Trump chantajea a la UE con elevar los aranceles si no compra gas y petróleo de EE UU a gran escala
Queda un mes para la toma de posesión como presidente de EE UU de Donald Trump y el populista republicano ya ha elevado su amenaza de lanzar una escalada comercial contra la Unión Europea. El futuro ocupante de la Casa Blanca ha advertido a la UE de que elevará los aranceles a los productos europeos si no aumenta la compra —y lo hace a gran escala— de gas y petróleo estadounidenses. Bruselas, que ha diseñado planes de contingencia para una posible guerra comercial, se ha mostrado ya dispuesta a ahondar los vínculos energéticos y comprar más gas natural licuado (GNL) —también a rubricar más acuerdos en defensa—. No obstante, prepara otras medidas para responder contra ciertos productos estadounidenses si no funciona un acuerdo previo con Trump para evitar la guerra comercial.
Trump ya amenazó con imponer un arancel general de hasta un 20% a todas las importaciones a EE UU y uno adicional del 10% a las procedentes de China, que podría repercutir en la UE, ya que cabe la opción de Pekín derive a Europa muchos de los bienes que ahora envía directamente al mercado estadounidense, según los analistas. El efecto de los aranceles a los productos europeos sería grande en el club comunitario, sobre todo en algunos Estados miembros, como Alemania, que mantienen fuertes vínculos comerciales con EE UU.
Un aumento de los aranceles a los bienes de la UE en un 10% podría costar unos 180.000 millones de euros anuales al bloque comunitario, según la estimación del Instituto de Economía Alemana. La medida afectaría también a los bolsillos de los estadounidenses, pero no parece que esa variable disuada a Trump. Mientras, algunas compañías europeas ya han dicho que repercutirá en una subida de precios, como la francesa Airbus, que ha asegurado que supondrá más carga para sus clientes.
“Le dije a la Unión Europea que debe compensar el tremendo déficit con EE UU mediante la compra a gran escala de nuestro petróleo y gas. De lo contrario, ¡serán aranceles todo el tiempo!”, amenazó este viernes Trump en su red social, Truth, en una suerte de chantaje al club comunitario, donde reina la alarma también por la postura del estadounidense en la guerra de Rusia contra Ucrania y la posibilidad de que retire la ayuda a Kiev y fuerce al país a claudicar. En 2023, el comercio de EE UU con la UE registró un déficit de 155.000 millones de euros, pero el comercio de servicios registró un superávit de 104.000 millones de euros, según datos de Eurostat.
El pasado noviembre, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró que hay vías para evitar una escalada comercial con Washington, y una de esas fórmulas es aumentar las compras de gas natural licuado. “Todavía obtenemos mucho GNL de Rusia, por qué no reemplazarlo por norteamericano, que es más barato y baja nuestros precios de la energía”, aseguró la conservadora alemana en una conferencia de prensa en Budapest. La receta ya la aplicó su antecesor, Jean-Claude Juncker, durante el primer mandato de Trump, que impuso aranceles al petróleo y al aluminio europeos.
Estados Unidos ya es el mayor proveedor de petróleo y gas natural licuado de la UE: 47% de las importaciones de GNL y 17% de crudo en el primer trimestre de 2024, según Eurostat. Pero pese a las amenazas de Trump y la apertura de Von der Leyen, los analistas energéticos han advertido de que si Washington no aumenta la producción o redirige volúmenes desde Asia, no tendrá capacidad para incrementar las ventas.
A finales de primavera, la Comisión Europea puso en marcha un grupo de trabajo para analizar, en un formato reducido y confidencial, los posibles escenarios de una hipotética vuelta a la Casa Blanca de Trump. El equipo estudió los efectos de una guerra comercial, pero también el impacto de una posible desvinculación de Estados Unidos de la defensa europea. Aun así, los planes de represalia, por si se produce una escalada en los aranceles, son todavía muy nebulosos, remarcan varias fuentes comunitarias. Dependen del grado de los aranceles, de su impacto en los mercados y del momento en el que se apliquen, destacan.
Aranceles al bourbon americano
Europa tiene opciones. En 2018, durante la primera Administración Trump, la UE aumentó los aranceles a productos que procedían de áreas en las que el republicano había cosechado grandes apoyos, como las motos Harley-Davidson, de Wisconsin, el zumo de naranja o el bourbon. Las fuentes europeas no descartan repetir la maniobra. Sin embargo, Bruselas prefiere no llegar a ese punto y que la cuestión se zanje con nuevos acuerdos comerciales.
A finales de noviembre, la directora del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, instó a los líderes europeos a cooperar con Trump y a comprar más productos estadounidenses, como gas y equipos de defensa, para evitar una agria guerra comercial que pusiera en riesgo el crecimiento económico global. “Es un mejor escenario que la pura represalia, que puede llevar a una estrategia de ojo por ojo en la que nadie gana”, dijo en una entrevista con el Financial Times. A la vez, se busca tentar al republicano con la idea de que la fuerza laboral estadounidense también puede verse afectada, ya que hay grandes empresas europeas con fábricas allí que podrían verse obligadas a recortar.
El Ejecutivo de Ursula von der Leyen, uno de los más atlantistas de la historia de la UE y que ha tenido una sólida relación con la Administración saliente del demócrata Joe Biden, trabaja ya entre bastidores para calmar las aguas.
La llegada de Trump será, además, una gran “prueba de fuego” para la unidad de la UE, advierten fuentes diplomáticas. El club comunitario tiene más fuerza si negocia en bloque, pero nada impide a los Estados miembros ir por su cuenta y negociar exenciones para sus productos. Eso fisuraría la coordinación y pondría a Trump en una posición de mayor fuerza. Pero, a diferencia de su primer mandato, de 2017 a 2021, el populista republicano cuenta con más aliados con poder en el seno de la UE —como la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni—, que quieren situarse además como susurradores del aliado americano.
Algunos que no son tan afines ideológicamente, como el presidente francés, Emmanuel Macron, en posición de debilidad por la crisis política en Francia, también han movido ficha, aunque sobre todo para tratar de convencer al republicano de que adquiera una posición más afín a Ucrania en la guerra a gran escala lanzada por Rusia y con la que Trump ha prometido terminar “en 24 horas”.