Un adolescente mata al menos a dos personas en una escuela de Estados Unidos
Un nuevo tiroteo mortal en una escuela sacudió este lunes a la sociedad estadounidense. Un adolescente, según las primeras informaciones, mató en un colegio de Madison, capital del Estado del Medio Oeste de Wisconsin, al menos a dos personas, aunque en un principio las autoridades hablaron de cuatro víctimas. Después ―y, de nuevo, según los datos preliminares de la investigación―, se suicidó. El incidente dejó además al menos seis heridos.
Sobre los muertos, solo consta la certeza de que uno de ellos es un profesor de la escuela, según explicó el jefe de la policía de Madison, Shon F. Barnes, en una improvisada conferencia de prensa. Barnes definió este lunes como un “día muy muy triste” para la comunidad a la que sirve y aclaró que algunas de las familias de las víctimas aún no habían sido informadas. “Esta investigación sigue en curso”, añadió el Departamento de Policía de Madison en un comunicado. “Se dará a conocer más información a medida que esté disponible”.
El ataque se produjo en torno a las 11 de la mañana de uno de los últimos días lectivos antes de las vacaciones de Navidad. La policía acudió inmediatamente al lugar de los hechos. El centro educativo, un colegio religioso llamado Abundant Life, acoge 390 estudiantes desde la guardería hasta los 18 años.
El senador republicano Ron Johnson, representante de Wisconsin en Washington, reaccionó al poco en las redes sociales: “Mi más sentido pésame y mis oraciones por todas las víctimas de la tragedia en la escuela cristiana Abundant Life. Seguiré de cerca la situación”. El gobernador de Wisconsin, Tony Evers, demócrata, acudió asimismo a X para declarar: “Estamos orando por los niños, los educadores y toda la comunidad escolar Abundant Life mientras esperamos más información. Estamos agradecidos a los policías que están trabajando rápidamente para responder [a los acontecimientos]”.
Según Gun Violence Archive, organización sin ánimo de lucro que lleva la cuenta de los tiroteos masivos en Estados Unidos, este año se han producido 486 incidentes de este tipo (en 2023, fueron 659). Para que un tiroteo se considere masivo, según el FBI, tienen que morir o resultar heridas al menos cuatro personas, sin contar al tirador, y que además no sean miembros de la misma familia. En estos 12 meses, se han producido 83 en centros educativos de Estados Unidos, lo que supone un récord histórico desde que la CNN lleva la cuenta.
En la historia moderna de la violencia armada en Estados Unidos, los sucesos en escuelas constituyen uno de sus episodios más terribles. Se suele considerar el tiroteo en un colegio de Columbine, en Colorado, como el inicio de una era nueva era, este abril hizo 25 años. Entonces, murieron 15 personas en un ataque organizado durante meses por dos estudiantes del instituto. En septiembre, dos profesores y dos alumnos fueron asesinados en un tiroteo en un cento educativo en el Estado de Georgia cuando un chico de 14 años abrió fuego en una localidad de Apalachee, a unos 80 kilómetros al noreste de Atlanta.
De los 10 tiroteos más mortíferos de la historia de Estados Unidos, tres se produjeron en una escuela o en una universidad. Son los de Virginia Tech en 2007 (32 muertos más el asesino), el de la escuela de primaria Sandy Hook en 2012 (27 más el tirador) y, en 2022, el de Uvalde, en Texas, (21 y el atacante). Esa realidad ha hecho que el entrenamiento en simulacros de tiroteo se haya convertido en una costumbre con la que los niños de este país, desde una muy temprana edad, tienen que aprender a vivir.
El último episodio, el de este lunes en Madison, abrirá probablemente el recurrente debate sobre la necesidad de aumentar el control de armas en Estados Unidos, un esfuerzo infructuoso, en el que la defensa de la sacrosanta Segunda Enmienda, que garantiza su posesión, acaba siempre venciendo, entre la inacción de los políticos de Washington. Algunas voces abogan por aumentar la seguridad en las escuelas, instalando arcos de detección de metales e incluso armando a los profesores, una propuesta polémica. Mientras tanto, los padres de todo el país no pueden dejar de sentir un escalofrío cada vez que, por la mañana, mandan a sus hijos a clase, un lugar que debería ser seguro, pero del que nada garantiza que vuelvan con vida al terminar la jornada.