China busca explicaciones a una serie de ataques con cuchillo en los últimos meses

El lunes 30 de septiembre, un día antes de la fiesta nacional china, un hombre flaco vestido con chaqueta azul y armado con un cuchillo en cada mano se adentró en el centro comercial Ludu International Shopping Plaza, en Shanghái, y la emprendió a puñaladas con quien encontró a su paso. En su recorrido, atravesó un supermercado de la cadena estadounidense Walmart. Los testigos presenciales han mencionado sus movimientos rápidos y la sensación de que parecía haber planificado su trayectoria. Inició su masacre unos minutos antes del cierre del establecimiento. Hirió a 18 personas; tres de ellas murieron poco después en el hospital. Las imágenes que han circulado en redes sociales resultan espeluznantes. Se ven heridos retorciéndose en el suelo, cubiertos de sangre. “Como todo se volvió caótico, solo pudimos averiguar adónde había ido oyendo los gritos de la gente”, contaba Zheng, un hombre que fue sorprendido mientras cenaba y trató de frenarlo lanzándole sillas, según recoge la BBC, que ha hecho una minuciosa reconstrucción del suceso. “Mientras el atacante apuñalaba a la gente, gritaba improperios”.

La policía recibió una llamada de alerta a las 21.47 horas. El presunto asesino fue reducido poco después en el lugar de los hechos. Las imágenes de la detención muestran el rostro inescrutable del tipo y su chaqueta salpicada de sangre. El informe policial difundido un día después identifica al autor como Lin Moumou, un varón de 37 años. “Según la investigación preliminar, Lin viajó a Shanghái para desahogar su ira […] debido a disputas económicas personales”, dice únicamente el comunicado de la policía.

El incidente es el último de una serie de ataques con arma blanca que han afectado a China este año. El 19 de septiembre murió un niño japonés de 10 años tras ser apuñalado por un hombre de 44 cuando iba al colegio japonés en Shenzhen. El suceso levantó una nueva polvareda diplomática entre Pekín y Tokio, cuyas relaciones no pasan por un buen momento: tuvo lugar en una fecha señalada, el aniversario del llamado incidente del 18 de septiembre, que dio inicio a la invasión japonesa de Manchuria, en 1931, y abrió la puerta a la posterior guerra sinojaponesa.

Aunque un portavoz de Exteriores chino aseguró que se trataba de un caso “aislado” a nadie se le escaparon los notables paralelismos con otro ataque de junio. Entonces, un niño japonés y su madre fueron heridos con un cuchillo por un ciudadano chino cuando esperaban al autobús escolar en Suzhou, una ciudad con fuerte presencia de compañías y ciudadanos japoneses, cercana a Shanghái. En este caso, murió la cuidadora china del autobús, que trató de parar al atacante.

Solo dos semanas antes, también en junio, un hombre había herido con un puñal a cuatro profesores estadounidenses y a un transeúnte chino que trató de defenderlos en un parque en la ciudad nororiental de Jilin. La policía detuvo como presunto autor a un ciudadano chino de 55 años. “La policía nos dijo que estaba en paro y con mala suerte, y que alguien de nuestro grupo chocó con el hombre”, explicó uno de los instructores a la Radio Pública de Iowa. “Y él decidió responder de la forma en que respondió”. En el caso de Suzhou, el detenido también estaba desempleado. Ambos fueron descritos como “casos aislados” por la Cancillería china, que aseguró que la República Popular es uno de los países más seguros del mundo.

Ha habido también otros ataques contra ciudadanos chinos en distintos puntos del país. En Shanghái, hubo tres heridos por arma blanca en el metro en junio; en mayo, tres muertos en un parque en Chenzhou; dos en una escuela en Guizi; otros dos en un hospital en Yunnan… Aunque no existen cifras específicas para este tipo de agresiones y apenas se revelan detalles sobre las investigaciones, el Ministerio de Seguridad Pública aseguró en mayo que China es uno de los países con las tasas de homicidios, crímenes e incidentes relacionados con armas de fuego más bajas del mundo, según recogió el oficialista Global Times. “La situación de seguridad pública ha permanecido estable y mejorado en los últimos cinco años”, aseveró.

“Venganza contra la sociedad”

Hay que poner las cifras en perspectiva en un país de más de 1.400 millones de habitantes. Aunque este tipo de discusiones son rápidamente censuradas en las redes sociales, algunos comentarios sobre los ataques debaten si la presión económica actual puede tener algo que ver, si está relacionado con las enfermedades mentales y su tratamiento, o con la xenofobia. Los ataques aleatorios contra desconocidos no son tampoco un fenómeno nuevo en el país. Las autoridades suelen referirse a ellos como actos de “venganza contra la sociedad”.

Shuai Wei, profesor de Sociología, Política Social y Criminología en la Universidad de Liverpool, advierte de que es aventurado conectar situación económica y estallidos de violencia. “La escasez de datos dificulta la extracción de conclusiones definitivas”, responde por correo electrónico. “Según mi análisis de la información disponible, los recientes incidentes de delitos con arma blanca en China no indican la existencia de una epidemia, sino que más bien parecen ser sucesos aislados”. Wei reconoce que los datos sobre apuñalamientos son “opacos” y que las autoridades no publican cifras diferenciadas sobre este tipo de ataques. No cree que la xenofobia sea un factor determinante y añade que, según datos oficiales de 2020, China ha vivido en las últimas dos décadas un descenso notable de la criminalidad y, según un estudio académico de 2024, los programas de alivio de la pobreza también han contribuido a reducirla.

Shuai Wei advierte, no obstante, sobre el vínculo entre las agresiones y posibles tendencias xenófobas. Recuerda que, tras el asesinato del niño japonés en septiembre, la entonces ministra de Exteriores nipona, Yoko Kamikawa, reclamó a China que tomara medidas enérgicas contra las “publicaciones infundadas y malintencionadas contra Japón en las redes sociales”, ya que están “directamente relacionadas con la seguridad de los niños y son absolutamente inaceptables”.

Para el académico es preocupante la intersección de estos sucesos violentos con tensiones geopolíticas más amplias, en especial cuando se habla de países como China y Japón, para los que las disputas no resueltas tienen un largo pasado. “Además, factores socioeconómicos como el aumento del desempleo y la atonía de la economía pueden contribuir aún más a esta preocupante tendencia”, alerta. En su opinión, la violencia xenófoba rara vez es el resultado de prejuicios individuales aislados. “Por el contrario, a menudo se ven influidos y exacerbados por factores estructurales, como la inestabilidad económica, el discurso político y el papel de los medios de comunicación en la imagen de las poblaciones extranjeras”.

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