Transparencia: Un nuevo año, un camino compartido
Hace unos meses, durante un recorrido por Monte Plata, conocí a doña Rosa. Su pequeña parcela es su vida; de allí saca los recursos para mantener a sus nietos. Con más de 70 años, sigue trabajando bajo el sol con una energía admirable. Mientras hablábamos, me mostró sus manos endurecidas por el trabajo y, con una voz llena de orgullo, me dijo: «Nosotros solo queremos que lo que nos prometan se haga realidad».
Aquella frase quedó grabada en mi memoria. Según el Barómetro de las Américas 2022, solo el 45% de los dominicanos confía en las instituciones públicas, una cifra que refleja la desconexión entre las expectativas ciudadanas y las acciones gubernamentales. Doña Rosa no pedía caridades; pedía algo mucho más esencial: justicia y dignidad.
El inicio de este 2025 nos presenta una oportunidad crucial para avanzar hacia una República Dominicana más justa, transparente e inclusiva. Este no es un llamado genérico; es un compromiso basado en estándares internacionales claros, como los propuestos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Estas guías no solo sirven como referencia, sino que también establecen un modelo probado para fortalecer las instituciones, generar confianza y mejorar la calidad de vida de las personas.
La confianza ciudadana en las instituciones públicas es el cimiento de cualquier sociedad funcional. Según la OCDE, los gobiernos deben garantizar la rendición de cuentas y la transparencia en la gestión de los recursos públicos como eje central para recuperar la credibilidad. En nuestro país, cerca del 20% del presupuesto nacional carece de auditorías públicas, según la Dirección General de Presupuesto (DIGEPRES). Esto no solo erosiona la confianza, sino que afecta directamente la calidad de los servicios. Este año debemos consolidar un sistema de rendición de cuentas en tiempo real, utilizando herramientas tecnológicas para que cualquier dominicano pueda supervisar cómo se utilizan sus impuestos. Imagino un país donde doña Rosa pueda verificar desde su celular que los fondos asignados a su comunidad están siendo usados para reparar su escuela o construir una carretera. La transparencia no es un lujo; es el pilar sobre el cual construiremos el futuro.
La infraestructura inclusiva también es clave para transformar vidas y generar oportunidades. Según la OCDE, invertir en infraestructura no solo mejora el bienestar de las personas, sino que también impulsa el crecimiento económico sostenible. En nuestro país, más del 30% de la población, especialmente en zonas rurales, enfrenta limitaciones críticas debido al déficit de infraestructura básica, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este año debe ser el año en que prioricemos inversiones en carreteras, electrificación rural y acceso universal al agua potable. Estas no son simples obras; son transformaciones estructurales que conectan comunidades, generan empleo y mejoran la calidad de vida de quienes más lo necesitan.
La educación es otro pilar esencial. Es el motor del desarrollo, y la OCDE destaca que los sistemas educativos deben estar diseñados para preparar a las personas para un mundo en constante cambio. Sin embargo, según el Banco Mundial, la calidad educativa en la República Dominicana sigue siendo uno de los mayores retos. Este 2025 debemos enfocarnos en capacitar a los maestros, integrar tecnología en las aulas y fortalecer los programas de formación técnica. Esto no solo garantizará un mercado laboral más competitivo, sino que también permitirá a jóvenes como aquel estudiante de Azua, que sueña con ser ingeniero, alcanzar su máximo potencial y contribuir al desarrollo de su comunidad.
La inclusión social es igualmente fundamental. No hay progreso verdadero si no llega a todos. Las mujeres, los jóvenes, las comunidades rurales y los sectores más vulnerables deben ser el centro de nuestras políticas públicas. La OCDE subraya que los países deben garantizar que el progreso alcance a todos los sectores de la sociedad, sin importar su ubicación, género o condición económica. Este año, debemos priorizar políticas que cierren las brechas entre las zonas rurales y urbanas, y que aseguren que las mujeres y los jóvenes tengan acceso a oportunidades reales.
Finalmente, debemos asumir un compromiso firme con la sostenibilidad. Nuestro medio ambiente es nuestra base, y protegerlo no es opcional. Según la OCDE, las políticas de resiliencia climática no solo protegen el medio ambiente, sino que también aseguran un desarrollo inclusivo y sostenible. Este año debemos apostar por energías renovables, reforestación y programas que garanticen la preservación de nuestros recursos naturales. Cada árbol sembrado y cada río protegido es un legado para nuestras futuras generaciones.
Doña Rosa representa a millones de dominicanos que, con esfuerzo y dignidad, sostienen este país. Este 2025 debe ser el año en que su trabajo y sacrificio encuentren eco en políticas públicas reales y efectivas. Las prioridades de este año están claras: recuperar la confianza a través de la transparencia, invertir en infraestructura inclusiva, garantizar una educación de calidad, promover la inclusión y asumir un compromiso firme con la sostenibilidad. Estas no son solo palabras, son propuestas respaldadas por estándares internacionales y adaptadas a nuestra realidad nacional.
Hoy más que nunca, creo en una República Dominicana donde las promesas se cumplan, donde cada dominicano pueda mirar al futuro con esperanza y donde caminemos juntos hacia un país más justo y próspero. Porque cuando avanzamos unidos, no hay meta que no podamos alcanzar.