La revolución en Irlanda tendrá que esperar: la división de la izquierda consolida a los dos partidos históricos
Irlanda está empeñada en llevarle la contraria a su poeta más universal, W. B. Yeats, y al verso de su obra, El Segundo Advenimiento, que más tiempo llevan citando politólogos de medio mundo: “Todo se deshace. El centro no se sostendrá”.
El sondeo a pie de urna compartido por la radiotelevisión pública RTÉ y el diario The Irish Times, junto con los primeros resultados de un lento escrutinio de votos que se prolongará quizá hasta primera hora del lunes, indican con fuerza que los dos históricos partidos que representan el centro de la política irlandesa, el Fianna Fail y el Fine Gael, podrán repetir coalición y seguirán gobernando.
Pero resisten a lomos de un espejismo. Apenas suman entre ambos el 40%. Hace 20 años, la cifra se acercaba al 80%. Es muy probable, también según el sondeo, que el partido que más voto popular obtenga —aunque su porcentaje sea muy similar al de Fianna Fail y Fine Gael respectivamente— sea el Sinn Féin, durante décadas el brazo político de la organización terrorista IRA. Ya ocurrió hace cuatro años, y fue toda una sorpresa. Aunque ahora, como entonces, todo apunta a que no servirá para nada. Su cambio de imagen convence a muchos jóvenes. No tanto a los que peinan canas.
“Ya pocos saben de dónde viene el Sinn Féin, y está bien que sea así. Pero yo sí que me acuerdo. Mi marido era policía y se vio involucrado en la famosa fuga de miembros del IRA de la prisión de Portlaoise, y aquello fue terrible”, recuerda Phil Sheehan.
Nada más alejado de la idea de una revolución política en ciernes que un jardín botánico una mañana de sábado. También el de Dublín, al norte de la ciudad. Sheehan y su actual pareja, Brian O´Connell, son funcionarios jubilados —”en sus 70”, dicen, sin querer afinar— y pasean de la mano entre los magnolios. “Cuando la gente habla de pobreza, no sabe exactamente lo que está diciendo. Miseria era la de los años cincuenta, no la de ahora. Yo prefiero que sigan gobernando el Fianna Fail y el Fine Gael, al menos cuatro años más. Los programas económicos de los partidos de izquierda me parecen sencillamente alejados de la realidad”, dice Brian. “Si tienen que gobernar, que sea dentro de cuatro u ocho años, cuando tú y yo ya no estemos”, bromea ella.
Una mayoría de cambio fragmentada
El Sinn Féin se resigna a seguir en la oposición. Ninguno de los dos partidos grandes, y tampoco muchos de los pequeños, quieren oír hablar de una coalición con los herederos del IRA.
Lo paradójico es que la suma de Sinn Féin y del resto de formaciones de la izquierda supone casi la mitad del electorado. El Partido Laborista, los socialdemócratas o formaciones más novedosas como Aontú confían en tener un buen resultado.
No pasa lo mismo con Los Verdes. Su participación en la coalición de Gobierno de los últimos cuatro años les ha pasado factura. Se arriesgan incluso a desaparecer.
Con un Parlamento de 174 miembros, Fianna Fail y Fine Gael —que en el mejor de los casos podrían rozar los 80 diputados— necesitan un socio. Y todas las miradas se dirigen a laboristas y socialdemócratas.
“Son unas elecciones de continuidad y cambio. Hay un claro cambio estructural en la política de Irlanda”, señala en RTÉ Aidan Reagan, profesor de Ciencia Política del University College de Dublín. “Pero con una izquierda tan fragmentada no es descartable que Fianna Fail y Fine Gael mantengan su Gobierno de coalición durante muchos años”.
La decepción de los jóvenes
La información del sondeo de RTÉ no se ceñía solo al porcentaje de apoyo obtenido por cada partido. Aportaba más datos. Por ejemplo, la diferencia de voto entre jóvenes y adultos. Y la brecha generacional es bastante relevante.
Si el jardín botánico es un remanso de paz madura y conservadora, la inquietud juvenil puede buscarse entre obras de arte contemporáneo. Daniel Elliott, de 33 años, contempla la fotografía que un artista local hizo el año pasado de Mary Lou McDonald, la líder del Sinn Féin. Cuelga junto a otros personajes —la primera mujer trans reconocida legalmente en Irlanda, o un joven en su habitación, que representa la desesperación por la vivienda de toda una generación—, todos ellos desplegados por la Sala de Retratos de la Galería Nacional de Irlanda.
-¿Votaste por ella?.
“No, en absoluto. Ella no me convence, pero me resultan atractivas las ideas que defiende el Sinn Féin. Aunque yo he votado más a la izquierda, a los socialdemócratas”, admite.
Carestía de la vivienda
Elliot trabaja en el departamento de asesoramiento y acomodación de alumnos del University College de Dublín. Sabe muy bien lo desesperante que resulta para muchos jóvenes hacerse con una casa en una ciudad donde la invasión de las grandes tecnológicas, como Google, Meta o Apple ha disparado los precios.
“Al menos el Sinn Féin tiene una propuesta de construcción de viviendas algo creíble. Pero lo de Fianna Fail y Fine Gael me irrita, porque representan el establishment y no me creo sus promesas. Detrás de ellos están los grandes propietarios de terreno que aspiran a ganar más dinero”, dice.
“La crisis de la vivienda es común a todos los países occidentales, pero aquí es especialmente grave, por los enormes incrementos de población que experimentamos cada año”, explica a EL PAÍS Gail McElroy, profesora de Política del Trinity College de Dublín. “Aunque construyan casas, no pueden hacerlo al ritmo de la demanda”.
La revolución en Irlanda tendrá que esperar. El proceso de conteo de votos, lento y complejo, llevará todo el fin de semana. Es posible que más. Y nadie espera sorpresas. Miles de aficionados caminaban este sábado hacia el Estadio Aviva, en Dublín, para ver el partido de rugby que enfrentaba a Irlanda con Australia. “Somos una nación vieja, católica, lenta, y poco acostumbrada a los cambios. Nadie se cree que los nuevos partidos puedan cambiar las cosas, y además, ya hacemos demasiados equilibrios para que nada se altere”, dice Peter Turner.
Junto a su mujer, Annemarie, han viajado desde el condado de Killaloe a la capital para ver el partido. “¿Sabías que hay jugadores de Irlanda del Norte en la selección nacional? Por eso cantamos dos himnos, y no verás en el estadio la bandera nacional, verde, blanca y naranja”, cuenta Peter. “Esto es Irlanda, algunas cosas, mejor no tocarlas”, sugiere.