Los aliados inician una nueva fase de presión sobre Ucrania para negociar el final de la guerra
“Catástrofe americana”, tituló en su principal artículo del 26 de septiembre el diario ucranio Pravda. Volodímir Zelenski regresó el pasado viernes de Estados Unidos con señales nada halagüeñas para una cada vez más improbable capacidad ucrania de hacer retroceder a Rusia en el campo de batalla. Los republicanos dejaron claro que la prioridad es que Kiev asuma concesiones para cerrar el conflicto con Rusia; el presidente Joe Biden anunció un nuevo paquete de ayuda militar valorado en 7.200 millones de euros, pero negó que sus misiles de largo alcance puedan ser utilizados en suelo ruso. La prensa estadounidense ha avisado de que el “plan para la victoria” con el que viajó a Zelenski no convenció en la Casa Blanca. Y en la Asamblea general de las Naciones Unidas, que se celebró la semana pasada en Nueva York, el viento también sopló menos a favor de los intereses de defensa del país europeo.
“La paz está más cerca de lo que podemos creer”, dijo Zelenski el 23 de septiembre en una entrevista en la televisión ABC, en los prolegómenos de su periplo estadounidense. El presidente ucranio tiene prisa y ha exigido a sus aliados que antes de que termine el presente año consensúen su “plan para la victoria”. Este plan, militar, debe dar a Ucrania un último empuje en la guerra para llegar con mayor fuerza a unas hipotéticas negociaciones de paz con Rusia. Los mensajes de socios de Ucrania que se han sucedido este septiembre indican que esta negociación debería ser cuanto antes.
El avance ruso en el frente de Donetsk es constante desde este verano sin que las Fuerzas Armadas Ucranias puedan revertir la situación. El ejército invasor ha tomado esta semana el control de la ciudad de Vugledar, asedia el municipio de Toretsk y, el más importante, Pokrovsk. A esto se suma la escalada bélica entre Israel e Irán, una situación de máxima tensión que está desviado la atención de Occidente hacia Oriente Próximo.
Pero el reloj para Ucrania sobre todo lo marcan los comicios en EE UU y la investidura en enero del próximo presidente o presidenta. Como dijo el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en su primera conferencia pública, el 1 de octubre, “Ucrania probablemente hoy no existiría sin la el apoyo de EE UU”. Donald Trump humilló a Zelenski en cada mitin electoral en el que intervino mientras el líder ucranio se encontraba en EE UU. Lo calificó como “el mejor comercial de todos los tiempos, que cada vez que viene a nuestro país se lleva 100.000 millones”, dijo que hace campaña por la vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, y reiteró que cuando él sea presidente, la ayuda a Ucrania terminará. En la reunión que mantuvieron, Trump dijo que mantenía “muy buena relación” tanto con él como con el ruso Vladímir Putin y que su objetivo es que los dos se pongan de acuerdo.
Esto coincidió con el plantón que le dio a Zelenski el líder de la mayoría republicana en el Congreso, Mike Johnson, por una supuesta colaboración del líder ucranio en la campaña demócrata, y con una caída del interés entre los representantes del poder legislativo estadounidense a lo que tenía que decirles Zelenski, según explicó The New York Times.
Oleg Saakian, politólogo ucranio y fundador de la Plataforma Nacional para la Sostenibilidad y la Cohesión, resumió el 30 de septiembre en una conferencia en Kiev los tres factores que habían perjudicado el viaje de Zelenski a EE UU: la campaña electoral; la guerra entre Israel, Hamás y Hezbolá, que copó la atención en la ONU, y la figura rupturista de Trump.
Saakian afirmó que el “plan para la victoria” que presentó Zelenski en Washington, y del que se conocen pocos detalles, es sobre todo una estrategia política, un golpe de efecto. Miembros del Gobierno de Biden han explicado a The Wall Street Journal y a Financial Times que el documento les ha dejado “indiferentes”. El periódico británico explicó este martes que, en las reuniones paralelas a la asamblea de la ONU, las posibles concesiones para terminar con la guerra estuvieron constantemente sobre la mesa en las reuniones de la diplomacia ucrania.
Fueron especialmente relevantes las palabras de la ministra de Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, el 25 de septiembre en la ONU, para apremiar el final del conflicto. “Necesitamos un final para esta guerra”, dijo Baerbock, porque hay que evitar que Rusia destruya toda Ucrania. Para la ministra alemana, la paz que debe conseguirse “es una paz que significa garantizar que Ucrania es un país libre e independiente. Significa garantías de seguridad”.
El plan para la victoria propuesto por Zelenski incluye reclamar la entrada de Ucrania en la OTAN en cuestión de meses. El presidente finlandés, Alexander Stubb, afirmó el 27 de septiembre en el Foro de Seguridad de Helsinki que era inviable que Ucrania accediera a la Alianza Atlántica en tan poco tiempo. Stubb daba por seguro su entrada en la OTAN, pero después de que sea aceptada como miembro de la Unión Europea.
Visita de Rutte en Kiev
Rutte, que este jueves visitó Kiev por primera vez como secretario general de la OTAN, subrayó que el futuro de Ucrania en la Alianza Atlántica “está más cerca que nunca” y que la defensa de este país “es también la defensa de los miembros de la OTAN”. Rutte no entró en detalles sobre cuándo puede producirse la incorporación de Ucrania a la OTAN, o qué alternativas hay a ello.
El Gobierno ucranio ha reiterado este verano que el país estará listo para acceder a la UE a finales de 2025. Este calendario causó este septiembre un encontronazo entre Zelenski y el ministro de exteriores polaco, Radoslaw Sikorksi, que alertó al presidente ucranio de que sus expectativas son de improbable materialización. El ministerio de Exteriores ucranio también replicó airado este septiembre a Sirkorski cuando este planteó que una solución para la península de Crimea, anexionada ilegalmente por Rusia, es convertirla en un protectorado de la ONU y en 20 años organizar un referéndum para decidir de qué país forma parte.
El presidente checo, Petr Pavel, también recibió una protesta del Ministerio de Exteriores ucranio al pedir el 23 de septiembre en The New York Times que Ucrania debe ser “realista”: “El más probable desenlace de la guerra será que parte de Ucrania continúe bajo ocupación rusa, por lo menos temporalmente”.
El Gobierno ucranio volvió a emitir un comunicado de protesta porque el portavoz del Ministerio de Exteriores suizo, Nicolas Bideau, anunció que su país daba apoyo a la propuesta de paz que encabezan China y Brasil. Esta iniciativa ha sido descartada por Zelenski porque considera que hace el juego a los intereses rusos. Bideau incluso dijo lamentar los mensajes bélicos que tanto ucranios como rusos expresaron en la Asamblea General de la ONU. Las declaraciones del portavoz han dolido especialmente en Kiev, porque Suiza organizó y secundó el pasado junio la cumbre de la llamada fórmula de paz que Zelenski lidera.
Mijailo Samus, director del centro ucranio de estudios New Geopolitics, explica a este diario que sí ha percibido un cambio en los aliados de Ucrania, entre los que se habla más de “una salida pragmática a la guerra”. Pese a esto, oficialmente la posición de la alianza continúa siendo que las Fuerzas Armadas Ucranias tienen que seguir luchando. La clave, según Samus, es que Biden dé su autorización para utilizar misiles de largo alcance contra objetivos militares en Rusia. “Esto pondría contra las cuerdas la operativa del ejército ruso y daría margen para las negociaciones”.
Samus añade que es fundamental que antes de que llegue el momento de sentarse con los rusos, la hegemonía del invasor en Crimea debe verse debilitada, destruyendo los accesos a la península: “Garantizar la salida de Ucrania al mar Negro es una cuestión existencial”.
Para que Ucrania pueda hacer retroceder a Rusia necesitaría multiplicar varias veces toda la ayuda militar recibida hasta ahora. Zelenski puede agarrarse a la esperanza que representa Harris. Saakian confirmó que el discurso de la demócrata es incluso más nítido en la defensa de los intereses ucranios que el de Biden. La vicepresidenta estadounidense fue contundente en una comparecencia junto a Zelenski el 27 de septiembre: “Hay algunos en mi país que forzarían a Ucrania a renunciar a grandes partes de su territorio soberano, que reclamarían a Ucrania neutralidad y que renuncie a sus relaciones de seguridad con otras naciones. Estas propuestas son las mismas de Putin. No son propuestas de paz, sino de rendición. Son inaceptables y peligrosas”.