Zelenski tantea al equipo de Trump en busca de apoyo ante el traspaso de poder en EE UU
Una delegación ucrania de alto nivel encabezada por Andrii Yermak, el jefe de Gabinete del presidente, Volodímir Zelenski, ha viajado esta semana a Estados Unidos para tantear al equipo del republicano Donald Trump en busca de apoyos. Los encuentros se producen en un momento crítico de la guerra en Ucrania y a un mes y medio del traspaso de poder de la Administración del principal aliado de Kiev hasta ahora. Ante la incertidumbre sobre los planes del próximo inquilino de la Casa Blanca —que prometió acabar con el conflicto con Rusia en 24 horas—, Zelenski ha comenzado a emitir señales cada vez más claras de que busca “soluciones diplomáticas”.
“Washington, Nueva York, Florida. Dos días de reuniones con miembros clave del equipo de Donald Trump y círculos de empresarios”, tuiteó Yermak en la noche del jueves. El emisario de Zelenski no dio nombres —”pacto entre caballeros”, dijo—, pero CNN informó de que se reunió con el vicepresidente electo J. D. Vance y el previsible futuro consejero de seguridad nacional, Mike Walt. Según el diario ucranio Pravda, también se vio con Susan Wiles, que será la jefa de Gabinete de Trump.
En la reunión, en la que también participó el viceministro de Defensa ucranio, Sergii Boiev, no se pretendía abordar un posible plan de paz, sino entablar relaciones preliminares e informar sobre la situación en el frente, de acuerdo con la cadena de televisión estadounidense. El diario The Wall Street Journal (WSJ) informó de que el equipo ucranio tenía previsto transmitir su disposición para alcanzar una paz duradera.
En una entrevista el lunes con la agencia japonesa Kyodo News, Zelenski plasmó de nuevo el giro que ha imprimido esta fase de la guerra, en la que Ucrania se encuentra en una situación de inferioridad con una necesidad urgente de armamento y soldados. El presidente reconoció la imposibilidad de recuperar en el campo de batalla partes del territorio ucranio ocupadas por Rusia —incluida la península de Crimea, anexionada por Moscú ilegalmente en 2014—, que suponen casi una quinta parte del país. “Nuestro ejército no tiene la fuerza necesaria para conseguirlo. Eso es cierto”, dijo. “Tenemos que encontrar soluciones diplomáticas”.
Ucrania insiste en que la única garantía de seguridad para una paz duradera es que la parte de territorio que aún controla esté bajo el paraguas de la OTAN. “No aceptaremos alternativas, sustitutos ni sucedáneos”, escribió el ministro de Exteriores ucranio, Andrii Sibiga, en una carta que dirigió esta semana a los 32 miembros de la Alianza. Los socios rechazan esa posibilidad y el equipo de Trump tampoco tiene ninguna intención de abrir la puerta de la OTAN a Kiev.
La esperanza de un cambio
En Ucrania consideran que el apoyo de la Administración del demócrata Joe Biden ha sido insuficiente y ha llegado siempre con retraso. A pesar de que Trump ha repetido su intención de cortar la ayuda a Kiev y de zanjar el conflicto en 24 horas, sin dar detalles de cómo —y de que es conocida su relación con el presidente ruso, Vladímir Putin—, hay un cierto optimismo en Kiev con su llegada a la Casa Blanca, como un revulsivo. Zelenski se reunió con el mandatario electo en septiembre para ir acercando posturas. “No habrá capitulación por parte de Ucrania”, afirmó Zelenski a la agencia japonesa. “Eso es un hecho y creo que él lo entiende”, dijo sobre Trump.
Hanna Hopki, exdiputada y presidenta de la Red de Defensa de los Intereses Nacionales (ANTS), advierte: “Es importante que aprendamos las lecciones de Minsk: sin garantías de seguridad no podemos aceptar la paz”. “En 2014, los líderes occidentales fueron lo suficientemente ingenuos como para esperar una solución diplomática a la invasión rusa de Ucrania [del este y de Crimea]. Ahora debería ser dolorosamente obvio que tales esperanzas eran poco realistas”, recuerda Hopki, que presidió también la comisión parlamentaria de relaciones exteriores. “Es necesario buscar un plan b si la OTAN no invita a Ucrania a unirse a la Alianza”, añadió esta semana en la sede de su oficina en el centro de Kiev, en una sala iluminada por una lámpara recargable en medio de un apagón.
Según Reuters, el presidente electo tiene previsto montar un grupo de trabajo para desarrollar su plan de paz. Sobre la mesa hay tres propuestas: la del general retirado Keith Kellogg —a quien Trump quiere nombrar enviado especial para Ucrania y Rusia—, que él mismo detalló en un artículo en abril; una de J. D. Vance y otra de Richard Grenell, exjefe de inteligencia interino de Trump. Todas contemplan alguna cesión territorial por parte ucrania y excluyen su entrada en la OTAN.
Kellogg propuso congelar la línea del frente, y a la vez, presionar a las partes con el suministro de armas para obligarles a sentarse a negociar. A Ucrania la amenazaría con cortarle el grifo —aunque recientemente ha apoyado los envíos de ayuda de Biden— y a Moscú, con aumentar el apoyo militar, en forma de armamento, al país invadido. También ofrecería al país invadido garantías de seguridad que podrían incluir un aumento del suministro de armas.
Vance, que como senador se ha opuesto a la ayuda a Ucrania, planteó en septiembre una zona desmilitarizada en las actuales líneas del frente que estaría “fuertemente fortificada” para impedir nuevas incursiones rusas. Grenell no tiene todavía ningún puesto asignado en la nueva Administración, que se sepa, pero se le considera cercano a Trump. En verano propuso, sin entrar en detalles, la creación de “zonas autónomas” en el este de Ucrania.
Ante la incertidumbre sobre si la ayuda militar seguirá fluyendo a Ucrania tras su salida de la Casa Blanca, Biden apura el tiempo que le queda para canalizar todo el apoyo posible. El enviado de Zelenski también ha mantenido esta semana encuentros con representantes de la Administración como el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, que se comprometió a enviar armamento y munición hasta mediados de enero, y con miembros del Senado y la Cámara de Representantes.
Kiev ha recibido estos días a una delegación de funcionarios del Senado estadounidense que le han prometido que el apoyo continuará durante el traspaso de poder. Mientras, todo son expectativas y especulaciones hasta que se conozca qué hará en concreto Trump.
El periodista y analista político ucranio Vitali Portnikov, uno de los más reconocidos del país, se preguntaba en un artículo este jueves qué podría ofrecer el nuevo presidente estadounidense a Putin para detener la guerra, cuando el mandatario ruso espera un debilitamiento de EE UU con la presidencia de Trump. “¿Y qué se puede hacer para asustar al líder ruso para que acepte las ideas y condiciones del equipo de Trump?”, añadía. “No hay respuestas a todas estas preguntas, no porque alguien no quiera buscarlas, sino porque simplemente no existen políticamente”.
En una entrevista con el presentador estadounidense Tucker Carlson emitida el jueves por la noche, el ministro de Exteriores ruso advirtió a Occidente de que emplearán “las medidas necesarias” para impedir una derrota rusa. Serguéi Lavrov urgió a tomar en serio las “líneas rojas” señaladas por Moscú, incluyendo el uso de misiles de largo alcance occidentales en suelo ruso, y recordó algunas de sus condiciones para negociar: “Nada de OTAN, absolutamente. Nada de bases militares. Nada de ejercicios militares en suelo ucranio con participación de tropas extranjeras”, dijo.