Los dos partidos históricos de Irlanda dan los primeros pasos para repetir un Gobierno de coalición
A veces las frases más manidas resultan imprescindibles para describir una realidad. En Irlanda, finalizado el largo recuento de votos después de las elecciones generales celebradas el pasado viernes 29 de noviembre, todo ha cambiado para que todo siga igual. Los dos partidos históricos que han gobernado el país durante los últimos cuatro años, el Fianna Fail (FF) y el Fine Gael (FG), se disponen a emprender una negociación para repetir coalición. Pero sus respectivas posiciones de fuerza han variado drásticamente.
El FF, con 48 diputados, tiene la sartén por el mango. Su líder, Micheál Martin, se perfila como nuevo primer ministro irlandés, cargo que ya ocupó durante los dos primeros años del anterior mandato. Si el final de la crisis financiera y económica de 2008, que acabó con 300.000 parados más y un país rescatado por la UE, parecía el final del FF y de Martin —la ira popular les acusaba de haber favorecido a banqueros y propietarios inmobiliarios—, estas elecciones han sido su resurrección.
El FG y el todavía primer ministro, Simon Harris, decidieron adelantar los comicios a lomos de un superávit presupuestario desconocido en cualquier otro país europeo, que tenía su origen en los ingresos fiscales generados por la presencia en la isla de grandes gigantes tecnológicos como Google, Facebook o Apple. La jugada acabó resultando en su contra. El FG, al que las encuestas anticipaban como el gran ganador de la contienda electoral, ha acabado tercero, con 38 escaños.
El Sinn Féin se desinfla
El Sinn Féin (SF), que dio la sorpresa histórica hace cuatro años al ser el partido con mayor voto popular, ha visto desinflar sus expectativas en estos comicios. El partido que durante décadas fue la voz política de la organización terrorista IRA queda en segunda posición, con 39 diputados. Se consolida como una opción con la misma fortaleza que los dos partidos históricos, pero con muchas más dificultades para ser relevante.
La abogada dublinesa Mary Lou McDonald, que heredó las riendas de la formación del histórico líder Gerry Adams, logró transformar la imagen del SF como un partido con mensaje social, algo antisistema y atractivo para el votante joven. Pero sigue siendo una organización apestada para el resto de formaciones, que no olvidan sus vínculos pasados con el IRA. Aunque McDonald ha aireado públicamente la idea de una coalición con el resto de partidos minoritarios, las cifras no dan.
El nuevo Parlamento irlandés tiene 174 diputados. Se necesita una mayoría de 88 para gobernar. Los Verdes han pagado en las urnas su apoyo al anterior Gobierno de coalición. Su presencia en la Cámara ha quedado reducida a un escaño, después de haber tenido seis. Las dos formaciones que han irrumpido con más fuerza han sido el Partido Laborista, con 11 diputados, y los Socialdemócratas, con otros 11. El escarmiento ajeno de los ecologistas les ha llevado a ambos a mantener muchas reservas ante un futuro apoyo a otro Ejecutivo del FF y el FG.
Pero quizá no les necesiten. Los dos partidos históricos suman 86 diputados. Pueden buscar los dos que les faltan entre los 23 candidatos independientes que han logrado un escaño en el Parlamento.
No hay prisa, en cualquier caso. Los diputados no se reunirán hasta el 18 de diciembre, y las negociaciones entre el FF y el FG, muy centradas en un programa de Gobierno, llevarán tiempo. De momento, Simon Harris, el más escaldado de los dos contendientes, ya ha puesto sobre la mesa una primera condición. Reclama una “paridad de consideración” entre ambas formaciones, a pesar de la diferencia de 10 escaños que las separan. Harris y Martin viajarán este viernes a Edimburgo para participar en una reunión del Consejo Británico-Irlandés a la que también acudirá el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer. Es posible que esa sea la primera reunión cara a cara de dos políticos que aún no han cruzado palabra desde la celebración de las elecciones.