Un tentativo gabinete que toma forma y genera incertidumbre
Pasan los días y en el limbo que es el periodo entre las elecciones y la toma de posesión, la historia no cambia mucho, solo se espesa. Si los primeros nombramientos del gabinete, casi todos vinculados a las relaciones exteriores o la migración, generaron miedos por sus perfiles de línea dura, los más recientes han producido incertidumbre por su pasado o falta de preparación para los cargos. Entre varios cargos controvertidos, la secretaria de Educación será una empresaria de 76 años que hizo su fortuna con la WWE, Linda McMahon; un prominente antivacunas, Robert F. Kennedy, será el secretario de Salud; un empresario de bienes raíces sin experiencia política y menos en asuntos internacionales, Steven Witkoff, será enviado especial para Oriente Medio; y, tal vez el más polémico, un joven congresista, investigado por presuntamente haber pagado a una menor de edad para tener relaciones sexuales, Matt Gaetz, iba a ser, hasta hace minutos, el elegido para fiscal general.
Aquí se puede ver una lista completa para saber quién es quién en el gabinete de Trump, pero el caso de Gaetz, tal vez el más controvertido de todos, merece un corto repaso porque puede ser la primera grieta dentro de la bancada republicana, antes siquiera de que comience el mandato del presidente electo.
En cuanto fue nominado, el congresista de Florida, uno de los más fieles seguidores del presidente electo, dimitió de su escaño. La dimisión, sin embargo, no era un gesto de alejamiento de sus tareas partidistas ni de respeto anticipado a las incompatibilidades de ese cargo. Era simplemente una maniobra para que la Comisión de Ética de la Cámara baja no divulgase un informe con los hallazgos de una investigación sobre él.
En esa investigación —que busca saber si Gaetz incurrió en conducta sexual inapropiada y consumo de drogas ilícitas, si aceptó regalos indebidos y si trató de obstruir las investigaciones gubernamentales sobre su conducta— figura, según ha trascendido, la declaración de una mujer que asegura que mantuvo relaciones sexuales con el diputado a cambio de dinero cuando tenía 17 años y la de otra mujer que ha jurado que presenció el encuentro. Hay pruebas del rastro del dinero.
La posible difusión de esos detalles elevó la presión contra el nombramiento de Gaetz como fiscal general hasta tal punto que Gaetz retiró su nombre de la consideración para el puesto este jueves. Por el momento, el informe de la Comisión de Ética de la Cámara de Representantes se mantiene en secreto. Algunos senadores, incluidos republicanos, deseaban conocer las conclusiones de la investigación para formarse un criterio sobre si debían votar a favor o no de confirmar el nombramiento propuesto por Trump.
La situación era y sigue siendo más delicada porque Gaetz es conflictivo e impopular entre muchos de sus compañeros congresistas. Los críticos consideran que se combina la falta de preparación técnica y experiencia profesional con una catadura moral impropia del cargo para el que lo había postulado Trump. El problema es que este, al igual que varios otros de los nombramientos de Trump, era una especie de órdago al sistema y, en particular, a los representantes y senadores republicanos, que se ven ante la disyuntiva de obrar en conciencia o hacer caso al líder. Con el paso para atrás de Gaetz parece que se ha desactivado una bomba por ahora.
Biden apura dentro y fuera de casa antes de pasar la batuta
Mientras Trump prepara su alineación para enfrentar su segunda presidencia, el todavía presidente Joe Biden se apresura para cementar en lo posible su legado tanto a nivel nacional como internacional. Por un lado, Biden quiere cubrir en estos dos meses tantas vacantes de jueces federales como sea posible. Son cargos vitalicios y el actual presidente ha tratado de que reflejen la diversidad del país, con muchos nombramientos de mujeres y minorías. Sin perder tiempo, ya propuso y aprobó a dos mujeres para los juzgados de distritos del sur de Nueva York y de Guam.
En política exterior, el presidente demócrata en los últimos días ha usado foros como el G-20 y la APEC para tratar de proteger la red de alianzas que ha tejido durante su mandato, incluyendo el tenso entendimiento que ha forjado con el presidente chino, Xi Jinping. Sin embargo, el frente principal ha sido Ucrania. El domingo autorizó a este país por primera vez utilizar el armamento estadounidense de largo alcance para atacar el interior de Rusia. El paso representa un giro de gran calado en la política de Washington en esa guerra, donde hasta ahora la Casa Blanca se oponía a que los ataques de Kiev se adentraran en territorio ruso por preocupación a que Moscú pudiera responder de manera contundente, incluso con armas nucleares.
De hecho, Putin ha aprobado en respuesta la posibilidad de usar armamento nuclear como retaliación a ataques en suelo ruso. A su vez, Reino Unido y Francia también se han abierto al uso de sus armas para atacar tierra soberana rusa. Es muy difícil predecir el rumbo de este conflicto, que Trump ha prometido acabar, sin decir cómo, según se instale en la Casa Blanca, pero sin duda las últimas maniobras de Biden han complicado el panorama de cualquier negociación, que ya de por sí sería muy enrevesada y enfrenta dos posiciones, las de Ucrania y Rusia, respectivamente, aparentemente irreconciliables.
A dos meses de que Donald Trump asuma como el 47 presidente de Estados Unidos, el escenario del drama político estadounidense, y por extensión del mundo entero, convulsiona ante un relevo que toma forma y produce muchas incógnitas.
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