Las familias de los desaparecidos en la Siria de El Asad exigen justicia: “¿Quién los mató?, ¿dónde están?”
La caída precipitada hace tres semanas del régimen de Bachar el Asad arroja numerosos desafíos a la sociedad siria y al Gobierno provisional, nombrado por Ahmed al Shara, el líder de la milicia islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS). Entre los desafíos más acuciantes y complicados destaca la necesidad de dar respuestas a las peticiones de verdad y justicia de las familias de los desaparecidos. Tras una brutal guerra civil que se prolongó durante más de 13 años, el número de personas arrestadas de forma arbitraria por el régimen y de las que no se sabe su paradero supera las 112.000, según la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR, por sus siglas en inglés).
El pasado jueves, decenas de familiares de desaparecidos organizaron una concentración en el centro de Damasco para reclamar sus derechos. “El momento de la liberación fue de mucha alegría, pero también muy duro para nosotros. A medida que pasaban los días, que se iban abriendo las cárceles, y no había rastro de nuestros seres queridos, nuestro dolor iba creciendo”, explica Wafa Mustafa, una de las activistas que creó la coalición Free Syria’s Disappeared. Refugiada en Alemania, Mustafa ha vuelto a Siria para buscar a su padre, Alí Mustafa, un activista por los derechos humanos desaparecido desde 2013.
“Queremos saber toda la verdad. ¿Qué ocurrió con nuestros familiares? ¿Quién los mató? ¿Dónde están enterrados? No nos conformamos con saber simplemente que están muertos”, proclama la joven activista que, como el resto de los congregados, sostiene en sus manos una fotografía, la de su padre. “El régimen no logró callarnos, y no lo vamos a hacer ahora… La paz civil no llegará a Siria sin que quienes mataron a nuestros seres queridos rindan cuentas”, espeta.
Las historias que cuentan las víctimas de los abusos del régimen son similares. Durante largos años, no se cansaron de llamar a las puertas de todo tipo de instituciones, tanto cárceles distribuidas por todo el país como de las múltiples agencias de seguridad e inteligencia del régimen, para averiguar el paradero de sus seres queridos. En la mayoría de casos, solo obtuvieron como respuesta rumores e intentos de chantaje. “Había todo un sistema mafioso que reclamaba a las familias miles de dólares para dar información sobre su situación. En muchos casos, la información era mentira, un simple negocio”, explica Wassen Hamdi, un hombre de origen palestino y ataviado con una kufiya, que cuantifica en unos 3.500 los refugiados palestinos desaparecidos en Siria.
Una de las principales demandas de los familiares, recogida incluso en algunas pancartas, es un mayor esfuerzo por preservar los documentos y el resto de pruebas que puedan dar pistas sobre el destino de los desaparecidos. Cada semana, se descubren nuevas fosas comunes: ya se cuentan más de una veintena. Y los responsables encargados de protegerlas no siempre han actuado con la profesionalidad adecuada. “Este es un momento clave para que las autoridades de la transición en Siria puedan actuar de forma decisiva y asegurar la preservación de las evidencias como pilar de la rendición de cuentas y la reconciliación”, sostiene Aya Majzoub, responsable regional de Amnistía Internacional.
Proceso de reconciliación
La política oficial de los líderes de HTS respecto a las peticiones de justicia se ha centrado en crear un proceso de “reconciliación” por el que los antiguos policías y militares del régimen pueden registrarse, entregar las armas y realizar una petición de amnistía. Sin embargo, aseguran, esta solo se hará efectiva después de una investigación para garantizar que no han cometido torturas y crímenes de guerra. Decenas de antiguos oficiales que no han querido participar en este proceso han sido ya arrestados. En algunos casos, se han resistido a la detención, dando lugar a violentos tiroteos.
Estos esfuerzos no han evitado que se hayan cometido numerosos asesinatos de antiguos responsables del régimen de El Asad. Los detractores de HTS los atribuyen a una campaña premeditada de los hombres de la milicia ultraconservadora, mientras que los responsables del nuevo Gobierno niegan su autoría y señalan que se trata de “venganzas personales”. “La nueva Siria que queremos construir no se basa en la venganza, sino en procesos judiciales justos”, ha dejado claro la activista Mustafa.
En otros países con un legado de violaciones masivas de los derechos humanos, como Argentina o Sudáfrica, se han creado comisiones de la verdad, y se han aplicado medidas de justicia y reparación de las víctimas. “Estamos preparando una propuesta al respecto. El principal desafío ahora es de recursos y financiación. Necesitamos apoyo internacional”, comenta Fadel Abdulghani, director del SNHR. Una estadística que da idea de lo colosal del desafío es que la cifra de desaparecidos en Siria, un país en ruinas, casi cuadriplica la de desaparecidos durante la dictadura en Argentina.
Otra de las dificultades del proceso será abordar los abusos y asesinatos cometidos por las milicias rebeldes, sobre todo si se mantienen en el poder. Por ejemplo, se cree que el conocido periodista Raed el Fares fue asesinado en 2018 por HTS. “Nos estamos concentrando en las violaciones cometidas por el régimen porque son muchas más, pero todos los perpetradores deberán rendir cuentas”, afirma Abdulghani.