Reformas | Buscando dinero
Las reformas fiscal y laboral despiertan bastante más expectativa que la constitucional aunque esta vaya primero y agote sesudos debates.
Baja productividad y alta informalidad no dan buenos números para hacer una reforma fiscal como la teorizan los organismos internacionales. El sector industrial, ese que más invierte en Investigación y Desarrollo, ya ha levantado la voz (contundente, Ligia Bonetti), a la que se han unido los industriales de Santiago.
La productividad que se exige al sector privado no es la misma que la que se espera del sector público y eso debe cambiar. El recorte anunciado exigirá despidos (desvinculaciones, en el neolenguaje laboral) que los legisladores perremeístas ya se han apresurado a minimizar. Aviso a navegantes.
Si vamos a quedarnos con la misma y gigantesca nómina pública, no adelantaremos mucho.
Subir los impuestos, para qué lo vamos a negar, va a enfadar a mucha gente. Porque si el 56% de la fuerza laboral es informal y creciendo, ya se sabe quién carga con las alzas.
Irrita la carestía de la vida, la cortedad de los sueldos y el dineral que se va en sostener instituciones infladas para meter en nómina a los «que se fajaron». Todavía sobran el ministerio de la Juventud e INAGUJA, por poner dos ejemplos más que obvios.
Empieza a extenderse la impresión de que se aspira a demasiadas reformas al mismo tiempo, lo que conociendo a sus señorías, abre la puerta a cabildeos que rondarán la extorsión, sin ánimo de ofender a los sospechosos habituales.
Sumen el dinero que se manejó en los sobornos de Odebrecht, Calamar, Pulpo, Pulpo eléctrico, Intrant, las compras de Educación en pandemia… Hagan memoria: Tucanos, Sun Land…
Es más urgente cortar la evasión y el robo que subir los impuestos.