aujourd’hui avec tristesse à…
— Jordan Bardella (@J_Bardella) January 7, 2025
Jean-Marie Le Pen fue candidato a la presidencia de la República en cinco ocasiones. Pero fue en 2002 cuando llegó más lejos. Entonces, provocó un terremoto político en Francia en 2002, cuando pasó de forma inesperada a la segunda vuelta de las presidenciales, dejando fuera al socialista Lionel Jospin. Pese a que fue derrotado por un amplísimo margen por el entonces presidente, Jacques Chirac, que cosechó el 82% de los votos, la irrupción de un candidato considerado de ultraderecha y que en su carrera había coqueteado con ideas antisemitas causó una profunda conmoción en grandes capas de la sociedad francesa.
Francia ha seguido durante décadas los enredos —las abruptas entradas y salidas de escena, los rencores y las riñas, los divorcios, las envidias— del que es su clan político más famoso: los Le Pen. El patriarca, viejo león de la extrema derecha francesa, aprovechó su 90 cumpleaños, en 2018, para reconciliarse con dos de sus tres hijas. Con Marie-Caroline, la mayor, no se hablaba desde hacía 20 años cuando se casó con Philippe Olivier, próximo al disidente Bruno Mégret, que había sido colaborador de Jean-Marie. Nunca se lo perdonó.
Con la pequeña, Marine, el pleito era más reciente, pero se había desarrollado minuto a minuto a la vista del público, puesto que Marine era la heredera de Jean-Marie al mando del Frente Nacional. Llevaban dos años distanciados, después de los intentos repetidos, que terminaron con éxito, de echar al padre del partido. Las incontrolables salidas de tono de Jean-Marie se habían convertido en un lastre.
En 1987, el patriarca Le Pen declaró que las cámaras de gas utilizadas por los nazis eran “un detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial”, motivo por el que fue condenado por la justicia, una de las múltiples sentencias por sus polémicas declaraciones a lo largo de su extendida carrera. Su autobiografía, publicada en 2018, refleja que se había convertido en una figura de la historia contemporánea de Francia: el hombre que recuperó una tradición de la extrema derecha francesa —antisemita, racista, autoritaria y colaboracionista durante la ocupación nazi— que parecía extinguida tras la Segunda Guerra Mundial.
En una entrevista publicada en EL PAÍS ese mismo año, tampoco renegó de las torturas que perpetraron las fuerzas armadas francesas durante la guerra de Argelia, que se prolongó entre 1954 y 1962. Él no las llamó torturas, sino “interrogatorios musculosos”. Aseguró entonces que, como paracaidista en la guerra, no participó en estos interrogatorios, pero no por principios sino porque no hubo ocasión. “Si hubiese debido ponerme en situación de salvar a los civiles europeos y musulmanes de Argelia [mediante las torturas], sí, sin duda [habría participado]”, señaló.