Reforma fiscal: pan y circo
La conocida expresión “pan y circo” se le atribuye al poeta romano Juvenal y alude a la costumbre de los emperadores de la antigua Roma de regalar trigo o entradas a los espectáculos para distraer la atención del pueblo de los problemas sociales o conflictos políticos importantes.
Esta costumbre perdura hasta nuestros días. Ya no con trigo, sino con tarjetitas y dádivas, o peor, con noticias o casos judiciales con nombres marinos que se suceden uno detrás del otro, en una vorágine que es imposible seguir. Y el pueblo se entretiene.
Es inevitable. Hay cierto morbo en el paseíllo con “casco y chaleco” de los otrora poderosos emperadores de la política criolla obligados a caminar esposados frente a un mar de periodistas. Pero no pasa de ahí.
Se nos olvida que hemos visto el mismo espectáculo docenas de veces, lo que no hemos visto es la primera condena a pesar de que los expedientes están “blindados”. Se nos olvida que el pueblo que se entretiene olvida rápido.
Como corresponde al guion político, las decisiones más duras deben tomarse al inicio de un mandato. Y Abinader se atrevió a lanzar la temida reforma fiscal a escasos dos meses de su segunda juramentación confiando en el Alzheimer selectivo del dominicano.
No por esperada, menos dolorosa la noticia. Su equipo de asesores económicos tuvo muchísimo tiempo para preparar escenarios y opciones para que fueran menos lesivas para el dominicano trabajador. Y volvieron a desencantar.
El gobierno parece que decidió irse por el camino fácil: acabar con la clase media de una vez por todas. Necesita de los pobres porque es un voto barato y necesita de los ricos para financiar campañas y cobrar favores, por lo tanto, no los toca.
La clase media no le representa nada. No tiene tiempo para marchar, no la reciben en Palacio y está muy cansado para quemar gomas.
No tomó en cuenta que al ampliar la base del ITBIS a casi todos los productos alimenticios obliga al pueblo a comer mal e impacta su salud y su calidad de vida.
Lo del IPI es ridículo si no fuera una burla a los que han durado 20, 30 años pagando una hipoteca con intereses variables. Y mejor no hablemos de las compras por internet ni de la declaración de ingresos en un salario que se va en pasaje y tapones.
Me parece que entre el grupo de asesores y gurúes económicos no había mujeres. Mucho menos, madres solteras. Con todo gusto le enseñamos algunos trucos financieros de supervivencia y de sentido común. En la mayoría de los casos, para que el dinero rinda solo hay que verificar los gastos y ponerle un ojo al administrador.
A esta reforma le faltó un rubro muy importante: el ahorro del gobierno. Me parece imposible que en el Ministerio de Hacienda a nadie le llame la atención el gasto de una entelequia como el Congreso, por ejemplo.
Para hacer el amago de legislar dos veces por semana no necesita gastar miles de millones de pesos. O verificar la publicidad y los eventos de las entidades gubernamentales, las nóminas abultadas y los asesores que no asesoran nada.
De paso, podían revisar el 4% de la educación que hace tiempo es gasto y no inversión.
Es muy bueno poner a todos a dieta mientras el que más gasta (y endeuda) sigue comiendo con la cuchara grande. Que el ejemplo comience con el de arriba. Esa sí sería una verdadera reforma.