Muere Alex Salmond, el líder nacionalista escocés que impulsó el referéndum de independencia
Alex Salmond (Linlithgow, 69 años), el político que impulsó al Partido Nacional de Escocia (SNP, en sus siglas en inglés) a sus cotas más elevadas de poder, ha muerto este sábado. El ex ministro principal escocés ha fallecido de manera instantánea mientras pronunciaba un discurso en Macedonia del Norte.
“La independencia llegará más pronto de lo que muchos se imaginan”, aseguraba Salmond a EL PAÍS ante la costa de Aberdeen en mayo de 2021, durante una campaña electoral al frente de su nuevo partido, ALBA. Para entonces, el veterano luchador ya no era ni la sombra de lo que había llegado a ser, pero todavía era capaz de congregar a centenares de seguidores en sus actos públicos.
Absuelto de varias acusaciones de abuso sexual y violación que dejaron por los suelos su ya maltrecha reputación, había emprendido una batalla sin cuartel contra su protegida y sucesora al frente del partido y del Gobierno, Nicola Sturgeon, a la que acusaba de no ser digna de dirigir el destino de Escocia.
Salmond, que se puso al frente del nacionalismo en 1990, logró conducir al SNP desde la oposición, en una Escocia cuya política estuvo dominada durante décadas por el Partido Laborista, hasta una mayoría holgada en la Asamblea Autonómica de Holyrood. Desde 2007 hasta 2014 fue el ministro principal de un Gobierno escocés con competencias renovadas, y luchó hasta convencer al Parlamento de Westminster para que autorizara la celebración del referéndum de independencia de 2014.
La campaña sirvió para fortalecer como nunca antes a las fuerzas independentistas escocesas, después de 25 años de autonomía recuperada, pero también dividió de manera visceral a los ciudadanos de esta nación. Finalmente, los votos contrarios a la secesión superaron a los que aspiraban a separar su destino del del Reino Unido (55,30% frente a un 44,70%).
Después de aquella derrota, que frenó las ansias separatistas pero consolidó durante muchos años al SNP como la fuerza política mayoritaria de Escocia, Salmond presentó su dimisión.
En agosto de 2018, el político nacionalista anunció también que abandonaba el partido, poco antes de que la dirección del SNP se decidiera a expulsarle, ante las serias acusaciones de acoso y abuso sexual presentadas contra él por varias presuntas víctimas.
Nueve mujeres, todas ellas trabajadoras del partido del Gobierno autónomo, acusaron a Salmond de haber intentado agredirlas sexualmente desde su posición de autoridad. En eventos públicos, en el interior de su vehículo oficial, en un club nocturno y en su residencia oficial de Bute House, donde hasta en ocho ocasiones, según sus testimonios, intentó emborracharlas antes de abusar de ellas. Los abogados de la acusación llegaron a definir al ex ministro principal escocés, durante los 10 días que duró el juicio en Edimburgo, como un “depredador sexual”. La defensa de Salmond siempre señaló que el juicio había sido una “burbuja política”.
En marzo de 2020, un jurado popular absolvió al político de todas las acusaciones.
Sombra molesta
Durante todos estos años, Salmond ha sido más un sombra molesta que una amenaza para la dirección del SNP, que bajo la dirección de Sturgeon mantuvo una hegemonía política incuestionable en Escocia. Su partido, ALBA, nunca llegó a dividir el voto independentista con la fuerza que las encuestas iniciales pronosticaron.
Sin embargo, la venganza personal llegó a mediados de 2023, cuando un escándalo de finanzas que implicaba a la ministra principal y a su esposo, Peter Murrell, acabó forzando la dimisión de Sturgeon. Una inflación desatada, que provocó una aguda crisis del coste de la vida, llevó a muchos escoceses a desilusionarse con el futuro referéndum de independencia que les prometía el Gobierno autónomo.
Paradójicamente, la diputada del partido de Salmond, ALBA, en la Asamblea de Holyrood, Ash Regan, era la única dispuesta a seguir a Sturgeon cuando planteó utilizar una vía unilateral que abocaba al enfrentamiento con Londres para impulsar un segundo referéndum de independencia que nunca se llegó a celebrar.
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha definido a Salmond como “una figura monumental en la política escocesa y británica”, y ha resaltado su devoción a la causa de Escocia. “Como ministro principal, se preocupó profundamente de preservar la herencia, la historia y la cultura [de esa nación], así como de defender los intereses de los ciudadanos que representó como diputado nacional y autonómico”, ha recordado Starmer.