Miles de personas protestan en Georgia contra la llegada a la presidencia del populista y prorruso Míjeil Kavelashvili
El populista y prorruso Míjeil Kavelashvili ha asumido este domingo el cargo de presidente de Georgia en medio de una grave crisis política. No solo genera inquietud su nombramiento ―Kavelashvili no ha sido votado en unas elecciones, tras una reforma realizada en 2017 por el Gobierno de Sueño Georgiano (SG), partido que lo ha aupado al cargo―; sino también el giro hacia Rusia y el alejamiento de Occidente: el Ejecutivo decidió congelar las negociaciones de adhesión a la Unión Europea en noviembre, al menos hasta 2028. Desde ese momento hay manifestaciones y protestas ciudadanas, como las que este domingo han reunido a miles de personas en Tbilisi.
La presidenta saliente, Salomé Zurabishvili, opositora europeísta, se ha dirigido a sus seguidores fuera del palacio presidencial con un desafiante discurso. Ha afirmado que Kavelashvili carece de legitimidad, aunque ella iba a abandonar la residencia oficial. “Me llevo conmigo la legitimidad, me llevo la bandera, me llevo su confianza”, ha añadido antes de salir del palacio para mezclarse con sus seguidores.
Zurabishvili sostiene que Kavelashvili no ha sido elegido de manera legal. Ella fue votada por sufragio universal, mientras que su sucesor lo ha hecho con unas reglas electorales totalmente nuevas. El Gobierno de SG, que lleva 12 años en el poder, cambió el mecanismo de elección presidencial en la reforma constitucional de 2017. Así, el único candidato al puesto fue designado por el Parlamento (donde SG cuenta con mayoría absoluta después de las elecciones de octubre), tras una votación boicoteada por la oposición, que rechaza el resultado de los últimos comicios, al considerar que hubo fraude. El día de la votación al nuevo presidente, a las puertas de la Cámara baja también hubo concentraciones.
Kavelashvili, un exfutbolista profesional que jugó brevemente como delantero en el Manchester City, recibió el apoyo de 224 de los 300 diputados nacionales y municipales convocados, según la nueva normativa. Parte de su retórica habitual es acusar a Occidente de querer llevar a Georgia, país con 3,7 millones de habitantes, a una guerra con Rusia. “El pueblo georgiano siempre ha entendido que la paz es el principal requisito para la supervivencia y el desarrollo”, ha dicho este domingo tras jurar el cargo.
Mientras Kavelashvili hablaba ―en el Parlamento en una ceremonia a puerta cerrada por primera vez en la historia del país―, miles de personas se manifestaban fuera del edificio, con algunos enfrentamientos con la policía en los que hubo seis personas detenidas, según medios locales.
“No hay un nuevo presidente para nosotros, el pueblo georgiano que está aquí día y noche”, ha dicho la manifestante Mariam Japaridze a Reuters. “Solo tenemos una presidenta legítima: Salomé Zurabishvili”. La política cuenta con el apoyo de los cuatro principales partidos opositores y proeuropeos. Todos afirman que ella sigue siendo la presidenta legítima y lo será hasta que se celebren nuevas elecciones.
En los comicios de octubre, Sueño Georgiano, que lleva 12 años en el poder, obtuvo casi el 54% de los votos, según los resultados oficiales. Sin embargo, observadores locales e internacionales señalaron que la votación estuvo marcada por irregularidades con capacidad de haber afectado a los resultados electorales. Según la misión de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), los comicios “ofrecieron una amplia gama de opciones a los votantes”, aunque los observadores constataron “presiones a los electores, especialmente a los empleados del sector público” para que votasen a favor del Gobierno.
Kavelashvili se ha convertido en el sexto presidente del país caucásico desde su independencia de la Unión Soviética, hace más de tres décadas. Desde 2016, tras su carrera futbolística, ejerció como diputado oficialista. Es fundador de La Fuerza del Pueblo, movimiento que promovió la aprobación de la ley georgiana de agentes extranjeros —que permite al Gobierno amordazar a ONG y medios críticos— y la norma que reprime a las personas LGTBIQ+. Sendas reformas fueron condenadas por la oposición y por Occidente por su semejanza a las draconianas leyes promulgadas por Rusia. Además, Kavelashvili es leal al oligarca y ex primer ministro Bidzina Ivanishvili, líder de facto de Sueño Georgiano. Estados Unidos ha impuesto sanciones a Ivanishvili este viernes; le acusa de liderar el actual giro antioccidental y prorruso de Georgia.