Los dos candidatos más escorados a la derecha competirán por el liderazgo del Partido Conservador del Reino Unido

Una mujer de origen nigeriano, cuyas referencias políticas son Winston Churchill y Margaret Thatcher y cuyo enemigo declarado es el progresismo woke, y un hombre de la Inglaterra profunda que promete mano dura contra la inmigración, aunque eso suponga sacar al Reino Unido de la legalidad internacional. Los 120 diputados del Partido Conservador que han votado este miércoles han decidido que la batalla por el liderazgo de la formación debe librarse en el terreno del ultraconservadurismo. Kemi Badenoch y Robert Jenrick son los candidatos finalistas que deberán luchar ahora por el voto de los afiliados, después de varias votaciones de descarte en el grupo parlamentario. El exministro del Interior James Cleverly, la única opción moderada disponible, ha quedado eliminado de la contienda.

Cuando los tories disponían de 372 representantes en la Cámara de los Comunes, antes de la derrota electoral del pasado 4 de julio, resultaba previsible que la elección de los parlamentarios fuera siempre más moderada que la de las bases. Los 121 diputados que hoy resisten, sin embargo, mantienen sus puestos porque están tan escorados a la derecha como la mayoría de los 170.000 afiliados del Partido Conservador.

Y al menos dos tercios de ellos han decidido que tanto Badenoch como Jenrick son del gusto de los miembros de la formación, que podrán escuchar directamente los argumentos de uno y otro a lo largo de las próximas semanas y enviar su voto, hasta que concluya el plazo del 31 de octubre. El ganador será anunciado el 2 de noviembre.

“Nuestra responsabilidad era dar a los afiliados, a la gente que reparte puerta a puerta la propaganda electoral, a los que se dejaron la piel para que los 121 que quedamos fuéramos reelegidos, dos candidatos fuertes entre los que pudieran elegir”, ha dicho a Sky News Mark Francois, uno de los diputados conservadores más anti-UE y pro-Brexit, que se ha sumado a las filas de Jenrick.

La voz contra el progresismo ‘woke’

Badenoch, de 44 años, ha sido desde el principio de la competición la favorita de las bases, según todas las encuestas. La exministra de Comercio Internacional en el anterior Gobierno conservador de Rishi Sunak ha sido la voz más beligerante contra el progresismo woke y, especialmente, contra el movimiento trans y los defensores de la autodeterminación de género.

De padres nigerianos del pueblo yoruba, vivió en ese país africano y más tarde en Estados Unidos, antes de regresar al Reino Unido con 16 años. Se licenció en Ingeniería de Sistemas y más tarde en Derecho. Olukemi Olufunto Adegoke Badenoch, ese es su nombre completo, es una mezcla elocuente del neoliberalismo thatcheriano siempre vivo entre los tories y del conservadurismo sociológico del filósofo Roger Scruton, que ayudó con sus escritos a muchos ingleses a sentirse cómodos en su tradicionalismo.

Puede denunciar, y denuncia, los excesos del colonialismo británico, pero cree que su síntesis histórica tiene un balance positivo. Es capaz de detectar el racismo en la sociedad, pero se opone frontalmente a cualquier intento de definirlo como “institucional” o de llevar ese debate al ámbito académico. “No todas las culturas son igual de válidas”, ha defendido Badenoch, que exige, ante cualquier intento de integración, que se ponga por delante la defensa de los valores culturales británicos.

Pero, sobre todo, se ha convertido en una referencia entre muchos afiliados conservadores con su lucha constante y agresiva contra el movimiento trans. “Si llegamos a formar gobierno, dejaremos claro en la ley que cuando hablamos de sexo, hablamos de sexo biológico, y no una nueva definición de la palabra. Nuestro afán por proteger los espacios reservados para mujeres y niñas es demasiado importante como para permitir que siga adelante toda esta confusión”, prometía Badenoch este verano.

Su riesgo, sin embargo, es un ímpetu y un radicalismo que provoca el rechazo de algunos diputados conservadores. Durante el congreso de Birmingham, a principios de este mes, tuvo que rectificar su afirmación de que las bajas por maternidad eran una carga fiscal excesiva para los empresarios, y parte de una regulación excesiva que ahogaba a la economía.

El candidato antiinmigración

A diferencia de su rival, cuyo ímpetu nunca ha disimulado, Jenrick tiene una trayectoria política más oportunista, pero también posee la virtud de olfatear como nadie por dónde sopla el viento del populismo. Abogado educado en Cambridge, que ha ganado una considerable fortuna ejerciendo el Derecho Mercantil, su primer escaño como diputado lo logró en 2014, bajo el manto del conservadurismo moderado y social de David Cameron. Su rival principal por aquella circunscripción era el candidato del partido ultraderechista UKIP, liderado por Nigel Farage, y logró derrotarlo.

Diez años después, Jenrick defiende que la inmigración “amenaza con canibalizar” el estilo de vida y los principios del Reino Unido; reclama mano dura contra todos aquellos que aspiran a construir una nueva vida en territorio británico; promete a los suyos que, si llega al poder, sacará al país de la Convención Europea de Derechos Humanos y de la jurisdicción del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH); y es uno de los mayores defensores de la necesidad de establecer una alianza con el nuevo partido de Farage, Reform UK, al que considera un hijo pródigo de los tories.

Rishi Sunak decidió nombrar a Jenrick secretario de Estado para la Inmigración, cuando pensaba que la enemiga interna de su Gobierno era la entonces ministra del Interior, Suella Braverman. Pensaba en él como un muro de contención frente al radicalismo ultra de la ministra. Al final, fue Jenrick quien abrió una crisis en Downing Street al dimitir en protesta de la política de deportaciones a Ruanda. A su juicio, era demasiado blanda y condescendiente con la legalidad internacional.

Jenrick llegó a irritar al ejército británico al asegurar, en uno de sus vídeos de campaña con los que pretendía seducir a los afiliados, que las fuerzas especiales del Reino Unido “preferían asesinar, antes que detener, a los terroristas, porque sabían que el TEDH los acabaría dejando en libertad”.

Para muchos conservadores, aquella afirmación fue una barbaridad con la que Jenrick había puesto en riesgo su candidatura. Después de la votación de este miércoles, queda claro que son más los que creen que las bases aplauden un discurso cada vez más extremista.

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