Unas notas sobre la cuestión fronteriza

Unas notas sobre la cuestión fronteriza

Después del descubrimiento de América o encuentro de culturas en 1492, la isla de Santo Domingo, que hoy comparten la República Dominicana y la República de Haití, permaneció bajo posesión de España durante poco más de siglo y medio.

En ese espacio insular, y a causa del entrecruzamiento de tres etnias y culturas diferentes: la aborigen, la europea y la africana, a lo largo de los siglos XVI y XVII nació y se desarrolló una sociedad colonial que, desde sus orígenes, se sustentó sobre la mano de obra esclava primero indígena y después de negros africanos.

Fruto del mestizaje de españoles con indios, negros con indios, españoles con negros, al igual que del cruce entre mulatos nacidos y criados en la isla, surgió el auténtico criollo dominicano que fue dueño exclusivo de la demarcación isleña hasta que sobrevino la división territorial, como consecuencia de las devastaciones de Osorio de 1605 y 1606 y de la posterior e ilegal ocupación de la parte occidental de la isla por bucaneros, filibusteros, aventureros y negreros franceses.

Desde los albores de la colonia de Saint Domingue, los dominicanos españoles se enfrentaron a incesantes disputas territoriales, debido a que los franceses siempre aspiraron a extender su dominio sobre toda la isla. Los conflictos que España y Francia sostenían en Europa por lo regular impactaban sobre las colonias española y francesa de la isla de Santo Domingo, de tal modo que, según algunos historiadores, durante los siglos XVII y XVIII el territorio isleño semejaba una extensión de los campos de batallas europeos; y la frontera parecía una especie de prolongación de los Pirineos.

El primer intento para fijar una línea divisoria en la isla tuvo lugar en 1678, poco después del Tratado o Paz de Nimega firmado entre España, Francia y Holanda con la intermediación de Inglaterra y de la Santa Sede. Aun cuando en el documento suscrito entre España y Francia nada se estipuló en relación con la isla de Santo Domingo, se dice que a partir de entonces comenzó de manera oficiosa el reconocimiento de la presencia francesa en la parte occidental.

Enterado sobre los pormenores de la paz de Nimega, el gobernador de la colonia española, Francisco Segura Sandoval, designó un representante para que se trasladara a la isla de La Tortuga, bajo control de los franceses, y le comunicara a su gobernador, el señor Neveu De Pouancey, los términos del convenio recién suscrito entre España y Francia, circunstancia que aprovechó la parte francesa para proponer la redacción de un acta con el propósito de evitar «que los unos no hagan daño a los otros». En ese momento se designó el río Guayubín, que los franceses llamaban Rebouc, como línea de demarcación provisional entre los territorios de los dos Santo Domingo.

Aun cuando el acuerdo de 1678 no constituyó un acto de derecho, sino más bien un simple convenio provisional entre las colonia española y francesa, existe una creencia generalizada en el sentido de que España reconoció la ocupación francesa de la parte occidental de la isla de Santo Domingo mediante el Tratado de paz de Ryswick. Nada más inexacto, pues en ese instrumento jurídico no se menciona la isla de Santo Domingo ni existe cláusula relativa al referido reconocimiento de la presencia francesa en la parte occidental de la isla. 

Historiador y ensayista. Especialista en historia dominicana.  

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