Revuelo en el Reino Unido por la expulsión de un presunto espía chino al que Andrés de Inglaterra favoreció
Se atribuye a Lenin la expresión “tontos útiles” para referirse a aquellas almas ingenuas en Occidente que podían ser captadas para propagar o favorecer la idea y los intereses de la Unión Soviética. El príncipe Andrés, hermano del rey Carlos III de Inglaterra, desesperado por mantener su lujoso tren de vida y dispuesto a sacar dinero de debajo de las piedras, permitió durante años que un presunto espía del Gobierno chino le utilizara para acceder a las más altas esferas de poder del Reino Unido.
H6 como se denominaba hasta este lunes al supuesto agente del Departamento de Trabajo del Frente Unido (UFWD, en sus siglas en inglés) del Partido Comunista Chino, fue detenido por agentes británicos en 2021, en aplicación de la ley antiterrorista, cuando intentaba entrar en el Reino Unido tras un viaje. Un juez ha decidido finalmente, a petición de los abogados del sospechoso, levantar su anonimato. Se trata de Yang Tenbo, conocido también como Chris Yang, que fue presidente de la empresa minera Hampton Court y ha residido en el Reino Unido, de manera intermitente, durante más dos décadas.
En su teléfono móvil encontraron sustanciosa información ―textos y fotografías― que detallaba su especial relación con el príncipe Andrés. Gracias a ese contacto había sido capaz de acceder a eventos en el palacio de Buckingham, en el castillo de Windsor y el palacio de Saint James, así como a la celebración del 60º cumpleaños del duque de York. En el aparato encontraron también fotos del presunto agente con los ex primeros ministros David Cameron y Theresa May.
El UFWD fue creado a principios del siglo pasado por el líder de la nueva China comunista, Mao Zedong, como una organización para infiltrarse en círculos de poder del exterior, lograr influencia y recabar información. Den Xiaoping rescató el operativo, pero ha sido el actual dirigente chino, Xi Jinping, quien ha vuelto a situar en primera línea de batalla una red que le resulta de gran utilidad en su batalla comercial con Occidente y su ansia de influencia global.
Amenaza a la seguridad nacional
Tengbo pertenecía al 48 Group Club, un grupo de notables que, a mediados del siglo XX, aspiraban a tender puentes económicos, políticos y comerciales entre el Reino Unido y el gigante asiático. Aprovechando la afición británica por la exclusividad y el sentido de pertenencia que ofrecen los clubes, llegaron a pertenecer a esa sociedad políticos como el ex primer ministro laborista Tony Blair, o el gran rival conservador de Margaret Thatcher, Michael Heseltine.
En 2023, la entonces ministra del Interior del Reino Unido, Suella Braverman, dio la orden expresa de que Yang Tengbo no volviera a entrar en el país. Consideraba al agente una amenaza para la seguridad nacional. El sospechoso recurrió esa orden de expulsión ante el Comité de Apelación para Asuntos Especiales de Inmigración, una especie de tribunal rodeado de secretismo al que pueden apelar aquellos expulsados o sancionados por motivos de seguridad nacional. Por eso no son públicas sus vistas, y se mantiene el anonimato de los actores.
La semana pasada, el diario The Times reveló el contenido de la decisión, que detallaba la delicada relación de H6 con el príncipe Andrés. “El solicitante había alcanzado una posición que le permitía generar relaciones con figuras relevantes del Reino Unido y con altos cargos chinos; todo ello podía ser usado para propósitos de injerencia política por parte del Partido Comunista Chino (incluido el Departamento de Trabajo del Frente Unido) o por el Estado chino”, dice la resolución del comité.
“El duque de York siguió el consejo del Gobierno de Su Majestad y cesó todo contacto con el individuo en cuestión [H6] una vez fueron transmitidas las preocupaciones que suscitaba”, ha intentado el príncipe Andrés de Inglaterra salvar de nuevo su pellejo con un comunicado público. “El duque conoció a este individuo a través de canales oficiales, y nunca discutió con él asuntos de naturaleza sensible”.
Un príncipe en apuros económicos
En 2011, todavía no había estallado en toda su magnitud el escándalo que vinculaba al príncipe Andrés con el millonario pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein. Pero esa relación, de la que existían fotografías comprometedoras, ya inquietaba al Gobierno británico y al palacio de Buckingham. Entonces, el duque de York fue despojado de su cargo de embajador comercial permanente del Reino Unido, que le había permitido durante años recorrer el mundo ―especialmente las regiones con regímenes políticos más turbios― para hacer contactos y recaudar comisiones millonarias.
Desesperado por mantener ese tren de vida, ideó un nuevo plan. Puso en marcha la fundación Pitch@Palace (algo así como “lanzar una idea al palacio”). Se trataba de organizar unos eventos-concurso en las residencias de la familia real británica en los que jóvenes emprendedores con ideas podrían exponer sus proyectos ante empresarios con ambición de invertir.
Andrés se aseguró el patrocinio de grandes bancos y multinacionales, lo que le permitió seguir ingresando grandes comisiones. Extendió el experimento de Pitch@Palace a varios países, incluida China. Por esa rendija se colaron los tentáculos de Pekín, y su supuesto agente H6.
El duque de York fue apartado en 2019 de todas las actividades oficiales de la casa real británica. Su desastrosa y arrogante entrevista con la BBC, para intentar explicar la relación con Epstein, obligó a Isabel II a tomar distancia pública de su hijo favorito. El acuerdo extrajudicial, en forma de varios millones de dólares de indemnización ―más de 16, según publicaron algunos medios― que alcanzó con la estadounidense Virginia Giuffre, de quien supuestamente abusó cuando ella era menor, fue el golpe definitivo, que condenó al ostracismo social a Andrés.
La identidad del espía
En las filas del Partido Conservador hay un poderoso grupo, liderado por el diputado Ian Duncan Smith, con una postura muy beligerante hacia China y su supuesta amenaza para la seguridad nacional británica. Tanto Duncan Smith como el político populista Nigel Farage han reclamado que el asunto del espía llegue al Parlamento británico. Ambos habían amenazado con revelar la identidad de H6 en la Cámara de los Comunes, bajo el mismo privilegio parlamentario con el que Margaret Thatcher reveló en su día la identidad de Anthony Blunt, unos de los famosos espías de Cambridge que trabajaron durante años para la Unión Soviética.
Al final, han sido los propios abogados de Tengbo los que han forzado que su nombre saliera a la luz por decisión judicial.
El Gobierno de Starmer ha heredado así un conflicto en el peor momento posible, cuando quiere establecer buenas relaciones con Pekín que favorezcan un ansiado crecimiento económico del Reino Unido. “Siempre vamos a defender con firmeza nuestra seguridad nacional, y eso incluye cualquier desafío a nuestra seguridad económica procedente de China”, admitía este domingo en la BBC la ministra del Interior, Yvette Cooper. “Pero también necesitamos asegurar una interacción económica y una cooperación con China. Es una cuestión muy compleja”, señalaba.