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Raqa, antiguo feudo del Estado Islámico, encara el cambio de régimen en Siria con temor a Turquía

Raqa, antiguo feudo del Estado Islámico, encara el cambio de régimen en Siria con temor a Turquía

La entrada en Raqa es fantasmagórica. Los esqueletos de los edificios destruidos durante la guerra contra el grupo yihadista Estado Islámico (ISIS), mezclados con estructuras nuevas aún por terminar, se vislumbran con la poca luz de la luna que marca sus siluetas de forma tétrica. Parece una escena de una película de terror. En la primera calle principal de esta ciudad siria, en territorio controlado por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS, milicias kurdo-árabes), han estacionado varias camionetas custodiadas por hombres con pasamontañas y sin uniforme. Levantan sus armas al ver el único coche que transita durante el toque de queda, que empieza cuando se pone el sol y termina al amanecer. “¿Quiénes sois?”, preguntan airados. El traductor responde: “Son periodistas extranjeros; tratan de llegar al hotel”, y los enmascarados permiten que el grupo prosiga la marcha. La tensión se respira por toda la ciudad por el temor de sus ciudadanos a una incursión a gran escala de Turquía, el enemigo acérrimo de las milicias kurdas de la región.

A pocos metros, después de atravesar una enorme plaza, la comitiva se cruza con un vehículo blindado de transporte de tropas de procedencia estadounidense como los que se utilizaron durante la batalla de las FDS para arrebatar a los yihadistas Raqa, capital de facto del Estado Islámico entre 2013 y 2017. El vehículo militar lleva encendida una sirena que emite un ruido ensordecedor, y su potente foco ilumina las tinieblas de la ciudad, totalmente a oscuras. Cuando el monstruo de acero se aleja, el estruendo de un avión de combate se abre paso por toda la ciudad.

De noche, Raqa parece la afgana Kabul o la iraquí Bagdad en sus peores tiempos. Pero, con la salida del sol, la ciudad parece renovada. Han pasado ya años desde que fue escenario del horror yihadista; hoy, la vida se abre paso entre las calles, llenas de gente, y a primera hora las tiendas suben sus persianas y el tráfico colapsa la ciudad. Hay una diferencia significativa respecto a los días previos a la caída del régimen de Bachar el Asad: se ha incrementado el miedo a un ataque del ejército turco y sus aliados, como el Ejército Nacional Sirio, que en las últimas semanas han arrebatado territorio en el norte de Siria a las FDS, incluidas ciudades estratégicas como Manbij y Tel Rifat. La Administración civil de los kurdosirios (Rojava), que en el curso de la guerra civil en Siria lograron establecer una región semiautónoma en el noreste del país, y que controla más de un tercio del territorio sirio, ha advertido en los últimos días de que la intención de Ankara es “ocupar todo el territorio sirio y anexionárselo”. Diversas fuentes apuntan que la ofensiva turca podría ser inminente.

En un momento en el que el nuevo Gobierno interino sirio se esfuerza por estabilizar el país, tanto Israel —en los Altos del Golán— como Turquía en las zonas controladas por las FDS, han comenzado a bombardear con el argumento de garantizar su propia seguridad. The Wall Street Journal citó este martes a altos funcionarios estadounidenses, según los cuales las fuerzas turcas han comenzado a concentrar a uniformados y milicianos proturcos, así como innumerables piezas de artillería, cerca de Kobane, ciudad fronteriza con Turquía y la primera importante que fue arrebatada al ISIS por los kurdos, apoyados por EE UU, en 2015, pocos meses después de que fuera ocupada por los yihadistas.

Las FDS mantienen su alianza con Estados Unidos en la lucha contra los restos del Estado Islámico en Siria. En virtud de ese apoyo, el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, viajó a Turquía la semana pasada para buscar garantías de que Ankara reduciría las operaciones contra los combatientes kurdos. No obstante, las conversaciones de alto el fuego mediadas por Washington entre los kurdosirios y los rebeldes respaldados por Turquía en Kobane fracasaron el lunes sin un acuerdo. Ankara argumenta que tanto el partido que gobierna la entidad autónoma kurda en Siria como las milicias de esa región están vinculados al proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y son, por lo tanto, terroristas que no pueden formar parte del proceso de transición tras la caída del régimen.

Lo que sí que ha cambiado en Raqa, y en toda Siria, es la cantidad de refugiados que ha llegado en los últimos días. Los primeros fueron alojados en el temido estadio de fútbol, utilizado en el pasado por el Estado Islámico como cárcel y centro de tortura. Ahora ha sido convertido en un centro primario de alojamiento temporal, pero principalmente en centro de almacenamiento y distribución de alimentos. Bashir, el responsable de una ONG local que reparte comida diariamente a las escuelas en donde ahora se encuentran reubicados la mayoría de refugiados, dice: “Somos un grupo de civiles, gente educada de Raqa que ayuda a otros”.

Un grupo de personas recibe alimentos en la ciudad siria de Raqa.Ricardo García

En un antiguo restaurante trabaja una veintena de personas preparando raciones de comida que luego se distribuirán por varias escuelas. Ahmed es el responsable de una de las furgonetas de reparto y con ella aparca en la puerta de uno de esos centros educativos. Bashir abre la puerta corredera del vehículo para extraer de su interior una enorme olla con arroz y algo de carne. A continuación, sumerge un gran cucharón con el que llena, uno por uno, los platos de la gente que se amontona para recibir su única comida diaria. “Cada día es así”, dice Ahmed, el conductor.

En la única iglesia ahora reconstruida en Raqa se encuentra Andre, comandante de las FDS en la zona. “Ahora está reconstruida, pues el ISIS la destrozó durante la guerra. Derribaron la cruz y la utilizaron como cuartel”, explica, señalando un óleo que cuelga de una de las paredes de la iglesia en el que está representado el edificio semidestruido. “Hay muchas células durmientes del ISIS activas en Raqa, por eso estamos repartidos en diferentes casas”, confirma Andre.

Bajo las bombas en Kobane

Kobane es otra de las ciudades estratégicas cuyo futuro es incierto. De hecho, está medio vacía, muchos de sus habitantes han huido por el temor a los cazas turcos. “Sufrimos cerca de 20 bombardeos diarios”, comenta Salah, el jefe de policía de Kobane. “Además, hay células del ISIS activas, no dentro de la ciudad, pero sí en sus alrededores”, asegura el hombre, que se ha refugiado en un sótano para ponerse a salvo de posibles ataques con drones. “Si os queréis ir hoy, no podéis viajar de noche; no es seguro”, sentencia.

Mientras tanto, el antiguo campo de refugiados ha desaparecido y la pequeña población que quedaba ha sido evacuada prácticamente en su totalidad. “Puedes pasar por la puerta de la bandera con el coche, pero no detenerte, porque te pueden disparar”, avisa un ciudadano. Se refiere a la verja metálica que marca la frontera entre el bastión kurdo y Turquía y desde la cual se ve al final una gran bandera turca.

Un grupo de familiares llora la muerte de sus seres queridos en un funeral de siete soldados en Kobane (Siria).
Un grupo de familiares llora la muerte de sus seres queridos en un funeral de siete soldados en Kobane (Siria).Ricardo García Vilanova

Mientras, los funerales se suceden de forma diaria en esta ciudad kurda. El sábado fueron ocho los soldados muertos por el ataque de un dron, y fueron enterrados en el cementerio principal. A lo lejos, una furgoneta con música y consignas precedía a ocho ambulancias que circulaban con las sirenas conectadas. En el interior de cada una de ellas, la esposa, madre y las hijas de cada uno de los soldados gritaban desconsoladamente por la reciente pérdida. Una vez las ambulancias se pararon a la entrada del camposanto, un grupo de hombres cargó con los féretros a lo largo de una avenida que termina en un púlpito. Allí depositaron los restos mortales y comenzó la ceremonia fúnebre. En ese momento se desató el dolor entre los asistentes, que gritaban y lloraban por la pérdida de sus seres queridos.

El tablero sirio aún guarda muchas incógnitas, pero una de las principales es si las milicias kurdosirias mantendrán el control en el futuro de Raqa, Kobane y las cárceles donde permanecen prisioneros entre 10.000 y 12.000 miembros de ISIS, además de los campos de Al Roj y de Al Hawl, donde están sus esposas y familiares, así como de 25.000 niños y adolescentes.

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