Biden acelera la ayuda a Ucrania al final de su mandato, pero sin permitir misiles de largo alcance contra Rusia
Para el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, sus reuniones este jueves en la Casa Blanca podían ser la última oportunidad para tratar de convencer a una Administración estadounidense amiga de que autorice sus objetivos de guerra, su “plan de victoria”. Ambos gobiernos tratan, a contrarreloj, de reforzar la capacidad militar de Kiev antes de que finalice en enero el mandato de Joe Biden, que ha anunciado una nueva batería de medidas de ayuda para que Ucrania “pueda ganar esta guerra”. Mientras, la causa ucrania, que al comienzo de la invasión rusa disfrutó de un apoyo rotundo entre demócratas y republicanos, se ve enredada en la campaña presidencial de EE UU y convertida en blanco de las críticas del candidato Donald Trump.
Pero, aunque se lleva el anuncio de un nuevo paquete de ayuda militar, muy sustancial y que incluye armas con las que no contaba hasta ahora, Zelenski no logra su gran objetivo. Antes del encuentro en la Casa Blanca, la portavoz presidencial Karine Jean-Pierre descartaba que Biden fuera a autorizar que Ucrania pueda utilizar misiles de largo alcance para atacar objetivos más al interior de Rusia. Washington teme que un paso así no tuviera grandes consecuencias en el devenir de la guerra y, en cambio, pudiera desencadenar una peligrosa reacción del presidente ruso, Vladímir Putin.
“Estamos del lado ucranio, ahora y en el futuro. Permítanme ser claro: Rusia no prevalecerá en esta guerra”, saludaba Biden al comienzo de su encuentro con el líder ucranio en el Despacho Oval este jueves. La Casa Blanca había desplegado la alfombra roja para Zelenski, que también tenía prevista una reunión posterior con la vicepresidenta y candidata presidencial demócrata, Kamala Harris, y un encuentro de ambos con la prensa. Con ambos tenía previsto plantear su “plan para la victoria” de cuatro puntos, que aunque no se ha anunciado públicamente, pasa por el uso de misiles de larga distancia contra objetivos más allá de lo que sus aliados le autorizan. Los medios ucranios daban por hecho que el plan también propone el ingreso de Ucrania en la OTAN para el año próximo.
Biden anunció, horas antes de la conversación entre los dos jefes de Estado, una serie de medidas de apoyo a Ucrania, incluida la entrega de 8.000 millones de dólares (7.150 millones de euros) en asistencia militar adicional. El paquete incluirá municiones, sistemas de defensa aérea y, por primera vez, bombas planeadoras JSW: misiles de alcance medio (130 kilómetros) que pueden lanzarse desde aviones caza y alcanzar sus objetivos con gran precisión. Esta arma permitiría golpear a las fuerzas rusas desde distancias mayores y, por tanto, más seguras.
La mayor parte de la nueva ayuda, 5.500 millones de dólares (4.900 millones de euros), se asignará antes de que expire el lunes el año fiscal estadounidense. Otros 2.400 millones (2.150, de euros) se concederán dentro de la Iniciativa de Asistencia a la Seguridad de Ucrania, que permite al Gobierno estadounidense comprar directamente a las empresas fabricantes armas para Ucrania, en lugar de sacarlas de sus propios arsenales. Esta segunda cantidad se dedicará no solo al refuerzo de las defensas aéreas ucranias, sino también a fortalecer su base industrial militar.
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Las medidas que ha anunciado el presidente estadounidense también incluyen el suministro de una batería de defensa antiaérea Patriot, y más misiles para este sistema. Asimismo, está previsto extender el programa de adiestramiento de pilotos ucranios para que puedan hacer volar aviones F-16. El año que viene quedarán formados 18 pilotos.
Biden tiene previsto viajar el mes próximo a Alemania, en una visita para la que convocará una reunión del grupo de países que aportan asistencia a Ucrania, para coordinar los esfuerzos de las cerca de cincuenta naciones miembros.
En mensajes en la red social X, Zelenski tuvo buen cuidado de dar las gracias por el nuevo paquete de ayuda no solo a Biden, sino también al Congreso estadounidense. Y prometió utilizar las armas “del modo más eficiente y transparente”.
Era un intento muy calibrado del presidente ucranio por calmar las aguas con el Partido Republicano y evitar que su causa pueda verse enmarañada en la áspera campaña electoral estadounidense, a 40 días de la cita con las urnas en su país anfitrión. En los últimos tiempos, su Gobierno se ha visto cada vez más criticado por el partido en la oposición y muy especialmente por su candidato presidencial, Donald Trump. No estaba previsto un encuentro entre el expresidente estadounidense y el jefe de Estado ucranio.
Y Kiev no puede permitirse el lujo de estar a malas con el posible presidente estadounidense para los próximos cuatro años, ni con los legisladores que pueden tener la llave de los fondos de la ayuda de EE UU. Sin el respaldo económico y militar de Washington, el principal proveedor de asistencia para el país invadido, una Ucrania desangrada después de casi tres años de guerra no podría continuar resistiendo mucho tiempo el ataque ruso.
Trump critica la ayuda militar a Ucrania y asegura que de regresar a la presidencia pondría fin a la guerra “en un solo día”, previsiblemente cancelando la asistencia al país invadido y obligando a Zelenski a capitular y aceptar los términos de Moscú. En un mitin en Carolina del Norte este miércoles, el expresidente volvía a arremeter contra Zelenski, como lleva haciendo casi en cada acto electoral en las últimas semanas. “Seguimos dando miles de millones de dólares a un hombre que rechaza llegar a un acuerdo” para poner fin a la guerra, declaraba el candidato.
Pero la falta de sintonía entre el presidente ucranio y los republicanos estadounidenses no se ciñe solo ―aunque ya sería bastante― a las críticas de Trump.
El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ha expresado su malestar por una visita de Zelenski, durante su gira estadounidense para participar en la Asamblea General de la ONU, a una fábrica de munición en Scranton, en Pensilvania. A ojos del republicano, esa visita equivalió a un acto de campaña en favor de los demócratas: el líder ucranio estuvo acompañado de dos legisladores de ese partido, pero no se invitó a asistir a políticos republicanos, en un evento en uno de los Estados clave en las elecciones y donde la batalla entre Trump y Harris es más intensa. El alto cargo ha exigido el cese de la embajadora ucrania en Washington, Olga Makarova.
Antes de visitar la Casa Blanca, Zelenski se reunía con parlamentarios de los dos partidos en el Capitolio, incluidos los líderes demócratas en el Senado y la Cámara de Representantes, Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, respectivamente. También participó en los encuentros el líder de la minoría republicana en la Cámara Alta, Mitch McConnell. Pero Johnson, que se había visto con el presidente ucranio en otras ocasiones previas, esquivó la cita, con el socorrido argumento de conflictos de agenda.
Los republicanos también se encuentran molestos con el presidente ucranio por una entrevista publicada el domingo pasado en The New Yorker, en la que Zelenski criticaba a J. D. Vance, el compañero de candidatura de Trump, como “muy radical”. El aspirante a vicepresidente ha propuesto que Ucrania acceda a la pérdida de parte de su territorio para llegar a un acuerdo de paz. En la misma entrevista, el líder ucranio descartaba las promesas de paz en un día de Trump. “Creo que no sabe realmente cómo detener la guerra, aunque pueda pensar que sí lo sabe”, opinaba.
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