¿Qué dicen las encuestas en EE UU? Harris da un paso adelante, pero pequeño

Tras el debate entre Kamala Harris y Donald Trump, la candidata demócrata ha dado un paso adelante en las encuestas y para los pronosticadores. Pero, cuidado, se trata de un paso pequeño: la elección sigue tremendamente igualada.

Nuestro promedio de predicciones, tomadas de siete fuentes fiables y complementarias, dice que Harris tiene alrededor del 56% de opciones de ganar, por un 44% del republicano. Es casi un empate estadístico: imaginad que tenemos por delante 20 futuros posibles: Harris ganaría en 11 y Trump, en 9.

Todos los pronósticos son similares. Los modelos estadísticos de The Economist y FiveThirtyEight elevan las opciones de Harris hasta el 60%, mientras que el modelo de Nate Silver y los pronosticadores de Polymarket ven un empate. No es una diferencia muy sustancial, pero seguramente los números de Silver merezcan especial atención porque tiene el mejor historial.

La situación en los Estados clave

Como ya explicamos, la elección depende en realidad del resultado en cada Estado. Para ganar la presidencia, los candidatos necesitan 270 delegados, o votos electorales, sumando los que reparte cada territorio, que van todos al candidato ganador de la circunscripción.

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Ahora mismo, Harris tiene 225 votos electorales probables o seguros, casi los mismos que Trump, que tiene 219. Son los votos de los territorios donde son favoritos, pero tampoco debemos darlos todos por garantizados. Por ejemplo, Virginia y Minnesota se le asignan a Harris, porque tiene un 90% de probabilidad de ganar allí, y Texas y Florida se le asignan a Trump por lo mismo, pero son lugares donde podrían darse sorpresas: los sucesos que tienen una probabilidad del 10% ocurren, es más o menos tan fácil como que el futbolista Erling Haaland anote tres goles en un partido.

Dicho eso, la fuente principal de incertidumbre siguen siendo los llamados Estados clave o bisagra, marcados en gris en el mapa.

Los Estados clave son aquellos con los electorados más divididos, los que pueden cambiar de manos con facilidad: Míchigan, Wisconsin, Pensilvania, Nevada, Georgia, Arizona y Carolina del Norte. Los dos últimos presidentes, Trump y Joe Biden, ganaron seis de estos siete territorios.

¿Cuál es la situación ahora? La tabla siguiente lo resume, con la probabilidad que tienen Harris y Trump de ganar en cada Estado, según tres fuentes: The Economist, FiveThirtyEight y Metaculus.

Estos datos de los Estados explican por qué Harris está un poco por delante de Trump. Ahora mismo, la candidata demócrata es favorita para ganar Míchigan, Wisconsin, Pensilvania y Nevada, lo que le valdría probablemente para sumar 275 votos electorales y ser presidenta.

Pero la tabla también deja claro que su ventaja es corta. Primero, porque lo que dicen esas predicciones es que bien podría perder en esos territorios, con probabilidades entre 35% y 47%, según el caso. Además, Harris los necesita todos. Si pierde alguno, lo tendría que compensar con Arizona, Georgia o Carolina del Norte, por ejemplo, que a priori son más difíciles.

En las próximas semanas hablaremos mucho de posibles combinaciones de Estados ganados y perdidos por Harris y Trump. Pero es importante entender una realidad: el resultado en cada Estado no es independiente de los demás.

Es decir, no podemos pensar en Míchigan, Wisconsin o Pensilvania como si fuesen distintos lanzamientos de monedas. Están conectados. Si un candidato sorprende y lo hace bien en un territorio, lo probable es que lo haga bien en gran parte del país, sobre todo en los lugares más afines social y geográficamente. La correlación entre Estados no será completa, porque cada lugar tiene particularidades, pero como atajo mental, es más preciso imaginar las elecciones como una tirada nacional que como decenas de tiradas regionales. Una prueba es el giro de 2020: cuando el país se movió hacia Biden, se giraron de golpe cinco de los seis Estados clave.

Por eso la igualdad que vemos ahora es compatible con que el día de las elecciones veamos a Trump o a Harris ganar con más 300 votos electorales. Si un candidato lo hace mejor de lo previsto, y bate los sondeos nacionales por dos o tres puntos, eso puede traducirse en muchos Estados cambiando de manos.

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