El plan de Meloni en Albania empieza fallando: cuatro de los 16 primeros deportados deben regresar a Italia

El controvertido plan de deportación de migrantes a Albania del Gobierno de ultraderecha de Giorgia Meloni ha empezado fallando en su estreno. Ya se había criticado que en el primer traslado hubiera solo 16 personas, un gasto desmesurado calculado en 18.000 euros por cada una de ellas para un viaje de cuatro días, ida y vuelta, de la nave militar Libra. Pero, después de desembarcar en la mañana del miércoles en el puerto de Shengjin, cuatro de ellos regresarán a Italia. Dos de ellos porque son menores de edad, según ha confirmado a EL PAÍS el Ministerio del Interior italiano. El regreso de los otros dos, estos adultos, ha sido confirmado por la autoridad portuaria de Shengjin a la agencia Ansa y la razón es que se hallan en condiciones de extrema vulnerabilidad. Ninguno de los cuatro puede entrar en el polémico protocolo rápido de gestión de peticiones de asilo que se está aplicando, así que fueron trasladados en una lancha de nuevo al Libra. Regresarán en el mismo barco en el que han llegado, completando así un viaje absurdo. Eran la cuarta parte de este primer contingente de deportados.

Este obstáculo pone en evidencia, precisamente, una de las posibles debilidades del sistema denunciadas por ONG y organizaciones de derechos humanos, que critican que el protocolo rápido de gestión de asilo, con una selección de migrantes destinados a Albania realizado a bordo de una nave, no ofrece garantías. Los dos menores han sido identificados por un equipo de Acnur, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados, presente en el centro italiano de Shengjin que está supervisando los trámites, según el diario La Repubblica. Ambos, sin documentación, ya habían asegurado que no alcanzaban la mayoría de edad. “No bastaba la selección arbitraria realizada en alta mar para huir a la obligación de acogerlos en Italia. Han embarcado dos menores. Enésima violación de los derechos de los más frágiles”, ha atacado la ONG alemana de rescate Sea Watch en redes sociales, tras conocer la noticia.

La nave militar italiana Libra había llegado a las ocho de la mañana al puerto de Shengjin. A las 9.39 comenzaron a desembarcar los 16 migrantes rescatados (10 bangladesíes y 6 egipcios) el lunes en el Mediterráneo. Descendieron en grupos de cuatro y en solo 15 minutos ya estaban todos en tierra. Eran los primeros destinados a alojarse en el nuevo centro de internamiento que Italia ha construido en el país balcánico, tras el polémico acuerdo firmado con el Gobierno de Tirana en 2023, que inaugura este modelo de centros de retención para solicitantes de asilo gestionados fuera de la Unión Europea. El buque militar sobresalía sobre los pesqueros del pequeño puerto de esta localidad turística, de playa y hoteles. Las autoridades albanesas no dejaban acercarse a la prensa, alejada del barco a 200 metros.

El Libra estaba atracado en el muelle frente al centro de recepción e identificación construido por Italia, con barracones y delimitado por un muro. Tras someterse a un examen médico, los 12 migrantes que se queden en Albania (después de que los dos menores y los dos adultos vulnerables vuelvan a Italia) podrán registrar ahí mismo sus peticiones de asilo y empezará el plazo de 48 horas para que un juez en Roma convalide o rechace la solicitud de iniciar un procedimiento de gestión acelerado con retención del afectado, el método que Italia va a emplear en Albania.

Es un trámite decisivo y lleno de incógnitas porque el juez puede negar el permiso. Es lo que están haciendo, de hecho, los tribunales de Palermo y Catania en un 90% de los casos. La cuestión judicial es la verdadera prueba de fuego para el Gobierno italiano, para comprobar si este nuevo sistema en Albania puede funcionar. También la UE está muy pendiente, porque la Comisión Europea se plantea extenderlo y lo toma como un experimento.

Dentro de las muchas preguntas pendientes de respuesta está esa: qué ocurrirá si el juez rechaza la petición de aplicar a estas personas el procedimiento rápido. En principio, deberían ser trasladadas a Italia, porque en Albania no pueden quedarse. El gasto de transportarlos a Albania se ha calculado en 18.000 euros por persona. El centro de internamiento cuesta 800 millones en cinco años.

La clave del rechazo o aceptación de la petición de procedimiento rápido es una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que ha recortado de 22 a 7 los países considerados seguros a cuyos ciudadanos Italia puede aplicar este sistema veloz de tramitación de asilo y retención, y, si es el caso, expulsión en frontera. Es el pilar sobre el que se sustenta todo el protocolo ideado en Albania y, si falla, podría derrumbarse. Y el hecho es que la sentencia ha dejado fuera de este procedimiento todos los principales países de origen de los migrantes que llegan a Italia por el Mediterráneo, como Bangladés, Egipto, Túnez y Libia. Precisamente en este primer buque italiano que acaba de atracar en Shengjin los migrantes son de Bangladés y Egipto.

Entre los únicos siete países considerados seguros por el tribunal europeo solo hay uno africano, Cabo Verde, con poquísimas llegadas, y el resto son balcánicos; entre ellos, paradójicamente, Albania.

Una vez efectuados los primeros trámites de llegada en el centro de Shengjin, donde no hay camas y solo es de tránsito, los migrantes serán trasladados en autobuses al gran centro de internamiento de Gjadër, a 23 kilómetros. Es una gran cárcel italiana fuera de la UE. Los internos no pueden salir de ahí. Tiene capacidad para un millar de plazas.

Es allí donde los migrantes deportados permanecerán recluidos, a la espera de que se resuelvan sus expedientes. En teoría, según prevé este procedimiento rápido, debería ser en 28 días. Luego, si su petición de asilo es rechazada, deberán ser repatriados, aún no está claro cómo. No se sabe si en avión o barco desde Albania, o antes tendrán que ir a Italia.

En realidad, los datos dicen que en Italia actualmente solo son repatriados el 20% de aquellos a quienes se da orden de expulsión, por la dificultad de llevar a la práctica los traslados a los países de origen. El resto son puestos en libertad y desaparecen, o quedan retenidos en centros de repatriación, ya muy sobrecargados. El proceso suele tardar, cuando tiene éxito, entre tres y seis meses. Con estas cifras como referencia, la duda es si el centro no se saturará rápidamente y si, de todos modos, la mayoría de las personas recluidas acabarán siendo trasladadas a Italia.

Médicos Sin Fronteras, una de las ONG que rescata migrantes en el Mediterráneo, ha condenado duramente la puesta en marcha de las deportaciones: “Es probable que la última estrategia de Italia para eludir y externalizar sus responsabilidades respecto a las personas que buscan seguridad y protección se traduzca en más abusos y violaciones de los derechos humanos. Esta medida impedirá a los supervivientes acceder a los procedimientos de asilo y a las evaluaciones de vulnerabilidad adecuadas, lo que contraviene las obligaciones de Italia en virtud del derecho internacional y europeo”.

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