Donald Trump, de nuevo
¿Podrá Estados Unidos quedarse con el canal de Panamá?, ¿podrá Estados Unidos poner fin a la guerra en Ucrania?, ¿podrá Estados Unidos acabar con la migración ilegal desde México?, ¿podrá Estados Unidos convertir a Canadá en un estado de la Unión y comprar a Groenlandia?, ¿podrá Estados Unidos detener el conflicto en Oriente Medio?, ¿podrá Estados Unidos frenar el crecimiento económico y la influencia global de China?, ¿abandonará Estados Unidos la OTAN? La respuesta a todas las preguntas es un sonoro, enorme y contundente, ¡NO!
Aunque me hace mucha ilusión que acaben las guerras en Ucrania y Oriente Medio, lo cierto es que no hay que prestarle atención a cada payasada que dice Donald Trump en términos de política internacional. En sus últimos comentarios se metió con los panameños, lo cual es ridículo, pues no tiene los calzones para invadir Panamá, como ya lo hizo su país en el pasado, mucho menos cuando, como presidente en funciones, no los tuvo para invadir a Venezuela, que se le rió en la cara con su apoyo a Juan Guaidó.
El músico y político panameño Rubén Blades lo describió con mucha claridad: «El tópico del Canal de Panamá continuará siendo utilizado por Trump para distraer al público norteamericano de sus verdaderos problemas y halagar las pretensiones de la derecha política y de los racistas/supremacistas/extremistas que adoran la idea de superioridad y control norteamericano sobre otros pueblos, culturas, religiones y países». Solo de eso se trata, de nada más. Recordemos que Trump fue presidente y, al final, de sus amenazas en política internacional, solo un puñado, las más sencillas, llegaron a hacerse realidad.
Así que no hay que temer en exceso su influencia o lo que pueda querer hacer en el mundo. Sí hay que mirar de cerca lo que puede controlar y cambiar en casa en temas como la esencia de la ideología política estadounidense, la estructura filosófica del gobierno federal y la visión interna de cómo los Estados Unidos se proyectan al mundo. Por ahí sí hay que estar pendientes y temerosos, porque si logra la mitad de lo que promete, aunque sea de refilón, vamos a sentir sus efectos.