Los bombardeos israelíes causan cientos de muertos y fuerzan a miles de libaneses a huir
Apenas dos sonidos interrumpen el silencio en la desierta Burj Rahaal, en la zona de Tiro, en la que se produjeron 90 de los 492 muertos de la víspera: las sirenas de las ambulancias (transportando heridos en dirección norte) y la rítmica caída de las bombas, en series de siete. Es la nueva oleada de bombardeos, en el mediodía de este martes, que ha añadido decenas de víctimas mortales a la masacre de la víspera y totaliza ya 558, más 1.835 heridos. “En la última hora, los aviones de guerra han bombardeado objetivos de Hezbolá en el sur de Líbano, incluidos lanzaderas de misiles, edificios militares e instalaciones donde se almacenaban armas”, ha indicado un portavoz del ejército israelí. Entre los muertos hay 94 mujeres y 50 niños, más del doble que todos los que habían perdido la vida en los 11 meses previos de enfrentamientos entre Israel y Hezbolá, que fueron 22. “La situación es catastrófica”, con decenas de heridos aún en estado crítico, ha dicho el ministro de Sanidad, Firas Abiad, en una entrevista con la cadena de televisión libanesa MTV. “Nos enfrentamos a un desafío sin precedentes”.
En la carretera de la costa, entre Beirut y Tiro, continúan los desplazamientos masivos de miles de personas, con enormes atascos de quienes bien iniciaron su desplazamiento un día antes, bien esperaron pensando erróneamente que hoy sería más fácil. También se pueden ver militares controlando el paso, ambulancias intentando circular entre los atascos y decenas de coches abandonados en los arcenes. Algunos se quedaron sin combustible, ya que hay solo tres tipos de gasolineras: las vacías, las que informan con un precario cartel pegado a los surtidores de que se les han acabado las reservas y las que tienen colas para repostar que entran en el carril derecho de la autovía.
Los colchones atados al capó, los camiones con familias enteras o con ganado (vacas, ovejas…) y los desplazados caminando por un lateral, junto a los coches, se han convertido en la nueva normalidad de la carretera entre el sur y la capital, o su desvío hacia el interior. 87 escuelas han sido habilitadas para recibir a los huidos, que en su mayoría recurren más bien a familiares y conocidos, a tenor de sus testimonios. El Ministerio de Educación ha anunciado este martes que no habrá clases en escuelas ni universidades al menos esta semana.
También en Saida, a 45 kilómetros al sur de la capital, se escucha algún bombardeo. Por tercera vez en los últimos cuatro días, la aviación israelí ha atacado Dahiye, el feudo de Hezbolá, al sur de Beirut. Tras intentar asesinar el lunes a Ali Karaki, un alto mando cuya milicia asegura que sobrevivió y está a salvo, Israel ha lanzado este mediodía otro ataque localizado en Dahiye que —según el Ministerio de Sanidad libanés— ha causado seis muertos y 25 heridos. Una fotografía del lugar muestra un edificio de cinco plantas calcinado. Según los corresponsales de asuntos militares de la prensa israelí, el objetivo era el jefe de la unidad de misiles de Hezbolá Ibrahim Qubaisi, una figura destacada de su división de cohetes. Dos fuentes de seguridad libanesas han confirmado la muerte del alto mando, aunque, en esta ocasión, el ejército no se ha pronunciado aún al respecto.
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Igual que los bombardeos, continúan las cancelaciones de rutas desde y hacia Beirut y, en menor medida a Tel Aviv. Air France-KLM, Air Algerie, Air Arabia… Algunos, hasta final de mes u hasta octubre; otras, hasta nuevo aviso. El portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, ha pedido a los estadounidenses en Líbano —a los que ya había llamado a abandonar el país de inmediato— a hacerlo ahora que pueden. “Queremos asegurarnos de que todavía haya vuelos comerciales para que los estadounidenses se vayan, y deberían hacerlo ahora mientras esas opciones estén disponibles”, ha afirmado en una entrevista televisiva. España, con más de un millar de nacionales, la mitad de ellos soldados de la Finul (Fuerza Interina de Naciones Unidas para la Líbano), también está preparando una evacuación de civiles, por si “las circunstancias lo exigen”, según Exteriores.