Brigitte Bardot, mito erótico del cine
Retirada de la esfera pública, Brigitte Bardot actualmente es una activista en defensa de los derechos de los animales que reside en la localidad francesa de Saint Tropez.
Musa del cine francés
Brigitte Anne-Marie Bardot nació el 28 de septiembre de 1934 en París (Francia) en el seno de una familia acomodada.
También conocida por las iniciales B.B, es uno de los rostros más bellos del séptimo arte y una sex symbol a escala mundial.
Su atractivo la llevó a las portadas de las revistas de moda cuando todavía era adolescente y posteriormente encaminó sus pasos al mundo de la interpretación.
Durante su carrera protagonizó cerca de medio centenar de películas. Filmó con directores de la talla de Louis Malle, Jean-Luc Godard y Henri-Georges Clouzot. Además, en 21 años de trayectoria, grabó más de 60 canciones y actuó en varios musicales.
Su trayectoria como actriz se inició en 1952, pero su primer gran éxito fue como protagonista de «Y Dios creó a la mujer» (1956), dirigida por su primer marido, Roger Vadim.
A partir de ese momento, contó con gran reconocimiento internacional y se convirtió en una de las actrices más populares de Francia y Hollywood.
Entre sus películas más celebradas destacan «Le Mépris» de Jean-Luc Godard (1963) y «Viva Maria!» de Louis Malle (1965), filme por el que fue nominada a Mejor Actriz Extranjera en los premios BAFTA.
La repercusión de su éxito fue tan determinante que el presidente francés De Gaulle llegó a decir: «Brigitte, junto a Renault, es la que más divisas produce para el país».
Asimismo, fue la primera artista en dar su rostro a «Marianne«, busto oficial que simboliza la República francesa, y fue galardonada con la Legión de Honor (1985), aunque se negó a aceptar la distinción.
La célebre actriz se retiró de la industria del entretenimiento y del espectáculo en 1973, a los 39 años, porque estaba «harta de esa vida superficial, vacía», según explicó. En el pasado había intentado suicidarse en tres ocasiones.
Icono sexual de los sesenta
B.B, reconocida por su singular belleza y auténtico icono de la moda, se convirtió en un símbolo sexual a mediados del siglo XX.
Las salas de cine se abarrotaron de jóvenes deslumbrados por los encantos desplegados por la bellísima joven. El escritor francés Jean Cocteau llegó a decir de la intérprete que «posee algo desconocido que atrae a los idólatras en un tiempo sin dioses».
Bardot no era únicamente una mujer con un físico descomunal. La fuerza de su atractivo residía en el magnetismo derivado de la combinación extraordinaria de ingenuidad y descaro y de salvajismo y ternura.
Su vientre liso, la rotundidad de sus caderas, su pelo rubio despeinado, los labios prominentes, la convirtieron en un torbellino sensual y provocativo para varias generaciones.
Aunque no tenía nada en común con las divas frías y misteriosas de Hollywood fue, junto a la estadounidense Marilyn Monroe, una de las primeras sex symbol internacional.
El revuelo causado por la sensualidad y espontaneidad de Bardot marcó un cambio de ciclo en las costumbres de la sociedad. Una nueva manera de vestir, un cambio en la percepción femenina y la rebeldía de la juventud supusieron una revolución social.
No obstante, sectores ultraconservadores, sobre todo estadounidenses, se manifestaron con virulencia en contra de la artista en nombre de la moral.
Paralelamente al mito sensual, B.B fue un ejemplo de mujer independiente con talento, liberada de todo tipo de convencionalismo y con una actitud valiente ajena a su época.
En este sentido, la escritora feminista Simone de Beauvoir, que llegó a escribir un ensayo titulado «Brigitte Bardot y el Síndrome de Lolita», la definió como «la locomotora de la historia de las mujeres».
Asimismo, fue un símbolo de estilo que todavía perdura. Musa de grandes diseñadores, popularizó modas que aún siguen vigentes: su pelo rubio con un alto moño, el escote barco y el maquillaje de ojos con marcado eyeliner negro.
Usaba los estampados de cuadros vichy, los vestidos con las camisetas marineras a rayas blancas y calzaba bailarinas.
Fue una de las primeras portadoras del bikini, el dos piezas para el baño, considerado un paradigma de la liberación en la mujer.
Activista de los derechos de los animales
Desde 1973, año de su retirada del espectáculo, Bardot vive recluida en su exclusiva mansión en Saint Tropez, en la Riviera francesa, junto a cientos de animales abandonados (perros, gatos, gallinas y ovejas, entre otros).
Su presencia transformó el tranquilo pueblo de pescadores en uno de los enclaves turísticos de la Costa Azul.
Activista por los derechos de los animales, es la impulsora y presidenta de la fundación que lleva su nombre. La fuerza de su imagen pública ha favorecido la causa proteccionista desde que la emprendió.
Lideró campañas, participó en protestas y difundió sus ideas a través de entrevistas en los medios de comunicación y de conferencias por todo el mundo.
En una ocasión llegó a afirmar: «Le di mi juventud y mi belleza a los hombres, ahora le doy mi sabiduría y mi experiencia, lo mejor de mí, a los animales».
En su lucha contra el maltrato animal ha solicitado en numerosas ocasiones a las autoridades francesas que tomen medidas para reducir su sufrimiento.
La actriz tuvo 4 matrimonios y un hijo. Además, fue conocida por numerosos romances con célebres galanes como Jean Louis Trintignat, Alain Delon y Warren Beatty.
Cuando era su pareja, el francés Serge Gainsbourg le compuso una de las canciones de amor más bellas de la historia, la escandalosa «Je t’aime moi non plus», que llegó a cantar Jane Birkin.
Desde 1992 está casada con el industrial Bernard d´Ormale. Su legado como artista y modelo está vigente, a pesar de renunciar a la cirugía estética.